–¿Cómo evalúa el desarrollo de la 31ª Marcha Campesina?
–Por un lado, es sumamente importante la presencia masiva de los compañeros y compañeras, a pesar de la crisis que ha afectado al campesinado. La gente está muy preocupada por la falta de una política realmente orientada a solucionar el problema de fondo del país: la distribución de la tierra y el apoyo a la producción nacional.
En ese sentido, la marcha ha sido un éxito total. Todas las cuestiones organizativas se desarrollaron según lo previsto. Estuvimos más de 5.000 personas. La inclemencia del tiempo no permitió que hubiera más personas. Por otro lado, nuestra propia seguridad garantizó la conclusión de la marcha de forma pacífica como siempre. La Federación Nacional Campesina es un gremio de pequeños productores y campesinos sintierras.
Gracias al sostenimiento de la marcha campesina en el tiempo, hemos aportado mucho a la lucha para que cada vez haya más gente que crea que es necesario salir a la calle, que hay que movilizarse, porque desde la calle vamos a poder enfrentar esta política de atropellos, sobre todo del cartismo. Hay de vuelta esperanza de que podamos cambiar el rumbo político de nuestro país. Hay un entusiasmo en la sociedad y para nosotros, eso es muy importante.
–La falta de avances en la reforma agraria y el acceso a la tierra continúan siendo el reclamo de la FNC.
–Asimismo. La reforma agraria, conceptualmente, implica transformar la estructura de tenencia de la tierra y el modelo de producción. Cuando el latifundio está concentrado en pocas manos, aumenta la cantidad de personas sin tierra.
Además, sobre el latifundio se desarrolla un modelo de producción empresarial agroexportador que no genera empleo ni promueve el desarrollo industrial, lo que contribuye al aumento del desempleo.
Ese modelo busca transformar la estructura agraria. La reforma agraria implica la distribución de la tierra, el apoyo a la producción primaria, la promoción de la diversidad agrícola y, sobre todo, la producción de alimentos. Además, debe impulsar el desarrollo industrial, agregando valor a la materia prima para satisfacer el mercado interno de los productos que necesitamos como país y, por sobre todas las cosas, ocupar mano de obra en el campo con la distribución de la tierra y en la ciudad con el desarrollo industrial. De esa forma, habrá desarrollo nacional. Actualmente, sucede todo lo contrario con las políticas del Estado. Estos problemas se agudizan con desalojos y atropellos a las comunidades campesinas, la migración que está ligada al crecimiento de los cordones de miseria en las periferias de las ciudades. Por falta de trabajo, la gente hace cualquier cosa. Aumenta la delincuencia. La persistencia de este modelo de producción en el campo tienen sus consecuencias negativas y afectan a todo el país.
–¿Cómo evalúa a los tres poderes del Estado?
–Ellos ya están mejor. El presidente Santiago Peña en dos años ya se volvió multimillonario. El Congreso es la fuente de empleo para los familiares de los políticos. No se aprueban iniciativas parlamentarias que beneficien a las necesidades de la gente. El Poder Judicial está cada vez peor. Vimos que en los últimos días se utiliza para criminalizar a los luchadores sociales, para desalojar a la gente. Sin embargo se encubre la mafia, la corrupción y la impunidad. Los chats de Lalo Gomes revelaron la forma asquerosa de cómo funciona actualmente el Poder Judicial.
Por otro lado, se recortó el 35% del presupuesto del MAG para invertir en la producción. El Indert, por su parte, no cuenta con recursos para la compra de tierras.
–¿Considera que Horacio Cartes es el presidente de facto y es quien toma las decisiones en el gobierno?
–Sí, ahí está la clara demostración de que “Horror Colorado”, capitaneado por Cartes, dirige todas las instituciones para garantizar sus negocios y la mafia. Utilizan como instrumento a los poderes del Estado. Santiago Peña es un títere porque desde el quincho de la avenida España se dirigen las políticas públicas de nuestro país en detrimento de la mayoría.
–¿Qué tiene que hacer la oposición en este momento?
–Nosotros decimos siempre que la oposición real se debe construir desde la calle. En ese sentido, saludamos y felicitamos la marcha realizada el miércoles porque todos los sectores de la oposición, a pesar de sus diferencias, se juntaron. Las movilizaciones consolidan el proceso de unificación de los sectores democráticos y patrióticos para desplazar a este grupo que está en el poder. Tenemos que recuperar la institucionalidad para dar respuestas a la necesidad de la gente.
