El hospital, situado en la ciudad sagrada de Mathura, en el norte de la India, fue inaugurado a principios de este mes y alberga ya a 23 elefantes bajo el cobijo de la organización ecologista Wildlife SOS y un equipo de más de una veintena de especialistas.
Los cuidadores miman a diario a los paquidermos, a los que tratan sus heridas y los alimentan con una dieta que se basa principalmente en fruta y cañas de azúcar, además de darles baños frecuentes.
La India alberga una población de unos 27.700 elefantes salvajes, en torno a la mitad del total de paquidermos en Asia, que están desperdigados en una treintena de reservas situadas sobre todo en el sur y el noreste del país.
A estos elefantes en libertad se suman cerca de 3.500 que se encuentran en cautiverio, explica a Efe uno de los instructores del centro Wildlife SOS, Shivam Rai, que revela que la explotación de estos animales ha sido en algunos casos “en nombre de la religión”, especialmente “en el sur de la India”.
Animales “sagrados”
Estas criaturas gigantescas son obligadas a permanecer durante horas de pie en el exterior de los templos para impresionar a todo aquel que acude y recibir así a cambio una moneda de “bendición”.
En el gigante asiático estos majestuosos animales son considerados animales “sagrados” al ser relacionados con Ganesha, el dios elefante, que es ampliamente reverenciado como el removedor de obstáculos y señor de la abundancia.
“Todos van y pagan por obtener una bendición, pero el pobre animal es torturado, entonces ¿qué bendición recibes?”, inquirió a Efe el director de proyectos de Wildlife SOS, Baiju Raj, en compañía de Gajraaj (“el rey elefante”, en hindi), que había permanecido más de 50 años en el exterior de un templo en el estado occidental de Maharashtra.
Ahora Gajraaj es atendido en este hospital, que cuenta con un gran espacio para que puedan pasear en libertad, además de un equipo de radiografía digital y una ambulancia para transportar a los paquidermos, con capacidad para cargar más de dos toneladas.
En el cuerpo de Gajraaj se reflejan aún los maltratos que le causó su anterior Mahout (“cuidador de elefantes”, en hindi): dos huecos en la parte trasera y delantera de su cuerpo causados por la aguijada, instrumento con un extremo de hierro con forma de anzuelo utilizado comúnmente para controlar a los elefantes.
Además, en varios estados indios se emplean los elefantes para el turismo, trabajos de carga y entretenimiento en los circos.
Encerradas y maltratadas
Mía y Rhea fueron rescatadas en 2015 tras permanecer décadas en un circo, un trabajo que les causó graves daños psicológicos y físicos, sobre todo en sus patas y uñas.
“Es un problema crónico, tenemos que curarlas varias veces al día, dándoles baños en los pies”, explicó a Efe Yadhu Raj, un veterinario que trabaja desde hace ocho años con Wildlife SOS.
Estas dos elefantas mantienen sus patas en unos contenedores de plástico que se rellenan con “una solución medicinal” para aliviar el dolor.
Mientras reciben el tratamiento, una trabajador del hospital mantiene frente al paquidermo un contenedor lleno de frutas para distraerlo, lo que evita que tengan que usar la fuerza o atarlo.
“Tratamos de hacer esto de una manera más positiva”, aseveró Yadhu.
En la entrada del hospital hay expuestos grandes letreros que describen la situación de los elefantes a su llegada y después del tratamiento, unos cuidados que estos animales siempre recordarán.
“Si ayudas a un elefante, nunca lo olvidará. Si eres cruel con el elefante, tampoco lo olvidará”, concluyó Baiju.