Es que el uso de la IA ya se expandió a todos los ámbitos de la vida y la Justicia, por supuesto, no es la excepción. En Colombia, hace poco, criticaban a un ministro de la Corte que usó esta tecnología en uno de sus fallos, pero se olvidó de sacar los consejos que daba la aplicación, lo que lo puso al descubierto.
En el ámbito docente se convirtió en una herramienta muy útil, pero también hizo que muchos estudiantes entregaran sus trabajos hechos con esta tecnología, sin poner el mínimo esfuerzo, salvo la impresión del material. No es que esté en contra de su uso, pero solo como una herramienta, no para reemplazar el proceso enseñanza-aprendizaje. Deberían conocer y entender primero lo básico. Luego podrán usarla para mejorar su trabajo si lo necesitan.
En una entrevista, el defensor General, Javier Esquivel, señalaba que los defensores públicos del Departamento Central, utilizaban esta herramienta para acelerar sus dictámenes.
Decía que este sistema electrónico les proponía las leyes aplicables, la última jurisprudencia del caso, la estrategia, de modo a que el defensor eligiera lo mejor para su causa. Es que, solo en el fuero de la Niñez, tenían unos 25 dictámenes por semana para presentar.
Sin embargo, Esquivel explicaba que ellos eran abogados, peticionantes, no resolvían las cuestiones. No tenían la limitación que tienen los jueces sobre las garantías constitucionales, específicamente del juez natural, que era el que debía resolver los casos.
Benítez Riera, titular de la Corte, en su discurso señalaba que la vigencia del Estado de Derecho, la institucionalidad democrática, la protección de derechos humanos, se tenían que tener muy en cuenta para el uso de esta herramienta tecnológica.
Advertía que “en el centro del servicio de Justicia está la persona humana con los derechos inalienables y nuestra función es contribuir a la paz social... La tecnología no puede suplantar el papel del juzgador o juzgadora. La independencia y la integridad de la justicia se basa en que estos valores sean aplicados en sus decisiones y no en la aplicación más o menos automatizada de pasos o soluciones procesales“.
“El juez o jueza tienen en sus manos y en su mente la aplicación de la ley. Son quienes tienen la capacidad de realizar juicios de valor, cosa que no se puede delegar a una máquina o a una aplicación tecnológica“, sostenía.
La realidad es que, cada vez más, los profesionales que tenemos en nuestro país están menos capacitados en sus respectivas áreas, lo que hace que se recurra con más frecuencia a esta herramienta para reemplazar su trabajo. Es que, si no pueden entender lo que leen, no podrán hilar ideas ni lograrán resolver problemas, algo que los jueces deben realizar todos los días. No obstante, lo que la IA no podrá reemplazar es el factor humano. Por más que haya incluso herramientas para “humanizar” los textos.
Aquí entra también el dilema ético que se tiene con el uso exclusivo de esta herramienta para los casos judiciales, principalmente. Darán pasos automatizados, pero deberá tenerse en cuenta siempre como centro al ser humano, como lo decía el presidente de la Corte.
La pregunta que queda de todo esto es que, si todo lo hace la Inteligencia Artificial, ¿cuál sería el propósito de elegir jueces? ¿Para qué tenemos que pagar miles de millones en salarios todos los años si podemos reemplazarlos con esta herramienta? Y esto es aplicable a todas las profesiones. De ahí que muchas labores van a desaparecer dentro de poco.