PARACELSUS. Este suizo fue influyente en la primera mitad del XVI. Alquimista, médico y astrólogo, se ha hecho famoso por el significado que le había dado a la dosis en todo proceso químico (“Nada es veneno y todo es veneno: depende de la dosis!”). Tenía un nombre larguísimo y complicado en alemán que prefirió adoptar el que ha llevado públicamente y que significa «igual o semejante a Celso», un médico romano del siglo I. La alquimia para Paracelso no era solo un método para adquirir medicamentos en estado puro. Era algo mucho más místico. Creía que las plantas y minerales tenían fuerzas ocultas pudiendo reconocer y separar esas fuerzas, que tenían aludidamente el poder espiritual para sanar.
El refranero español de la Edad Media lo pone en estos términos: “Carrera que da el caballo, en el cuerpo la lleva!” poniendo énfasis en lo experimentado: Y “La mejor tecnología es la experiencia acumulada”! En esa tarea interdisciplinaria se llega a mejor puerto a través de los significados e imágenes que inspiran las palabras y el lenguaje.
SHAKESPEARE. Dramaturgo, poeta y actor inglés de la segunda mitad del siglo XVI y primer quinquenio del XVII. Es el escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal. El dramaturgo utilizó en sus obras y poemas más de 28 mil palabras distintas, incluyendo entre 1700 y 2200 nuevos términos desconocidos hasta ese momento en dicho idioma. En su prolífica creación literaria se encuentran unas 38 obras y 154 sonetos. A juzgar por algunos especialistas, Hamlet es considerada la mejor obra de teatro jamás escrita. Se cree que se publicó en 1601. La historia gira en torno a la familia y la venganza. Según otros especialistas, su obra más excelsa es la tragedia de amor de “Romeo y Julieta": “mejor la muerte que vivir separados!” Sus familias, irreconciliablemente enemistadas, se unieron después de la fatalidad.
Su valiosa aportación como dramaturgo y poeta la convierte en el paradigma literario por excelencia. Shakespeare fue venerado ya en su tiempo, pero su reputación no alcanzó las más altas cotas sino hasta el siglo XIX. Los “románticos”, particularmente, aclamaron su genio, y los “victorianos” lo adoraban con una devoción que George Bernard Shaw denominó “bardolatría”. Shakespeare, más que ningún otro, ha realzado hasta lo sublime la importancia del lenguaje como expresión magnífica de realidad y fantasía.
GOETHE. Un genio en materia de palabras y lenguajes literarios. Johann Wolfgang tuvo su influjo en la segunda mitad del siglo XVIII y primer tercio de siglo del XIX. Fue dramaturgo, novelista, poeta y naturalista alemán, contribuyente fundamental del “romanticismo”, sobre el que impactó con fuerza. En palabras de George Eliot (1819-1880), es el más grande en lenguaje alemán... y el último literato universal. Su novela Wilhelm Meister fue citada por Arthur Schopenhauer como una de las cuatro mejores novelas jamás escritas junto con Tristram Shandy, La Nouvelle Heloïse y Don Quijote. Fue el principal miembro del movimiento “Sturm und Drang” (tormenta y urgimiento), movimiento literario juvenil que surgió entre 1770 y 1785 como reacción contra la Ilustración y acaso una primera manifestación del movimiento romántico alemán, ergo del Romanticismo.
Su obra cumbre fue el “Fausto”, influyente también en el Círculo de Weimar, cuna de la intelectualidad alemana en esa época. La historia de Fausto, doctor en teología, en su búsqueda del conocimiento decide vender su alma al Diablo para conseguir los favores de uno de sus siervos, el demonio Mefistófeles. Esta obra excelsa tuvo sus repercusiones criollas también en Buenos Aires y alrededores. Incluso en cotidianeidades su lenguaje fue influyente y admirable. He aquí tan solo un ejemplo: “Geselle Dich der kleinsten Schar! (Únete a los círculos más pequeños: te tratarán como parte de la familia!).
(Continuará)