Susana Oviedo
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No es de los que conceden entrevistas. De hecho, a ningún entrevistador le resulta cómodo pasar a ser el entrevistado. A sus 82 años, Humberto Rubin reacciona sorprendido frente a la consulta de si está en sus planes jubilarse. ¿Por qué me preguntás eso?, responde con otra interrogante, y tras una breve pausa para asimilar el tema, dice: “Siempre con los pies adelante”, y refuerza con un “estoy fuerte y seguiré en la radio”. Luego cambia de tono y agrega que tiene problemas pulmonares, pero que se acostumbró a vivir con EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y un enfisema. Cierra el punto con una frase que revela su gran pasión por la radiofonía: “El día que muera, seguramente será acá, en la radio”. Por sus años de lucha a favor de la libertad durante la dictadura stronista y su dilatada trayectoria al frente de Radio Ñandutí –que tiene 55 años– y en televisión, recurrimos a él para hablar sobre temas de la actualidad política. Además, porque dos de sus hijos, Hugo y Leo Rubin, están disputando, respectivamente, los cargos de senador y vicepresidente de la República, y porque Humberto habla sin pelos en la lengua.
–Desde su papel de periodista ha criticado el abuso de poder, la corrupción, el prebendarismo y otros males enraizados en la práctica política nacional. En un contexto tan corrompido, ¿cómo toma que dos de sus hijos militen políticamente, uno buscando su reelección en el Congreso y otro aspirando a ser electo vicepresidente de la República?
–Bueno, yo confío en que no sean corruptos. Tengo la mayor certeza y seguridad de que ninguno de los dos va a serlo. Uno ya tiene una experiencia más extensa; el otro, más breve. Tengo mis críticas, pero acepto al político sano.
No son muchos, pero tampoco se puede dejar de reconocerlos.
Así que yo espero que si logran sus objetivos, sean políticos sanos, decentes, serios. Estoy seguro de que va a ser así. No tienen por qué cambiar. Que yo sepa, no vienen de una escuela de corrupción ni con nada encima que parezca ilegal.
–Pero ha sucedido con algunas personas impolutas, sanas éticamente hablando, que, sin embargo, al involucrarse en la actividad política se vieron arrastradas por el sistema de corrupción...
–Espero que no les envuelva esa podredumbre. Espero. Ellos tienen la experiencia de haber sufrido acá con nosotros una lucha feroz de persecución de todo tipo, así que no creo que lo hagan, cuando llegue la hora de demostrar ser políticos serios.
Confío en que no lleguen a eso que dices.
–Ahora que las candidaturas están ya definidas, ¿nota alguna posibilidad de cambio considerando las que tienen mayor posibilidad de llegar a ser gobierno?
–Creo que sí. A lo mejor peco de ingenuo, pero me da la impresión de que van a empezar un juego más limpio, lo cual es absolutamente necesario. Uno tiene que saber que gana las elecciones y debe ganar la confianza y el respeto. Me da la impresión de que se puede, y que hay muchos políticos que están queriendo hacer bien las cosas. No hay por qué pensar tan mal de todos. Se me ocurre que también hay gente sana. No todos son corruptos.
–¿Qué opina de Mario Abdo Benítez y de Efraín Alegre?
–Bueno, Marito tiene encima una carga de herencia terrible. Mil veces ya dijo que su pasado no le puede condenar, tampoco le condenó a su padre, pero creo que la lucha le va a resultar más difícil en cualquier cosa que haga. Será ineludible que se le recuerde el pasado de su padre. Como un estigma.
En cuanto a Efraín Alegre, veo que necesita un apoyo muy grande. En el breve momento que le tocó ser gobierno, el Partido Liberal ya probó con Federico Franco, que tampoco representa una solución. Que además persiste en él una pelea interna muy fuerte. Alegre es un buen tipo, lo que pasa es que hay que ver quiénes son sus compañeros. No sé, sacaron tanto partido en la época del pobre Federico Franco. Dicen que robaron casi igual que todos los otros que habían estado en gobiernos anteriores.
Pero no quiero ser pájaro de mal agüero. Quiero pensar que la libertad, la decencia y la democracia les van a interpelar a cada uno de ellos.
–Se critica siempre que los paraguayos elegimos siempre al gobernante equivocado. A personas que terminan fastidiándonos el país...
–Es que fueron años de un Partido Colorado sosteniendo a un Alfredo Stroessner con elecciones en que la ciudadanía les votaba y volvía a votar porque precisaba un sueldo u otros beneficios que solo de esa manera podría obtener. Ahora mismo, fíjate, lo que dijo el presidente Horacio Cartes, que él personalmente se encargará de averiguar quiénes de entre sus correligionarios no le votaron. Es lo peor que escuché en mi vida después de Stroessner. Eso equivale a “el que no esté con nosotros, esté contra nosotros”. Una cuestión muy vieja. Qué quieren escuchar más fuerte que esto dicho por nuestro querido presidente.
