En el documento fiscal se detalla el modus operandi de esta estructura criminal que incluye a otras 21 personas también imputadas, pero se focaliza en Nenecho por el rango que ostenta, ya que en su calidad de intendente “sería la única persona capaz y con el liderazgo suficiente” para cometer los hechos punibles. En lenguaje coloquial sería como el jefe de la banda. Hay de todo, desde sobrefacturaciones, compras fantasma, simulación de compras, etc. El supuesto robo cercano a G. 1.800 millones se dio en la época de pandemia que paralizó al mundo y que se llevó la vida de casi 20 mil personas en el país.
Esta imputación se da casi 4 años después. Con el poder que ostenta y la protección que asegura tener de la ANR, la investigación por otro caso mucho más escandaloso, el supuesto desvío de G. 500 mil millones en bonos, llevará otro tanto, cuando ya Asunción esté en manos de otro intendente. El caso de los “detergentes de oro”, que enriqueció a su jefe de gabinete Wilfrido Cáceres, procesado por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, es la punta del iceberg.
El caso Nenecho empezó a hacer sonar alarmas en la ANR. Tanto que algunos ya plantean la intervención de la administración. El PLRA pide su renuncia al cargo y asi elegir nuevo intendente para completar el periodo hasta el 2026. Pero él está tranquillo, porque afirma tener el respaldo total de Horacio Cartes porque es inocente de los cargos.
Al fallecido Blas N. Riquelme, senador y presidente de la ANR, se lo recuerda por sus frases memorables, simples y pragmáticas, que definían el escenario colorado. Una de ellas es “por ahora”, como definición de la fugacidad en coyunturas calientes.
En política los blindajes se disuelven cuando el protegido no puede demostrar su inocencia o su grosera corrupción a pesar de las influencias en la Justicia (como Ñoño Núñez, el hermano del poderoso senador Bachi, cuyos robos del Fonacide son indefendibles). Estos días serán claves para Nenecho y el grado del cinismo político. Primero, se verá si le sueltan la mano, lo que se verá en los votos en la Junta Municipal (dominada totalmente por la ANR) y luego en la Cámara de Diputados controlada totalmente por el cartismo, que debe aprobar la intervención.
CUIDADO CON EL OSO. Esta semana ha sido prolífica también en mostrar otras aristas de la corrupción y la prepotencia política. El diputado Jatar Fernández, ejemplar de la deleznable estafa electoral que apenas ocupó su banca abandonó la oposición para sumarse al cartismo, es noticia nuevamente no por su transfuguismo o por insultar al pueblo paraguayo por ser “haragán y no pagar sus impuestos”, sino por los escandalosos privilegios que rayan el delito. Primero fue la denuncia de un ex funcionario de su oficina que lo acusa de obligarlo a hacer tareas domésticas. Con ínfulas de señor feudal, otro ciudadano lo acusa de invadir sus tierras, otra familia de quedarse con su negocio de una embotelladora. Se supo también que no pagaba el Impuesto a la Renta Personal. Y eso que hace apenas un año que “trabaja” en política. El cartel que da la bienvenida a la propiedad en disputa lo pinta de cuero entero: “La Guarida del general”, en homenaje al dictador stronista. En Diputados, la protección del oficialismo es vergonzosa. Por mucho menos descabezaron a la senadora Kattya González.
LA CASTA. Para cerrar la semana, los parlamentarios, no contentos con sus privilegios políticos, judiciales y económicos, agregaron una nueva prebenda a sus cómodas vidas. Ahora, el pueblo, que en un 70% tiene trabajo informal y jamás tendrá jubilación, volverá a costear la jubilación vip de los parlamentarios, a través del subsidio estatal de G. 2.500 millones, según decidió el Senado. Los trabajadores comunes deben aportar 30 años y tener 60 años para gozar de una modesta pensión, mientras los legisladores con 15 años de aporte y 55 años, en caso que sean electos por tres periodos, ya pueden gozar de sus haberes jubilatorios. Los que estuvieron solamente uno o dos periodos (5 o 10 años, respectivamente), tienen la posibilidad de seguir pagando para lograr la jubilación plena. Como dijo un político retirado, los senadores dieron una clase maestra que sonrojaría al mismísimo creador de la estafa Ponzi.
El Congreso cada día se supera en mostrar que, salvo honrosas excepciones cuyas voces se acallan por la brutal mayoría colorada y sus satélites, es una guarida de prepotentes, corruptos, protectores de delincuentes de toda calaña que con descaro se otorgan privilegios escandalosos frente a una ciudadanía cada vez más empobrecida y desprotegida, mientras ve cómo “sus representantes” perfeccionan ese mundo de pompas en el que viven.
