24 abr. 2025

La literatura para niños no es un género menor

La narrativa y poesía para niños en Paraguay han sido cultivadas en numerosas obras y hoy gozan de una madurez envidiable.

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La literatura infantil inunda las librerías locales e internacionales | Foto: Referencia

Por César González Páez

Escritor

cesarpaez@uhora.com.py

Hay obras tradicionales dirigidas al público infantil, algunas se mantienen con el correr de los años porque no dejan de ser solicitadas, incluso como apoyo de lectura para las escuelas. Pero estaba claro que con el tiempo los pequeños lectores se pondrían cada vez más exigentes y ahora reclaman más diversidad de temas, que las puntuales fechas patrióticas o los deberes familiares y la enseñanza de valores, como la honradez, la valentía, decir la verdad, etc.

Es decir, todos esos temas aparecen en historias más complejas, como la saga de Harry Potter de J. K. Rowling, o Kika la Superbruja, del escritor alemán Knister. El tema de los hechizos y de la magia es como un imán que atrae a los niños, y si a ello se agregan episodios que ponen a prueba al personaje, el interés se duplica aún más. El caso de Kika es para tener en cuenta, pues son las aventuras de una niña que no es una saga como Harry Potter, a quien lo vemos crecer en las distintas entregas. El personaje de Knister es siempre la niña y ha vendido desde la década del noventa, 17 millones de ejemplares.

Para las editoriales obviamente no es un género menor, como era considerado antes, que los niños debían leer libritos con apuntes pedagógicos, dejando de lado muchas veces el sabor de la aventura. Que es allí donde se genera la imaginación infantil y la aportación de dibujos enriquece aún más ese motor del interés.

Los antecedentes

En Paraguay tenemos a una pionera en esto de hacer literatura para niños, María Artecona de Thompson (1927-2003), quien ya en la década del sesenta publicó poemas dirigidos al público infantil en Viaje al país de las campanas, al que seguirían El sueño heroico (1963), Canción para dormir una rosa (1964), Cartas al señor sol (1966) y El canto a oscuras (1986). Un detalle interesante es que en 1992 publicó Antología de literatura infanto-juvenil del Paraguay. También podemos citar a Nidia Romero de Sanabria. Su producción literaria incluye varias colecciones de cuentos infantiles como Tardecita con alas (1979), Tierra en la piel (1984), La gran velada (1985) y Cascada de sueños (1986), una antología de seis obras teatrales para niños. Esta autora fue cofundadora de la primera Asociación de Literatura Infanto-Juvenil del Paraguay, en 1989. Luego sigue una lista de autores locales que si bien han escrito obras para niños no han sido lo constante en su producción. Entre ellos se destacan principalmente Augusto Roa Bastos con Los juegos de Carolina y Gaspar I y II y El pollito de fuego. También Josefina Plá con textos como Los olvidos de Villaolvidos y Los pensamientos de Villapienso.

La actualidad

En la antología Literatura infanto-juvenil paraguaya de ayer y de hoy, de Teresa Méndez-Faith, editado por Intercontinental en dos tomos, se pueden leer nombres de autores que en los últimos años han dedicado obras para los lectores de este segmento editorial.

Allí se encuentran obras de, aparte de los citados, por ejemplo: Feliciano Acosta con Yvy Sapukái (El grito de la tierra); Jeu Azarru, Alicia y los universos alternativos; Maribel Barreto, El gigante del cerro; Chiquita Barreto, La niña que abrió el cielo; María Irma Betzel, La búsqueda; Augusto Casola, Las gemelas y el caballero enamorado; Félix de Guarania, El espantapájaros que se hizo amigo de los pájaros (versión en castellano y guaraní; Susy Delgado, Cacho, Necho y un paseo por un país invisible. También Méndez-Faith cita a María Eugenia Garay, con Duendes viajando en un rayo de luz; Milia Gayoso, Vamos a bailar bajo la lluvia; Alejandro Hernández y von Eckstein, El aprendiz de brujo y el hada, entre muchos otros.

Por suerte, una lista extensa de autores se suman a esta disciplina de crear maravillas para contar a lectores que ingresan por primera vez a las páginas de un libro. Aquí encontramos los temas míticos, algunas leyendas guPor araníes.

Gran avidez de libros

Por María José Peralta

Editora

mperalta@santillana.com

Publicamos en Santillana obras infantiles porque hay en este momento una gran avidez de libros para ese público, que está leyendo mucho y se está haciendo exigente.

Además, porque nos acercaron originales muy atractivos.

