Rotela, conocido también como el zar del crac, condenado por narcotráfico, comenzó a ejercer su influencia hasta ser conocido hoy como el pez gordo al que sigue casi el 90% de la población de la cárcel más grande del país.
Fue así como sus adeptos bautizaron su amplio territorio con el nombre de La Jungla, la tierra donde rige la ley de Rotela, la ley del pez más gordo que se devora a los más chicos.
En Tacumbú, sus adeptos son los conocidos como pasilleros, presidiarios que viven a la intemperie, con nula posibilidad económica y cuyos recursos básicos son proveídos por el líder del clan, para ganarse su apoyo.
El comisario César Silguero, del Departamento de Crimen Organizado de la Policía, hablaba de unos cuatrocientos integrantes en el penal de Tacumbú, pero ese número podría ser mayor.
Las autoridades también manejan la información de que la influencia de La Jungla traspasó los muros de la penitenciaría de Asunción, donde son absoluta mayoría, y se filtró en la mayoría de los 16 establecimientos penitenciarios, sin perder de vista a los centros femeninos, que también son influenciados por el grupo de crimen organizado nacional, indicaron nuestras fuentes consultadas.
En los videos que se difundieron de la masacre ocurrida el pasado martes, donde filmaban cómo decapitaban cuerpos de internos, se puede ver hasta dónde puede llegar la violencia de los seguidores de Rotela, para defender los intereses de su líder.
CORRUPCIÓN. “Hay un descontrol interno y un sistema penitenciario traspasado por la corrupción; esa es la fortaleza de los grupos criminales como Rotela”, opina Orlando Castillo, comisionado del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, conocedor del sistema penitenciario, ya que fue director del Senaii.
Para el comisionado, existe un descontrol por causa del hacinamiento en los penales, generado, en su opinión, por el abuso de la prisión preventiva, que también es aprovechado por los líderes de las facciones. “Siete de cada 10 personas no tienen condena en la población penitenciaria. De los siete que murieron en el motín, solo dos estaban condenados; no se probó su culpabilidad en un juicio. Podemos decir que murieron cinco inocentes”, refirió.
EL ROL DE LA POLÍTICA. Castillo habla de un cogobierno en las cárceles debido a la corrupción que viene de antaño, que generó una crisis dentro del sistema. “La crisis no es solo económica, sino también política. Mucho tiempo, el sistema fue manoseado por la política. Se sabe que la corrupción en los penales genera maletines de dinero para campañas”, refiere.
El experto en derechos humanos admite que mantiene diferencias con la actual ministra de Justicia, Cecilia Pérez, pero afirma que en su opinión está tratando de hacer un trabajo técnico y que eso no debe ser estropeado por intereses electoralistas. “Hay que darle tiempo y herramientas”, afirma.
El Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura insiste en que la influencia de estos grupos amerita una cumbre de poderes, del Ejecutivo, Judicial y Legislativo, por tratarse de un tema de seguridad nacional.
Para Orlando Castillo, existen instituciones que deben dar mayores resultados, como la Secretaría Nacional de Inteligencia, cuya labor, una vez más, quedó retratada. “Pareciera ser que se creó para una suerte de pantalla, para mostrar que tenemos una secretaría de inteligencia. No se ven los resultados, porque no pudo articular con el sistema penitenciario. Esto que pasó, evidenció que es un fracaso”, concluye el comisionado.
¿Quién es Rotela?
El primer encuentro cara a cara de Armando Rotela con la Justicia se dio en su Tobatí natal en el año 2001, cuando contaba con tan solo 19 años. Hurto agravado y asociación criminal fueron las imputaciones que recibió y sería la puerta que lo ingresó al mundo del crimen organizado, tras las rejas. En el 2004 volvió a caer por lesión grave y en el 2008 por robo agravado. Para el 2007, ya la Policía manejaba la información de la utilización de niños, adolescentes y otras personas para el entonces novedoso sistema de venta al menudeo, conocido como delivery. En el 2011, la Policía logró llegar hasta él y fue detenido, en su casa del Bañado Sur, en la periferia de Asunción.
Al año siguiente, logró fugarse de la cárcel de Misiones, pero en el 2016 fue recapturado. Desde entonces, maneja los hilos de su organización desde su lugar de reclusión, en Tacumbú. El 17 de marzo del año pasado fue condenado a 19 años de prisión más ocho años de medidas de seguridad por posesión y tráfico de drogas.
Es conocido por su parco hablar y su amabilidad con sus compañeros y con los guardias. Sin embargo, su personalidad serena puede mutar al más sanguinario de los personajes, capaz de idear una masacre.
PCC, el enemigo declarado
El clan Rotela se disputa el control de las cárceles con el Primer Comando de la Capital, grupo criminal que tuvo su génesis en las cárceles de São Paulo, Brasil, y que se extendió hasta nuestro país, primero en la frontera con Pedro Juan Caballero, hasta filtrarse en las cárceles. Los investigadores también manejan el número de alrededor de 500 miembros “bautizados” a esta organización, pero el número podría ser mayor, debido a su influencia en la mayoría de las cárceles.
El PCC y el clan Rotela ya protagonizaron sangrientas luchas en el pasado. Una de las más recordadas es la del 16 de junio de 2019, que dejó nueve fallecidos, varios de ellos decapitados, y un tendal de heridos.
Según había manifestado el criminólogo Juan Martens, el grupo transnacional se caracteriza por su condición altruista, ya que se ocupa de las necesidades de los internos que viven en condiciones indignas y de esta forma se gana su lealtad.
El paso de un bando a otro puede ser motivo de la más cruel muerte, de acuerdo a como quedó evidenciado recientemente en Tacumbú.