Se acercan nuevamente fechas claves en el calendario, y una de ellas es el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, fecha instalada en memoria de las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa, conocidas como Las Mariposas, asesinadas a golpes en 1960 por la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, en República Dominicana.
Su historia no dista demasiado a casos ocurridos en Paraguay. De las 27 mujeres víctimas de feminicidio solo en el 2024, seis de ellas también murieron a golpes por partes de parejas y ex parejas.
Una mujer no es sujeto de golpes, sino de derechos. Además, tenemos el derecho de vivir una vida sin violencia, según se establece en varios acuerdos internacionales y leyes nacionales.
Hoy celebramos los avances para acabar con el flagelo, pero todavía falta más. Una experta apuntó recientemente que “de la ley no pasa a la voluntad, se queda en el texto y no llega a ser política efectiva”.
Es cierto, hoy somos afortunadas de poder disfrutar muchos logros impensables en el pasado. Sin embargo, a pesar de los sacrificios de mujeres que lucharon por la igualdad, la violencia continúa como una deuda pendiente, y ese es un objetivo aún no alcanzado en la agenda de derechos humanos.
La cuestión es crítica. En este año, tenemos por día 100 víctimas de violencia (en su mayoría mujeres). Con esta cifra, ya se llegó a las 30.898 denuncias ante el Ministerio Público de enero a octubre de este año y los números, lastimosamente no paran.
Desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU), expusieron que la violencia se intensificó en diferentes entornos, incluidos el lugar de trabajo y los espacios en línea, y se ha visto agravada por los conflictos.
“La solución –lo explicaron– radica en acabar con la impunidad, adoptar y financiar planes de acción e invertir en soluciones que proponen los movimientos por los derechos”.
Además, estoy segura que el involucramiento de todos es clave para cambiar patrones culturales que perpetúan la violencia.
“Es momento de promover relaciones con respeto. Solo rechazando todo tipo de violencia vamos a generar los cambios necesarios... No podemos permitir que ninguna mujer más sufra en silencio, es hora de involucrarse, de ser parte de la solución”, explicaron desde el Ministerio de la Mujer.
Hoy las propias mujeres nuevamente se están levantando. Ya hay varias marchas planeadas, para pedir por las víctimas. “Violentan a las mujeres en sus casas, en las calles, en las redes, en el trabajo, en el deporte, en el Parlamento. Cometen violencia sicológica, física, sexual, feminicida. Violentan para demostrar poder”, exponen en sus textos.
Siguiendo un poco con la historia de las hermanas Mirabal, quienes eran consideradas como mujeres de la resistencia, su muerte fue la gota que colmó el vaso para los dominicanos.
Ellas habían sido estranguladas y matadas a golpes por funcionarios de la Policía secreta de la dictadura; y luego, su jeep fue lanzado al barranco, para que pareciera un simple accidente.
Esas mujeres finalmente representaron el rostro humano de una tragedia en medio de décadas de asesinatos por parte de un régimen que no aceptaba un pensamiento diferente. Esto permitió que mujeres se levanten a denunciar los abusos, la violencia, el acoso, la tortura, y la violencia política
¿Cuál deberá ser nuestra gota que colme el vaso para cumplir con la real protección, así evitar que más mujeres sean violentadas? ¿Debemos pasar un caso más para involucrarnos nosotros y evitar madres, amigas, vecinas, familiares, sean violentadas?