Pedro R. Caballero C.
Historiador e investigador
En lo que se refiere al nacionalismo paraguayo, partiendo de las ideas de Raúl Amaral, quien en su obra Antecedentes del Nacionalismo Paraguayo esbozó un acercamiento muy interesante sobre este tema, este no presenta una fecha específica de surgimiento.
Aunque podemos hablar de momentos históricos y factores geográficos que fueron configurando este “nacionalismo implícito” . A lo largo de sus avatares históricos, en el Paraguay se fue conformando y consolidando el sentimiento de Nación, que más tarde desarrollaría el sentimiento nacionalista, caracterizado por “su desacomodamiento geográfico, de las variaciones de su historia, de la concepción de la vida y la conducta ciudadana de sus habitantes” .
En el caso de Juan Emiliano O’Leary, figura principal del Nacionalismo que se enseñoreó durante gran parte del siglo XX, sus ideas básicamente giraron en torno a un nacionalismo que él consideraba como suyo, con una concepción propia del pasado nacional que, en un primer momento, no buscaba imponer.
En 1919 expresaba que “recordar no es retroceder. Solo avanzan los pueblos que no olvidan. La barbarie no recuerda. La tradición, aurora de la historia se confunde con la aurora de la civilización”.
El 12 de agosto, de ese mismo año, Juan E. O’Leary lanzó el grito de Piribebuy, discurso que intentó explicar los alcances del nacionalismo, y significó su ascensión como paladín de esta corriente, al ser considerado como el “pontífice máximo del lopizmo”, a lo cual expresaba: “Esta afirmación despectiva me da, a pesar de todo, un carácter sacerdotal que me place. Me eleva a la suprema magistratura en un culto, que se empeñan en que sea de un hombre. Indirectamente reconocen que se trata de una religión y de un sacerdocio” .
De esta forma, las prédicas de O’leary fueron articulando una lectura del pasado nacional que lentamente se fue imponiendo en el país. De esta forma, el nacionalismo se volvió un tema de mucho interés para los pensadores paraguayos, independientemente de sus líneas ideológicas.
El culto al Mcal. Francisco Solano López
En Paraguay, el nacionalismo emergió con fuerza, caracterizando y dominando los aspectos político-culturales del siglo XX paraguayo, y se mezcló con la figura del Mcal. Francisco Solano López, y se confundieron mutuamente y dieron origen también al lopismo.
En la década de 1920, el movimiento historiográfico inició la campaña de la reivindicación del Mcal. López. En dicha década se recordaba dos grandes acontecimientos: El Centenario del natalicio del Mcal. Francisco Solano López y el cincuentenario de la finalización de la Guerra contra la Triple Alianza.
Además, en este periodo estaba latente el conflicto con Bolivia por la posesión del territorio chaqueño.
Precisamente, en este punto donde más reacias eran las críticas contra los gobiernos liberales, acusados de no tener una política de defensa de dicho territorio. Las fuerzas sociales que aparecieron en dicha época relativizaron la importancia de los partidos políticos tradicionales y disminuyeron el rol ejercido por los caudillos políticos.
Al mismo tiempo, contribuyeron para reforzar, de alguna manera, el nacionalismo conservador forjado por los intelectuales lopistas.
A partir de allí este nacionalismo comenzó a ganar espacio y respaldo en la sociedad paraguaya Juan Emiliano O’leary fue el gran propulsor de la reivindicación de la figura del Mcal. López. Inspirado en el pensamiento de Charles Maurras, O’leary desarrolló un nacionalismo integral en contraposición a la ideología liberal. De la mano de este intelectual la figura del Mcal. López se fue transformando de asesino de su patria a constituirse en constructor y forjador de su pueblo. Durante las primeras tres décadas del siglo XX, el lopismo se fue estructurando fuertemente y ocupó espacios en la vida nacional. El conflicto chaqueño fue el combustible necesario para la consolidación de la ideología nacionalista y la Revolución del 17 de febrero de 1936 lo catapultó como política de Estado. El gobierno de Rafael Franco se abocó a la tarea de la revisión del pasado nacional. Ya en la proclama del ejército hacedor de la revolución de febrero proclamaron que “La Nación será restituida al nivel de su historia en el Río de la Plata (…) y a la grandeza de su porvenir” . La apoteosis del Mcal. Francisco Solano López se consumó con el decreto del 1° de Marzo por el cual el gobierno encabezado por el Cnel. Rafael Franco estipulaba que: “Quedan cancelados para siempre de los Archivos Nacionales reputándoselos como no existentes todos los decretos-libelos dictados contra el mariscal presidente de la República del Paraguay don Francisco Solano López, por los primeros Gobiernos establecidos en la República a raíz de la conclusión de la guerra de 1865” .
