El viaje se inició hace un año y medio en la Argentina, teniendo como objetivo llegar a Alaska tras cruzar por varios países del continente americano. Y no querían dejar pasar la oportunidad de conocer Paraguay. Es por eso que ahora se encuentran apostados en la Costanera de Asunción, donde están dispuestos a conocer a nuestra gente, cultura y gastronomía.
Gerardo es la cabeza de hogar, quien dejó todo para seguir su sueño en compañía de su familia. No fue fácil tomar la decisión de abandonar un empleo como gerente de un banco multinacional que les permitía tener una buena vida.
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“Antes de este viaje, trabajé 15 años en el sistema financiero donde tenía una carrera profesional ascendente, pero sentía que los sueños son la razón de ser de una persona y para lo que estamos en este planeta, pero muchas veces no nos animamos y lo dejamos de lado. Dejé todo eso para ser protagonista de esta historia”, relata.
Como argentinos sentían el deber y compromiso de recorrer primero todo su país y así lo hicieron hasta llegar bien al sur.
“Llegamos a la Patagonia, Ushuaia, lugar más austral de ese mundo, pero cuando ya no había más que bajar, empezamos a subir por la mítica ruta 40 hasta llegar a La Quiaca, el otro extremo de nuestro país”, cuenta Gerardo.
La intención de esta joven pareja es recorrer desde Argentina hasta Alaska, uniendo todos los países de este continente en su hoja de ruta.
“Cuando llegamos a La Quiaca, vamos hacia Bolivia, Perú y Ecuador. Empezamos a subir por ahí, pero nosotros queríamos conocer Paraguay, a su gente, cultura, gastronomía y dijimos: ‘Vamos para allá’”, recalca.
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Para Gerardo, lo mejor de esta aventura es que nunca están solos. “No estamos viajando solos, hay mucha gente que nos ayuda por el camino”, comenta con satisfacción.
Llegar a Alaska
Aunque el deseo de llegar a Alaska es como la primera meta, ellos afirman que si no llegan, no pasará nada.
“Mi sueño es ir a recorrer Argentina-Alaska, en familia. Pensé que sería imposible porque teníamos un buen trabajo y a los chicos; y mi esposa soñaba con tener un hogar para niños. Fue así que fusionamos nuestros sueños y se convirtió en Alas por el Mundo”, aclara.
Esta peculiar pareja se conoció en un hogar de niños, en San Pedro, provincia de Buenos Aires, Argentina. “Al hogar íbamos a jugar, a compartir y a hacer magia, que es mi hobbie. Fue así que decidimos llevar al viaje un poco de lo que hacíamos en ese hogar, entonces trajimos un inflable para que los chicos puedan saltar y vamos parando en hogares, colegios rurales y hacemos juegos, magia. Es de esa manera que desplegamos nuestras alas por el mundo”, resalta.
La educación de los chicos
La educación es muy importante para estos padres que, según ellos, lo pueden dividir en dos formas: la educación formal y la informal. Actualmente sus pequeños estudian de manera virtual en un sistema educativo que está avalado por el ministerio de su país, pero creen que es tan importante también la “educación informal” que ellos le brindan.
“Imagínese que cuando estábamos en Ushuaia, en el Catamarán paseando por el fin del mundo, de pronto saltó una ballena por el aire y se nos para el corazón de la emoción. Eso para mis hijos fue impresionante. Luego estuvimos en la cueva de las manos en Santa Cruz, Argentina, que es patrimonio de la humanidad y que se estudia como arte rupestre, porque fueron las primeras pinturas originarias”, explica.
Durante su estadía en estos días por Asunción, fueron a conocer la Casa de la Independencia, y a esto se le suma que sus hijos también conocieron el Cabildo de Buenos Aires, en Argentina; así los pequeños vivencian tanto como lo que es el mar, una llanura, montaña, entre otros lugares importantes.
“La educación informal que le llamamos nosotros es vivir continuamente y palpándolo en primera persona todos esos lugares y ni hablar del desarrollo emocional, que van teniendo con posibilidad de jugar con chicos de todos lados”, asegura.
Lo resaltante del viaje
En todo este trayecto lo que resaltan es la hospitalidad y la bondad de las personas. Al vivir una aventura como esta, los integrantes de esta familia están de acuerdo en que uno descubre un mundo maravilloso donde al paso van conociendo personas inolvidables.
“En este mundo maravilloso hay gente de luz, gente buena. En Clorinda se nos rompió el colectivo por primera vez durante el viaje y una persona que era de Lomita, Formosa, viajó 400 kilómetros para llegar a ayudarnos con el arreglo del motor y ni hablar de la cantidad de mecánicos del lugar que se acercaron a ayudar”, recuerda Gerardo.
“La bondad, la gentileza, el amor, es lo que rescatamos como inolvidables. En este viaje tenemos miles de paisajes guardados en la retina, pero lo que hace diferente es la gente, y estamos felices de estar en Paraguay. En estos pocos días, la gente de aquí nos demostró su cariño, trayéndonos chipa y chipa guasu”, añade.
El recorrido de la familia por el mundo puede ser visto a través de sus redes sociales.
Por último, el padre de familia dejó un deseo para todos. “Un buen viaje, todos estamos en el viaje de la vida y espero que les vaya un buen viaje a todos”, finalizó.