Por Virgilio Cáceres Tw @VirgilioCceres
El 2 de diciembre tuvo una audiencia con el arzobispo Edmundo Valenzuela, pero fue lamentable para la joven: no recibió respuesta. Pide justicia y contención. Su deseo es que se depure la Iglesia y recomienda a las otras –supuestas– víctimas del cura –con dos de ellas contactó, dice– que hablen y que no callen, pese a las presiones de sus familiares.
–¿Por qué te animaste a denunciar el caso?
–Porque no obtuve respuesta favorable de la Iglesia. Quise que no trascendiera. Esperé que me dijera (Edmundo Valenzuela) más que un “oren por él”. Solo dijo que seamos cautelosos y prudentes y que tenemos que respetar la dignidad del sacerdote. Pero dónde queda la víctima, le pregunté y quedó en silencio. En la entrevista solo preguntó, no dio respuestas, más bien quería encubrir todo. Salí muy insatisfecha y decepcionada, no esperé eso de una máxima autoridad.
En oración pedimos con mi grupo para saber cómo abordar y saber qué hacer; lo hicimos confiando en Dios.
–¿Qué te dice la gente que ya sabe del caso y que a veces defiende a religiosos?
–Me dicen algunos que si yo hago saber esto a la prensa voy a ensuciar a la Iglesia. Y no, no es así; la Iglesia ya está sucia porque la estructura que está dentro es la que cada día está manchando. Son ellos los que deben salir y no nosotros que estamos haciendo bien nuestro trabajo, nuestro servicio. En cambio, ellos no. Se aprovechan de la autoridad que tienen para hacer esas cosas.
–¿Es la primera vez que se propasó contigo el párroco?
–Ahora, al analizar todo, me doy cuenta de que algunas acciones eran en verdad insinuaciones. Antes me tocaba la oreja y el pelo, me pedía que le haga masajes. Al principio uno no va a malinterpretar por tratarse de un sacerdote y sobre todo porque yo trabajaba de cerca con él. Venía y me abrazaba, pero a mí siempre me incomodó y era por algo.
–¿Crees que la Iglesia apartará al sacerdote?
–No podemos tener a gente así en nuestra Iglesia, queremos una Iglesia limpia. Porque uno se pregunta si Jesús quiere a gente así y obviamente que no. Pedimos tolerancia cero, que no se encubra más a los sacerdotes; eso es lo que hace la Iglesia. Es un pedido tanto para nuestros pastores y a nuestra gente misma.
–¿Quedaste como la mala de la iglesia?
–Mucha gente me trata raro, me duele, pero es la hora de anunciar y de denunciar. Hay más víctimas y puede haber más. Ya no hay que callar.
–¿En Limpio y en el país hay más víctimas, crees?
–Sí, muchísimas. Creo que hay, y no se sabe porque la gente no habla por temor o por vergüenza, porque a la Iglesia se le tiene como autoridad máxima y entonces se callan por miedo a que les hagan algo, porque dentro de la Iglesia hay gente mala que puede hacerte cualquier cosa.
–¿Qué tipo de acosos sufrieron las otras en tu parroquia?
–Una me dice que recibió acosos por mensajes, pero me contó que ya borró todo; también le tocaba la mano cuando iba a la casa parroquial. La otra víctima habló conmigo y contó que varias veces el párroco le intentó besar, pero ella no va a hablar. Desde el inicio estamos insistiendo en que hablen.
–¿Qué pedís a las autoridades eclesiales?
–Pido que se haga justicia, porque no soy solo yo la víctima. Hay más, yo hablé con dos. Todas no quieren denunciar por temor al qué dirán. Además, reciben presión de sus familiares para no escandalizar. No quieren dar la cara por el miedo y porque cuesta realmente hablar del tema, porque se les tiene a los sacerdotes como alguien que nunca van a hacer algo así. La gente les defiende mucho a los sacerdotes y se les encubre porque ellos tienen poder.
A las víctimas les digo que si nos unimos, se sabrá la verdad. Si declaran podremos luchar contra esto, que es violencia contra la mujer. No puede quedar impune esto.
–¿Por qué crees que ahora toman en serio el caso?
–Creo que se llegó a sacar del cargo al padre Silvestre solo porque trascendió ante la prensa. Ellos al principio no hicieron nada. Incluso, cuando fui a la audiencia con Edmundo Valenzuela me dijeron que si estaba segura de mi denuncia, porque mi versión era como una declaración. Me querían tipo presionar para retroceder, pero no dudé y dije que sí estaba segura.
–¿Te volvieron a buscar las máximas autoridades?
–Sí, me volvieron a buscar para ir a declarar. Lo que no entiendo es por qué me dijo en la audiencia que mi versión era una declaración y ahora vuelven a pedirme que vaya. No sé qué quieren escuchar; el audio mismo es contundente. El audio, según las señoras de la parroquia, es cosa de Satanás, pero no se puede tapar el sol con un dedo. Qué pruebas más quieren.
–¿Es cierto que hay un equipo de la Iglesia que se conformó para investigar?
–Nos dijeron que sí hay, pero nosotros no confiamos en ellos, en absoluto, nada, porque trataron de encubrir y no hay garantías para nosotros.
–¿Escuchaste el audio en donde el padre reconoció que te manoseó?
–Me molestó porque quiso arreglar con una disculpa. No me buscó ni asumió al principio. Es difícil para mí acercarme porque él dañó mi integridad y por eso no me animo más a pisar la parroquia. Ahora mismo sigo afectada, al principio no podía dormir. Es difícil volver a confiar en los demás sacerdotes y sobre todo a quien no conoces.