Ramona e Ignacio Flores son dos hermanos que de pequeños fueron abandonados por su madre, junto con otro de sus hermanos que ya falleció. La mamá partió de su vivienda con sus dos hijas más chicas, Mercedes y Benita Flores, pero finalmente las dos pequeñas también quedaron desamparadas por el camino.
Hace poco más de un año, los hermanos Flores se enteraron de que tenían una media hermana que vivía en la Argentina, por lo que se pusieron en campaña para poder ubicarla. Este último viernes, tras una larga búsqueda y haberla contactado, pudieron conocer a su hermana Claudia Mercedes Romero, de 53 años.
Romero arribó al país por el Puerto Iguazú el último jueves, a fin de conocer a sus hermanos. Primero se encontró con Ignacio, quien vive en Ciudad del Este, Departamento de Alto Paraná, y para este viernes, ambos se trasladaron hasta San Lorenzo, Departamento Central, donde se encuentran compartiendo con toda la familia.
En una entrevista exclusiva con Última Hora, tanto Ramona como sus demás hermanos manifestaron entre lágrimas su felicidad por haber logrado el tan anhelado encuentro familiar.
“Estoy muy feliz. Ya no le suelto más ni por pandemia”, expresa entre risas y emoción Ramona, fundiéndose en un emotivo abrazo con Claudia.
Mientras tanto, don Ignacio, con la voz entrecortada por el llanto, señala que el encuentro con su hermana “es una sensación de paz y felicidad” y que se encuentra “más que agradecido con Dios” por esta oportunidad.
Sin embargo, reconoce que con todo lo vivido también se le genera una serie de preguntas y cuestionamientos, ante la forma en que actuó su madre —de nombre Elena, fallecida hace alrededor de un año— al desampararlos y no otorgarles la posibilidad de conocerse.
Por su parte, Claudia resalta que desde que llegó a Paraguay una mezcla de sentimientos la invade, debido a lo que significa para ella poder conocer a sus hermanos y llegar a parte importante de su identidad.
Según cuenta, fue abandonada por su madre de bebé en Argentina y fue acogida de casa en casa sin siquiera contar con un nombre oficial. No obstante, a los 4 años fue finalmente adoptada por una familia con quien vivió toda su vida en el vecino país.
Asimismo, relata que pudo conocer a su madre biológica a los 16 años, pero lamentó que nunca logró tener un buen relacionamiento con ella, al igual que Ramona. Esta última incluso señala que cuando intentó acercarse a su madre, esta la rechazó.
Desde el abandono hasta el encuentro
De acuerdo con el relato de los hermanos, la señora Elena salió de la casa en el año 1964, junto con Mercedes y Benita Flores —esta última tenía en ese entonces apenas 4 meses de edad—, por lo que los tres hermanos, de 8, 5 y 4 años, quedaron al cuidado del padre.
Tiempo después, el papá recibió la información de que las pequeñas Mercedes y Benita estaban con su madre en Encarnación, Departamento de Itapúa, por lo que con sus tres hijos decidió emprender camino en busca de sus otras dos niñas.
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Sin embargo, en el sitio ya no se encontraba viviendo la madre y las pequeñas fueron entregadas a la abuela. Por ello, el padre decidió traerlas y los cinco hermanos volvieron a unirse. “Nos fuimos tres, pero volvimos cinco y desde ese entonces, ya no nos separamos”, expresa al respecto ña Ramona.
Lamentablemente, para el año 1974 el papá de los hermanos Flores falleció y desde ese momento, los hijos se quedaron con unos tíos, mientras que para el 2012 el hermano mayor —Digno— también falleció.
Ahora, si bien los cuatro hermanos celebran el esperado encuentro con Claudia, los mismos tienen la esperanza de confirmar próximamente si tienen o no otro hermano que aún no han podido conocer, debido a que tienen sospechas sobre la existencia de un sexto hermano.
Tras describir todo lo que les tocó vivir, los hermanos Benita, Ignacio, Mercedes, Claudia y Ramona dejan un mensaje de superación a toda la ciudadanía, ya que pese a toda la historia de repetitivos abandonos, cada uno de ellos pudo salir adelante.