Los efectivos de la Armada, bajo el mando del vicealmirante Eduardo González Petit, se encargaron de la toma del Palacio de Gobierno y del Cuartel de Policía, donde encontraron mucha resistencia armada.
A las 22.31 se inició el ataque contra la Policía, con un fuerte intercambio de disparos.
Un grupo de actores de teatro, que habían finalizado un taller en la Universidad Católica, se encontraban brindando en un bar de la Costanera cuando fueron sorprendidos por el fuego cruzado y debieron refugiarse en una pequeña casilla de madera, hasta el final.
“Los ecos de balas, morteros, metrallas, parecían sonar ahí nomás, sobre nuestras cabezas”, recuerda la actriz y directora teatral Raquel Rojas, quien se hallaba en ese grupo de casi cincuenta civiles atrapados en medio de la balacera.
BANDERA BLANCA. A las 23.35, luego de casi una hora de combate, con varios muertos y heridos, asoma un oficial con una bandera blanca desde el interior del Cuartel de Policía, por la puerta de entrada principal.
El teniente Aldo Gini ordena el alto el fuego. Sale el coronel Saúl Machuca Godoy e informa que la Policía decidió rendirse, y que el jefe de Policía, Alcibiades Brítez Borges, se encontraba en su despacho, pero exigía la presencia de un oficial superior para entregarse. El capitán López Moreira se hace cargo de su captura y su traslado a la Caballería. Los demás policías son puestos cuerpo a tierra, registrados y alzados a unos camiones.
El teniente Celso Martínez irrumpió con sus tropas en el temible Departamento de Investigaciones, ordenando que se entreguen. El director, Pastor Coronel, le respondió: “Soy el jefe aquí”. Con el arma apuntando a su cabeza, Martínez le gritó: “Habrá sido el jefe. ¡Cuerpo a tierra!”.
RESISTENCIA. De todos los objetivos, los que más resistieron fueron los efectivos del Regimiento Escolta Presidencial, bajo el mando del mayor Dos Santos, encargado de la guardia del Palacio de Gobierno.
No pudieron ser sorprendidos y recibieron a balazos a los grupos comandos de la Armada, con quienes sostuvieron un combate que se prolongó hasta casi el amanecer.
La razón fue que habían perdido toda comunicación, estaban aislados y no sabían que Stroessner ya se había rendido.
El ataque al Palacio de López estuvo apoyado por los buques Cabral e Itaipú, fondeados en la Bahía, que disparaban cañonazos. Fue decisivo para que finalmente la casa de Gobierno sea tomada, cerca las 5.00 de la mañana.