Los datos sanitarios de la semana arrojaron varios contagiados sin nexo, es decir sin identificación de vínculo. Es cuando se habla del temido contagio comunitario o libre circulación del virus, que hace más difícil el control de la pandemia. “Los sin nexo van a marcar el ritmo de la epidemia”, dijo ayer en La Lupa el doctor Guillermo Sequera, al tiempo de manifestar su frustración porque no se puede predecir con precisión qué sucederá siquiera en las siguientes dos semanas. La falta de certezas genera angustias. Por eso la palabra incertidumbre ha marcado a fuego este tiempo.
En términos epidemiológicos se inició un plazo delicado ya que la masividad puede facilitar un escenario de infección masiva y con ello el retorno a medidas más extremas. El ministro Julio Mazzoleni recordó que la flexibilización gradual está sujeta a los indicadores en cuanto al nivel de contagios que se registren a nivel comunitario. “Si estos indicadores empiezan a alterarse de forma negativa; entonces, naturalmente, vamos a tener que poner el freno de mano, e incluso, retroceder”, avisó.
EL OTRO PELIGRO. No solamente el escenario sanitario está en etapa delicada. Hace 8 días el titular de Salud daba el gran paso de denunciar ante la Fiscalía a las empresas Imedic y Eurotech (clan Ferreira) por el fraude de los insumos médicos que tuvieron que ser rechazados por las diversas irregularidades.
Con esta determinación, el Gobierno pretendía voltear la página y diluir de críticas por el negocio fallido que consumió valiosos días de cuarentena total mientras el sistema sanitario se fortalecía con la compra de camas, barbijos, trajes de bioseguridad, etc. A la indignación del intento de negociado con el dinero de la pandemia sobrevino la frustración del tiempo perdido. “No llegaron los escudos”, dijo ayer Sequera, admitiendo que la corrupción endémica es tanto o más peligrosa que el coronavirus.
Mazzoleni ya no camina en las tranquilas aguas de la confianza absoluta de la ciudadanía de la que gozaba antes del escándalo de los insumos chinos. Sin embargo, su éxito en las medidas sanitarias lo protegen aún.
Sin embargo, el escándalo en Salud fue el argumento perfecto para que las críticas de los adversarios del Gobierno, hasta ayer, contenidas, afloraran con más exposición. Uno de los primeros en lanzar una advertencia fue el titular del Congreso, el senador liberal Blas Llano, quien acotó que las denuncias de las polémicas licitaciones y la crisis económica ponen en la mira al Ejecutivo. Dijo que habló con Marito del tema y le alertó que el Gobierno puede ingresar a una fase de inestabilidad grande, “no por razones políticas, sino por el día a día”.
Otro dato que muestra el cambio de humor político es la invitación con sabor a convocatoria que hizo el Senado al presidente de la República para brindar detalles de los gastos establecidos en la Ley de Emergencia contra el Covid-19 en la sesión del martes. Constitucionalmente, el Ejecutivo tiene argumentos jurídicos para no asistir, y así lo hizo saber ayer al contestar la invitación con otra invitación. “Los espero en Palacio”.
Este episodio epistolar muestra que la curva de la tensión política está empezando a escalar y si el Gobierno no transparenta mejor, informa mejor cómo está gastando el dinero destinado a combatir la pandemia, el escenario puede conflictuarse. Aquí es cuando la ecuación política es clave para evitar incordios innecesarios.
No es tiempo de halcones, sino de palomas.
¿DEFENSA, ATAQUE O ESTRATEGIA? La llamativa defensa que hizo Marito de Mazzoleni llamó la atención. Cuestionó las críticas a su ministro y dio a entender que venían del lado político porque su altísima imagen positiva lo convertía en un potencial candidato presidencial. “Estás siendo injustamente vapuleado”, dijo al defender a Mazzoleni.
Si salió en su defensa, utilizó la figura equivocada. Mario Abdo no puede acallar los cuestionamientos contra las licitaciones amañadas que terminaron con denuncias del propio ministro ante la Fiscalía. Aunque en el fuego cruzado esté Mazzoleni. Ningún funcionario público, por más eficiente que sea, está exento de la crítica, y menos aún cuando se trata de corrupción. Es más, la ciudadanía separa los tantos a la hora de juzgar al ministro. Admiten su éxito en la lucha contra la pandemia, pero critican la poca severidad con los funcionarios que permitieron el fiasco de la licitación. No muchos ministros logran esta crítica equilibrada, ecuánime, disgregada. Es porque ha ganado el respeto.
Algunos vieron en la crítica presidencial el lanzamiento de su candidato. Otros como una estrategia típica de la comunicación política: la cortina de humo, que es inventar un hecho para distraer la atención del público.
Hoy el Gobierno está embretado por las denuncias de corrupción porque nadie cree que esta operación fallida en Salud sea una aventura de funcionarios de segunda categoría. Falta identificar a los padrinos políticos, los que están tras las bambalinas.
La fase dos de la cuarentena inteligente es un desafío para el comportamiento social para evitar retrocesos, pero lo es más para el Gobierno, que debe extremar los controles de las futuras licitaciones de Salud y mostrar detalladamente en qué gasta el dinero.
Porque ya no hay paciencia para nuevas aventuras de viejos piratas.