–A propósito del presidente Horacio Cartes, ¿qué opina de que haya gobernado más con sus gerentes de empresas que con los ministros de su gabinete?
–Y que la chequera vale más que la palabra, por lo visto. Cuando está cargadita de ceros es probable que haya comprado muchas cosas. Eso ya no sé. Horacio Cartes tampoco es un inocente muchacho, ni lo son sus seguidores y sus ministros. Hoy todo vale. Yo creo que hay mucha plata que se reparte, no lo estamos viendo todo aún.
–Hablando de plata que se reparte. Cuando asesinaron al periodista Pablo Medina, se cobró conciencia respecto a un fenómeno muy delicado como es la narcopolítica. ¿Estamos aún en una fase en la que podemos desalentar esto?
–No. Estamos envueltos ya en esa mafia. No creo que podamos zafarnos. Son mucho más fuertes que nosotros. Ellos tienen la mente absolutamente podrida y nosotros todavía seguimos con alguna ingenuidad. Creo que estamos metidos en un lío bastante grande.
–¿Nota que se hace algún esfuerzo para contrarrestar este poder fáctico?
–No, no. Es que tampoco hay gente capacitada. Un ejemplo es la cantidad de secuestrados que hay y no podemos rescatarlos. 1.500 hombres, entre policías y militares, no pueden con 24 integrantes del EPP.
Para mí, estamos en un callejón sin salida. Al respecto, creo que hemos perdido la oportunidad de pedir una ayuda internacional. Lo hubiéramos intentado al menos. Creo que hay, pero por orgullo no la estamos pidiendo.
–¿Por qué se dejó crecer al EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo)?
–Yo no tengo respuesta. Todos los días me pregunto eso en la radio. Me siento totalmente inútil de poder saber qué hacer con ello. No encuentro una orientación seria al respecto.
–El escándalo de los audios de conversaciones telefónicas entre los ex presidentes y secretario del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados traficando con la Justicia, ¿puede representar el punto de inflexión para depurar el Poder Judicial?
–Si hay personajes capaces de hacerlo, sí. Pero con los que ahora están no creo que cambie nada.
La Justicia está muy comprometida con la mafia; muy comprometida, y aunque hay jueces que quieren hacer algo al respecto, igual no pueden con ella. Por eso, siempre digo que yo no le tengo miedo a la ley, sino al juez.
–Durante el gobierno de Cartes se consolidó una prensa oficialista, con el conjunto de medios adquiridos por la familia del presidente. ¿Qué opina de la utilización de estos medios para la propaganda política oficialista y como instrumentos para atacar a los adversarios políticos?
–Es imposible evitar eso. Cuando leo uno y otros medios me encuentro con dos países tan distintos. Absolutamente diferentes.
Ni estamos tan bien como dice la prensa amiga, ni estamos tan mal como pensamos nosotros. Es una buena oportunidad para el lector, el oyente, el televidente de saber elegir. Lo mejor del mundo es que sepan elegir y que lo hagan conforme a la credibilidad que les inspiran los medios.
–A propósito de creer, hay sectores de nuestra sociedad que se manifiestan decepcionados del sistema democrático del país. ¿Qué alimenta esa percepción que tienen de que la democracia no se traduce en mejores condiciones de vida?
–Bueno, ciertamente hasta ahora la gente recuerda que en la época de Stroessner se vivía con la puerta y ventana abiertas. Cada uno vivía su mundo, no se metía con nadie. Pero yo creo que con el tiempo esto cambiará. Alguna vez aparecerá un iluminado que dará una nueva perspectiva política al Paraguay.
–De los 7 presidentes tras Stroessner, incluyendo a Cubas Grau que tuvo una breve gestión, y a Cartes que está feneciendo, se repite la misma historia de decepción e insatisfacción hacia los mandatarios. No se logra elegir aún a alguien que hasta el final de su periodo mantenga cierto nivel de aceptación. ¿En qué fallamos?
–Se trata de resultados. Esto es como un partido de fútbol, tenés que ganar, y ganar bien. Lo que pasa es que no hay resultados. Al menos yo no veo muchos. Alguien me puede decir que todo esto ha cambiado, que ahora es diferente, que el juego es más limpio. Es cierto, pero si no hay resultados claros, vamos a seguir dudando y decepcionándonos siempre.
Somos un país relativamente pequeño y rico y siempre hay algo que repartir y eso hace que el cheque sea más importante. Afortunadamente de esto nos enteramos porque la prensa está más fuerte, más valiente, hay más investigaciones. Me siento muy orgulloso de muchos trabajos que hacen los compañeros de prensa. Se destaparon muchas ollas.
–Es cierto, pero pese a las evidencias, los responsables de tantos hechos de corrupción no son castigados ni se devuelve lo robado...
–En el Paraguay existe el crimen, pero no existe el castigo. Si se aplicara el castigo estaríamos muchísimo mejor.