18 oct. 2024

La impávida complicidad de los concejales

Impasibles ante lo que sucede frente a sus narices, una mayoría de concejales asuncenos votaron despreocupadamente por aprobar un nuevo endeudamiento de la administración municipal por casi 280.000 millones de guaraníes. No se inmutaron por el escándalo que significa el destino incierto de los 500.000 millones de los bonos que eran para obras y se utilizaron en gastos corrientes.
Tampoco les impresionó que se descubriera que Wilfrido Cáceres, el ex jefe de Gabinete de Nenecho, se construyera durante la pandemia unas mansiones fastuosas. Y que Lizarella, su esposa, también revelara una taumatúrgica destreza inmobiliaria.

Que la Contraloría General de la República, con un rotundo informe sobre el uso de los bonos, haya solicitado a la Fiscalía General que investigue, y que esta allanara la Intendencia y ciertas oficinas de la Junta Municipal, no les pareció relevante a dichos concejales. Pese a las advertencias de que la Municipalidad está endeudada hasta más allá del cuello y que está entrando en un default selectivo, ellos no tuvieron problemas en aprobar lo solicitado por el intendente. Y lo hicieron con los ojos cerrados, porque no se preocuparon en exigir la documentación que respalde los detalles del préstamo ni los contratos con los bancos.

Tanta tranquilidad me abruma. ¿Por qué lo hacen? ¿Cómo pueden ser tan irresponsables, actuando en contra de los ciudadanos que, tarde o temprano, terminarán pagando este despilfarro? Todos ellos saben que esa postura no tiene lógica y es impopular, pero solo una minoría se opone con sus votos. Prueba de que lo saben es que los concejales que aprobaron el endeudamiento se opusieron al voto nominal, intentando esconder sus nombres. Igual se supo cómo votaron.

Fueron catorce, de los cuales once eran de la bancada cartista, correligionarios de Nenecho. Pero también se sumaron, sin ninguna sorpresa, tres liberales –Augusto Wagner, Ramón Ortiz y Félix Ayala–, quienes son cercanos al nuevo movimiento partidario, paradójicamente llamado Nuevo Liberalismo. El concejal Wagner es un caso de estudio. Nunca habla, no lo entrevistan, no exhibe mayores dotes políticas, pero es el referente liberal más importante de la capital, donde todo pasa por él. Sobre todo, cuando se habla del funcionariado municipal, ámbito en el que sus habilidades clientelísticas lo convirtieron en el edil más antiguo de la ciudad. El éxito personal de Wagner es inversamente proporcional al descrédito liberal: Hoy no tiene un solo diputado por Asunción.

Hace mucho tiempo que la prensa casi no cubre las actividades de la Junta Municipal por la irrelevancia y chatura de sus discusiones. Pero la última sesión, en la que se esperaba que los concejales frenaran este derroche de dinero público suscitó una atención mediática inusitada. Por eso, no pasó desapercibida la ausencia de la patriaqueridista Pauli Serrano, sin que, hasta ahora, se escuchara una explicación convincente.

Estos concejales también están enterados del artículo 276 de la Ley Orgánica Municipal que establece que “Los miembros de la Junta serán personalmente responsables con sus bienes por los perjuicios ocasionados a la Municipalidad en el ejercicio de sus funciones (…)”. Sin embargo, actúan temerariamente.

Vuelvo a preguntarme, ¿por qué lo hacen? Se me ocurren tres explicaciones. La primera es que tanta hegemonía cartista, casi sin contrapesos, lleva a estos arrebatos de soberbia. La sensación de que la impunidad está asegurada y será eterna les hace perder el miedo a eventuales castigos. La segunda nos conduce a la comprobación, en Asunción y casi todo el país, de la espantosa degradación del nivel de los representantes populares. La corrupción y la inmoralidad privilegian los intereses personales de quienes llegan a los cargos.

Y la última es la indiferencia ciudadana. Ese silencio largo e indolente ante los abusos de las autoridades explica la osadía de los concejales. Los dejamos en paz, no les decimos nada y, con masoquista frecuencia, los volvemos a votar. En el fondo, también somos cómplices.

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