En el 2013 publicamos dos nuevos títulos de literatura infantil: uno de Gladys Carmagnola (¿Cosas de la edad?) y otro de Javier Viveros (Una cama para Mimi). Los incluimos en la colección que sacamos con Burger King. A la semana de circulación, ¡tuvimos que reimprimir! Hicimos dos tiradas de 5000 ejemplares de cada libro. Es decir, cada título vendió 10.000 ejemplares.

Y eso solo en los locales de Burger King. Muy pronto, esos dos títulos también estarán en todas las librerías, pues la gente los reclama, porque son hermosos.

De los libros que ya tenemos en circulación, los de Nelson Aguilera siguen siendo muy populares. La demanda no decae con los años. Karumbita y Karumbita y el misterio de los libros ya son casi clásicos.

Los libros Pepe y el agua y Pepe el apere’a, de Martha Rossi, también son supersolicitados. Pepe es un personaje reconocido por miles de niños. El libro Yo quiero ser..., de Gladys Carmagnola, sigue entre los favoritos, desde que se lanzó en el 2008.

El libro juvenil de Mónica Bustos, El club de los que nunca duermen, cada año tiene más lectores. La novela Campanadas de Mayo, de Emilia Piris, sigue también tan vigente como en 2011. La novela infantil de Renée Ferrer, Pupunca, que lanzamos también en 2013, la primera que publicamos de esta autora, fue muy bien recibida y está entre los libros más vendidos de literatura infantil.

No podemos adelantar los títulos que van a salir este año, porque es una sorpresa hasta que empieza la promoción, pero estamos trabajando en la edición de más de dos obras infantiles.

¿Qué es la literatura ninfanto-juvenil?

Por Chiquita Barreto

Escritora

chiquita_barreto@yahoo.es

Blas Brítez me pidió que escribiera algo acerca de la literatura infanto-juvenil y yo accedí, sin saber muy bien qué es lo que debo escribir. De niña leí al mismo tiempo El gato con botas y Romeo y Julieta. Algunas novelas de amores imposibles y otras de ogros que se enamoraban de niñas pobres y a cambio de un beso convertían las chozas ruinosas en castillos y los esteros en prados llenos de flores, y de ogro feroz o mendigo pasaban a ser bellos príncipes y terminaban siendo felices y comiendo perdices. Y yo quería comer alguna perdiz que era en aquel tiempo el ave de la felicidad. Creo que es siempre una temeridad que alguien me pida escribir sobre algo, porque siempre rumbeo para el lado de los tomates.

Debo admitir sin ninguna vergüenza que también leí Corín Tellado y Marcial Lafuente Estefanía, y Patoruzito junto con El manifiesto comu- nista. Así que no soy la más indicada para hablar de

literatura dirigida a algún sector. Sin embargo, con este breve desvarío sobre mis lecturas infantiles, creo que puedo encaminar el tema solicitado.

Una pregunta que responder

¿Qué es la literatura infanto-juvenil? ¿Es el tema, el tono, o el interés del adulto que escribe y sirve para mantener cierto estereotipo lo que lo califica como tal? Por suerte en nuestro país existen escritores/as juiciosos/as y talentosos/as que saben fabular con excelencia para ese delicado público.

Cuando me fijo en la Antología de Teresa Méndez-Faith quedo maravillada sobre la producción literaria infanto-juvenil, y me asombro desde la niña que duerme en mí ante las historias contadas en guaraní, por David Galeano o Irina Ráfols, por nombrar solamente un y una. Pero hay una producción tan extraordinaria, que gracias a que Blas me pidió pude descubrir.

Siempre supuse que si un/a niño/a es capaz de leer y disfrutar de un libro no dirigido específicamente a ellos/as, pongamos por ejemplo El pozo, de Onetti, el libro es apto y no creo que haya que prohibir ninguna lectura. Sin embargo, es loable que escritores/as talentosos/as se empeñen en crear una literatura que aprisione la magia especial de una etapa encantada de la vida. Es la manera en que la persona en formación vaya adentrándose en el mundo y sus habitantes. Un padre o una madre culta tal vez pueda ordenar la lectura en el sentido de ir escalando de El gato con botas a Mujercitas y al Ulises o Yo el Supremo.

Mi lectura fue desordenada y sigue siendo, y aún no sé si fue para bien o para mal. La señora María José Peralta me decía que los libros dedicados al público infanto-juvenil se venden diez veces más que los dirigidos al público adulto, lo que quiere decir que los padres-madres tienen interés en que sus hijos/as se inclinen a la lectura y descubran la felicidad posible a través de ella.

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