La historia de Karai Kolá y Ña Saturnina fue grabada en el patio de la casa familiar ubicado en el barrio San Pedro, de Caaguazú, utilizando celulares para las tomas de escena, siguiendo un guion preparado de manera conjunta entre mamá y papá.
En la historia, Ña Saturnina, encarnada por Dana Esther Sánchez Bogado de 7 años, se presenta como la almacenera de barrio que brinda crédito para la compra de productos de primera necesidad a sus clientes. Uno de los beneficiados es Don Kolá, personaje interpretado por Abraham David Sánchez Bogado, de 9 años, que arrastra una cadena de falta de pagos a pesar de haber sido adjudicado con un interesante monto de dinero en un juego de azar.
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Ña Saturnina toma coraje y se dirige a la casa de Don Kola para reclamar el pago pendiente. La sorpresa de la “despensera” es que el deudor estaba preparando una gran “asadeada” para compartir con sus amigos del barrio. La comerciante no tuvo problemas en secuestrar a cambio de la deuda el único ejemplar porcino que el hombre tenía en la casa. Tras esta experiencia, Don Kolá encontró todas las puertas de crédito cerrada, en sus alrededores.
La espontaneidad en la actuación de estos hermanos, sumada a la realidad que se vive en varias zonas del país, semejante a la historia descrita en los cortos, acapararon la atención, llevando a que el material se viralice en todas las redes sociales.
Lo que en principio fue un juego familiar entre padres e hijos derivó en un éxito rotundo certificado por la aceptación del público en las dichas plataformas.
Comenzó como un juego
Dana Esther cursa el segundo grado, mientras que Abraham David está en el cuarto. Estos hermanos van a la Escuela Arsenio Vázquez del mencionado barrio.
Los jóvenes padres, Vilda Esther Bogado Cantero y Aldo Sánchez, explicaron que todo comenzó como un juego. Las grabaciones realizadas con celular fueron compartidas en las redes. Con cada material publicado se sentían el agrado de la gente. Hace 15 días aproximadamente se cerró la historia con el sexto capítulo del corto, dejando como enseñanza que la mentira y la falta de pago aíslan a las personas en su entorno social.
“Esperamos seguir con este juego que les encanta a nuestros hijos. Nos gustaría perfeccionar la actuación de ellos con profesionales para cumplir con los sueños de Abraham y Dana”, dijo Vilda Esther, la orgullosa mamá dispuesta a apoyar decididamente el arte de sus hijos que a pesar de sus cortas edades se han convertido en reconocidos personajes de las redes sociales.