De esta forma, de un solo plumazo, el Gobierno eliminaba los decretos antilopistas, tratando, con esta obra, eliminar toda mancha que pese sobre la figura del Mcal. Francisco Solano López.
Debemos tener en cuenta, que la construcción de un héroe, así como de varios mitos, va asociado al proceso de fortalecimiento de una Nación, que necesita sustentar la identidad nacional, a través de un símbolo poderoso que encarne los ideales y las aspiraciones de un determinado pueblo y responda a un proceso complejo, cuyo objetivo final sea la de unir y acentuar el sentido de comunidad. Al decir de Dukheim, “es al repetir el mismo grito, pronunciar la misma palabra, o ejecutar el mismo gesto en relación a algún objeto (los individuos) se sienten y se convierten en una unidad” .
La obra del Gobierno de Franco no solo se remitió a la eliminación definitiva de los documentos que atacaban la figura del Mcal. López. En el artículo 2° del mismo decreto se estipuló: “Declarase Héroe Nacional sin ejemplar al mariscal presidente de la República del Paraguay don Francisco Solano López, inmolado en representación del idealismo paraguayo, con sus soldados, en la Batalla de Cerro Corá el 1° de Marzo de 1870”. Con este artículo se daba un giro al papel que ocupaba el Mcal. López en la historia nacional.
De esta forma, pasaba de ser asesino de su patria, culpable del genocidio de su pueblo y la destrucción del país a ser “Héroe Máximo” de la Nación. La razón de este decreto obedece a “Que es tiempo de elevar los corazones hasta la ofrenda final de una consagración pública que interprete la reivindicación de todo el pasado del Paraguay y de la memoria incomparable de su mariscal presidente, único jefe de Estado que murió con las armas en la mano en nombre de un ideal de civilización humana” . En el mismo decreto se fijaba la erección de “un gran monumento conmemorativo sobre la más alta colina sita a orillas del río Paraguay a la entrada de la ciudad de la Asunción” y se autorizaba al Ministerio del Interior a ponerse de acuerdo con la Comisión Prohomenaje, cuya tarea era la de organizar todo lo concerniente con el homenaje. Luego de sesenta y seis años la figura del Mcal. López era reivindicada por el Estado paraguayo.
A partir de este decreto, el Mcal. López se convierte en la figura histórica alta de la Nación paraguaya y “es nuestro deber honrar su memoria esclarecida tanto como seguir su ejemplo” .
Para honrar la memoria del héroe nacional fue establecido un monumento que reúna a los beneméritos de la patria. Así se estableció el Panteón Nacional de los Héroes como el altar de los prohombres de la patria.
El decreto estableció: “Designase con el nombre de Panteón Nacional el monumento expresado y destínasele en tal carácter a conservar los restos de los Próceres beneméritos de la Nación que se hicieron merecedores de la gratitud de la posteridad de sus virtudes excepcionales al servicio de la patria” . Para ello, fue necesario la expropiación de la manzana comprendida por las calles Chile, 25 de noviembre (actual Nuestra Señora de la Asunción), Palma y Estrella. Para depositar los restos del Mcal. López en el Panteón Nacional de los Héroes fue necesario la localización y exhumación de los restos del Mcal. López. Una vez hallados los restos fueron trasladados en el cañonero Humaitá a Asunción, llegando al puerto de la capital el domingo once a las diez horas.
Los restos del Mcal. López fue depositado en el Panteón Nacional de los Héroes el día doce de octubre de 1936. De esta forma, la figura del Mcal. Francisco Solano López ascendió a ser considerado como el Héroe Máximo de la República del Paraguay, adquiriendo una imagen positiva y triunfal, convirtiéndose en conductor nacional y hacedor de la historia patria. El revisionismo “conllevaba la apología del gobernante fuerte, del “mesías” militar, depositario y salvador de la nacionalidad” . Al punto de ser considerado el prohombre de la Nación y modelo a ser imitado por que reúne las características de la raza paraguaya, según la óptica de sus reivindicadores.
