21 nov. 2024

La lucha por la memoria en el Paraguay

La disputa por contar la historia oficial sobre el stronismo sigue muy vigente en el país. Ante cada reivindicación pública desde el Partido Colorado hacia la figura del dictador o su régimen autocrático, me viene a la memoria la profética frase de Winston Churchill “La historia será generosa conmigo, puesto que tengo la intención de escribirla” y es que, quienes han contado –u ocultado– la historia oficial del stronismo, desde inicios de la transición democrática son los voceros de partido responsable de sostener políticamente al régimen. ¿Podría esperarse un resultado distinto?

“Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdad historia, quien quiera oír que oiga” reza una histórica canción de Litto Nebbia, prócer del rock argentino. Esta frase encaja perfectamente con lo que intento plantear, si son los vencedores quienes escriben la historia, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera, que no se cuenta o se omite.

En el caso del stronismo, la historia oficial enfatiza en las obras de infraestructura, omitiendo de forma interesada, la dimensión humana. La verdadera historia o, mejor dicho, la historia completa, debería incluir la mención a las sistemáticas violaciones de derechos humanos, el exilio, la tortura y/o la muerte como destino final para los opositores al régimen.

Todo esto documentado, rigurosamente, en sendos informes de la Comisión de Verdad y Justicia y en los Archivos del Terror, con lo cual, los crímenes cometidos por el stronismo son hechos documentados fehacientemente. Dicho esto, ¿Puede reivindicarse a un régimen político que ha sometido la dignidad humana de forma sistemática? ¿Acaso valen más las obras de infraestructura que las libertades o la vida?

Esto sin entrar a considerar las prácticas prebendarias, clientelares y la corrupción que durante más de 3 décadas caracterizaron al régimen con una influencia perversa sobre la cultura política nacional.

Dilma Rousseff, ex presidenta de Brasil en el discurso inaugural de los trabajos de la Comisión de Verdad y Justicia en dicho país indicó cuanto sigue: “La ignorancia sobre la historia no es pacífica, por el contrario, mantiene latentes dolores y rencores. La desinformación no ayuda a apaciguar, apenas facilita el tránsito de la intolerancia. La sombra y la mentira no son capaces de promover la concordia.

El Brasil merece la verdad. Las nuevas generaciones merecen la verdad y, sobre todo, merecen la verdad factual aquellos que perdieron amigos y parientes y que continúan sufriendo como si ellos muriesen de nuevo cada día”

Creo, al igual que Dilma, que la ignorancia sobre el pasado no es pacífica, sino funcional a mantener heridas y rencores sociales y que las nuevas generaciones merecen conocer TODA la verdad sobre nuestro pasado más reciente.

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