Muchos observaban con curiosidad los escenarios de los enfrentamientos, las paredes mordidas de balas, vehículos destrozados por las explosiones, los tanques y los soldados que regresaban a sus cuarteles.
En pocas horas, una espontánea manifestación de algarabía ciudadana ganó las calles. Personas que gritaban y lloraban de alegría, mientras se abrazaban unas a otras.
Desde muy temprano, una multitud se congregó frente al Panteón de los Héroes, donde conocidos disidentes perseguidos por el stronismo, como Domingo Laíno, Tito Saguier., Humberto Rubin y otros, pronunciaron discursos.
En horas de la tarde, el general Andrés Rodríguez juró como presidente provisional ante una muchedumbre reunida frente al Palacio de Gobierno y convocó a elecciones, marcando el principio de una nueva era política.
EXILIO. Tras permanecer como “huésped” durante dos días en la sede de la Caballería, residiendo en la casa del general Andrés Rodríguez, con los miembros de su familia, finalmente el general Alfredo Stroessner aceptó el asilo que le ofreció el Gobierno del Brasil.
Varias veces, Stroessner intentó entrevistarse con Rodríguez, pero el mismo no accedió a verlo personalmente. Los mensajes se hacían llegar siempre a través de intermediarios.
A las 17.00 del día domingo 5 de febrero, junto con sus familiares, Stroessner abordó un vuelo especial de Líneas Aéreas Paraguayas (LAP), que lo transportó al Brasil. Una multitud de personas acudió al aeropuerto a despedirlo con gritos de repudio.
El ex dictador estuvo unos meses en Itumbiaria, luego en Guaratuba y finalmente se radicó en Brasilia, donde murió el 16 de agosto de 2006. Aunque siempre dijo que añoraba el Paraguay, nunca aceptó someterse a la Justicia y rendir cuentas por las acusaciones, para poder regresar al país.