–¿Qué opinión le merece el Partido Colorado? La disidencia y el oficialismo mantienen una interna, pero a la hora de llegar a elecciones, se unen.
–La historia nos demuestra que dentro del Partido Colorado se pelean por el zoquete. Se pelean por quién va a dirigir los negociados. Para mantenerse en el poder, se unen en el momento preciso. Hay mucha gente afiliada al Partido Colorado que hoy siente el abandono, el atropello, la falta de salud, educación y empleo. También hay algunos colorados en las bases que comprenden esta situación. No obstante, en las cúpulas la diferencia que tienen es por quién maneja la lapicera.
–¿Cómo se debe materializar la reforma agraria?
–Con la distribución de las tierras, se crean asentamientos con infraestructura y servicios básicos. Estamos hablando de agua potable, sistemas de tendido eléctrico, caminos, centros de salud y escuelas. Por otro lado, se precisa del apoyo a la producción con créditos, asistencia técnica, implementos agrícolas. Por ejemplo: el tomate es un rubro que fácilmente se puede industrializar; sin embargo, lo que sucede muchas veces es que los productores no pueden vender y terminan tirando. El acompañamiento como política del Estado es fundamental para dar valor agregado a la producción, ya que tenemos los productos como tomate, locote, cebolla y otros de consumo básico y cotidiano para satisfacer el mercado interno. Además, entre los rubros más aptos para la industrialización está la producción de mandioca. Hay que tener en cuenta la seguridad fronteriza para que las tierras no estén en manos de extranjeros. En ningún país se permite que las tierras limítrofes estén en manos de extranjeros. Acá tranquilamente sucede eso. En parte de Canindeyú, Alto Paraná e Itapúa hay invasión de brasileros. Varias de esas zonas son prácticamente territorios de Brasil. Eso es un tema de soberanía.
–¿Qué debe hacer el MAG?
–En nuestro país si hay voluntad política y autoridades verdaderamente comprometidas con el país, vamos a contar con las condiciones objetivas necesarias para responder a las necesidades de la población y, sobre todo, para potenciar la producción. La clave está en la inversión de recursos económicos por parte del Estado. Invertir en el desarrollo productivo significa fortalecer a los pequeños y medianos productores, garantizando una productividad suficiente a lo largo de todo el año. Para el Estado no es mucho lo que se debe invertir.
–¿Cuánto se debe invertir para lograrlo?
–Nosotros hicimos estudios técnicos que presentamos al Ministerio de Agricultura, que indican que para asegurar la producción frutihortícola anual se necesitaría aproximadamente una inversión de USD 7 millones por año durante cinco años, es decir, un total de USD 35 millones.
Esa cifra no representa un monto significativo para el Estado. Además, con esta inversión se podría abastecer el mercado interno de productos frutihortícolas durante todo el año. Esto generaría un flujo económico superior a USD 500 millones anuales.
–El Estado promovió siempre el rubro agroexportador. ¿Cómo afecta la producción a gran escala de soja y otros granos?
–Ellos se dedican exclusivamente a producir a gran escala monocultivos para la exportación, lo cual trae muchos problemas consigo: destrucción de bosques, contaminación de cursos hídricos, uso excesivo de agrotóxicos que dañan a las poblaciones campesinas e indígenas, además los arroceros secan los humedales. Por otro lado, no quieren pagar impuestos. Cuando se intentó implementar, pegaron el grito al cielo y dijeron que se amenazaba la producción.
–Actualmente estamos consumiendo productos importados como el tomate.
–Hay una demanda insatisfecha del 50% durante todo el año. Hay que duplicar todos los productos frutihortícolas para satisfacer el mercado interno. Ahora escasea el tomate y se trae del exterior con un precio exagerado para el consumidor.
–¿El cambio climático también está afectando a la producción?
–Sí. Se agudizan los problemas porque hay sequía y cuando llueve, llueve de más. Por ejemplo, recientemente hubo un tornado en Alto Paraná y Canindeyú. Cada vez es más frecuente ese tipo de fenómenos. Con la sequía se necesita un sistema de riego que tiene un costo elevado. Cuando hace mucho calor, se precisa de media sombra y para el invierno necesitamos de invernaderos. Hace falta la inversión del Estado para producir bien todo el año.
–¿Cómo afecta el narcotráfico en las zonas rurales?
–La falta de una política de apoyo a la producción nacional hace crecer a las mafias y el narcotráfico. En ese sentido, aumentan los latifundios de marihuana con el reclutamiento de jóvenes de las comunidades campesinas e indígenas. Esto va asociado a las adicciones. Va destruyendo a la sociedad.