Un fenómeno asociado al culto del Mcal. López fue la nacionalización del centro asunceno. Este fenómeno se observa a través de varios aspectos. Uno de ellos es el nombre de las calles, la mayoría de ellos llevan nombres de héroes que hacen recordar acontecimientos importantes de nuestra historia. Así nombres como López, Caballero, Díaz, Iturbe, Yegros, De la Mora, Humaitá, Cerro Corá, entre otros, configuran el tejido simbólico de una Nación que “se superó en la derrota” . Los símbolos y los rituales son agentes determinantes en la instauración de la identidad nacional.
“La conciencia de formar una comunidad se crea mediante el uso de símbolos y la repetición de rituales que inyectan energía a los miembros de la nación”. Esto se da a través de acontecimientos que ayuden a afianzar la unidad, como festividades, símbolos, ya sean palabras, objetos o signos.
Lo que se observa es que existe una patrimonialización de los lugares históricos mencionados, y este fenómeno se acentuó aún más en las siguientes décadas, instalando “en la duración un metadiscurso sobre el pasado” . No debemos olvidar que la conciencia colectiva de una determinada sociedad se plasma tanto en la práctica de los sujetos como en los lugares, de ahí la importancia del diseño de los espacios públicos, de los monumentos, las corrientes estéticas, etc., que determinan e imponen, en un determinado momento de poder, determinados imaginarios sociales. Existe una representación del pasado a través de los espacios físicos, con un claro objetivo de buscar la cohesión social, tratando de hacer recordar el heroísmo del pueblo paraguayo. El nuevo régimen instaurado tras la Revolución de febrero de 1936 adoptó el nacionalismo como política de Estado, volviéndose a partir de allí un elemento gravitante en el sistema político. Al decir de Capdevila, “El movimiento de masas que se cristalizó en la apoteosis de Francisco Solano López sacó provecho de las dinámicas culturales de la guerra, de la aspiración al consenso y del culto a los jefes, de la consolidación de los valores marciales y de una relectura del pasado cercano vinculada al acontecimiento que acababa de producirse en el Chaco”.
1- AMARAL, Raúl. 2003. Escritos Paraguayos. 2da. Parte. El Magisterio de la Libertad. Ed. Distribuidora Quevedo, p. 104.
2- AMARAL, Raúl. 2003. El Magisterio de la Libertad…Op. Cit. p. 104.
3- AMARAL, Raúl. 2003. El Magisterio de la Libertad…Op. Cit. p. 106
4- O’LEARY, Juan Emiliano. 1982. Prosa Polémica. Asunción, Ed. Napa, p. 141.
5- Proclama del Ejército Libertador. Asunción, Febrero 17 de 1936.
6- Decreto N° 66. Artículo 1°. A asunción, Marzo, 1° de 1936.
7- GUIBERNAU, Montserrat. Los Nacionalismos. Barcelona, Ed. Ariel, p. 98.
8- Decreto N° 66. Artículo 2°. Asunción, Marzo, 1° de 1936.
9- Decreto N° 66. Asunción, Marzo, 1° de 1936.
10- Decreto N° 66. Artículo 3°. Asunción, Marzo, 1° de 1936.
11- Discurso pronunciado por el Presidente Provisional de la República Cnel. Rafael Franco. Asunción, Marzo, 1° de 1936.
12- Decreto N° 4834. Artículo 1°. Asunción, setiembre 14 de 1936.
13- CARDOZO, Efraín. 23 de Octubre. Buenos Aires, Ed. Guairá, 1956, p. 24
14- CAPDEVILA, Luc. El Macizo de la Guerra de la Triple Alianza como substrato de la identidad paraguaya. CERHIO UMR 6258/Université Rennes 2, p. 1
15- GUIBERNAU, Montserrat. Los Nacionalismos. Barcelona, Ed. Ariel, p. 94.
16- Ídem, p. 2
17- CAPDEVILA, Luc. 2010. Una guerra total: Paraguay, 1864-1870. Asunción, CEAUC, p. 223.