Pilar Zuccolillo es una mujer como cualquier otra. La Navidad es su mejor época familiar, pero esa familia grande que reúne hasta a los primos y los sobrinos más lejanos. Ama diciembre desde el primer día por los rituales que rodean las fechas más festivas: “A mi mamá también siempre le encantó armar el arbolito. Desde chiquitos, era todo un acontecimiento. A ella le encantaba entrar en personaje, poner villancicos, sacar la cámara y hacer fotos mientras armábamos todo”, recuerda.
Sí, Pilar Zuccolillo es una mujer como cualquier otra, pero también una florista singular. La Pilarica, su casa-taller y floristería, está rodeada de parcelas de las mismas flores que luego utiliza para arreglos y ramos de novia. De sus viajes por Europa —en particular una visita a los jardines de Monet en Giverny (Francia)— se enamoró del oficio y lo ahondó en la pandemia, cuando el mundo la obligó a tomarse una pausa y replantear lo que planeaba para su vida. Con el apoyo de sus padres, se ubicó en una propiedad familiar cercana a Asunción y se dedicó a trabajar la tierra chaqueña con profesionales jardineros, aprendiendo a la par que expandía este sueño.
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Es allí donde nos recibió en su mes favorito para mostrarnos una fabulosa mesa que se siente cercana, probablemente gracias al uso de hojas de ingá como follaje. Es especial para ella porque esa misma mesa sobre la que trabajó ese día es la que su abuela usaba para hacer pastas, allá en otro tiempo, rodeada por muebles que rescató de la oficina de su abuelo. “Todo acá grita familia, tiene un significado. Suena muy cursi, pero con amor todo va a salir lindo. Creo que esa es la receta, la fórmula secreta”, dice riendo, mientras evoca alguna escena particular de navidades pasadas.
Inspiración de acá
“Me inspiran los materiales paraguayos, cosas que tenemos en esta época como la flor de coco, los árboles en flor. La hovenia de mi mamá, por ejemplo, siempre está llena de frutitas en estos meses”, dice Pilar y nos tira un tip: “El año pasado la usé para hacer un caminero, la pinté de dorado y quedó como petrificada. Mi clienta tiene hasta ahora”.
La inspiración puede llegar en cualquier momento y lugar, hasta en el supermercado: “Nadie se lo imagina, pero en el súper hay cosas lindísimas para decoración, ya sea frutas o frutos secos”.
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Pilar no intenta imitar una Navidad con pinos, que no es de acá: “Prefiero un árbol con flores de karanday y naranjitas deshidratadas. Muy americanizada está nuestra Navidad y es relinda, pero me interesa usar lo que tenemos acá. En vez del pino, veo cómo funcionan las hojas de ingá, busco materiales que duran y evito el oasis porque tiene microplásticos. Intento hacer todo compostable o reutilizable. ¡Y de fácil acceso!”.
Así como cosechó flores para invitar a la gente a conocer La Pilarica cuando abrió recién sus puertas, Pilar cosechó momentos de su propia vida para inspirarse y crear los ornamentos para Pausa. Así, nos invita también a crear recuerdos y nos anima a manufacturar nuestras propias coronas navideñas en compañía o, al menos, a elegirlas pensando en las personas que queremos agasajar.
Por Patricia Luján Arévalos y Laura Ruiz Díaz. Producción: Bethania Achón. Fotografía: Javier Valdez.