Al ingresar al local hay un pequeño cartel que indica: “En este lugar los niños vienen primero. Señor Adulto, favor esperar. ¡Gracias!”. Queda claro que la prioridad en el Hospital de los Juguetes son los más pequeños. Por todas partes hay muñecas, robots de distintos tamaños, cochecitos, peluches, cajitas, helicópteros, aviones y una infinidad de artículos electrónicos. Hay juguetes apilados, en bolsas, sueltos por doquier. Algunos están en área de observación, otros en terapia o de alta. Al parecer es un centro médico muy concurrido.
En este hospital atiende Ricardo Brugada, conocido como el Dr. Juguete, quien mientras repara un auto negro a batería, habla acerca de lo que hace. Él no solo es el cirujano plástico del lugar, sino también ingeniero en Electrónica, doctorado en Corea. Por esa razón, el local también es un laboratorio de artículos electrónicos.
“Este es el mejor negocio del mundo”, afirma el médico mientras observa cómo su asistente pone a prueba una locomotora de juguete. Una vez que las vías estén armadas y el tren se ponga en marcha, Ricardo verificará que funcione correctamente. Después explica: “Esto es lo mejor, por dos razones: principalmente porque podemos ayudar a que el niño sienta que su juguete tiene vida, pues vive con él y comparte sus diferentes momentos; le ayuda a superar incluso sus miedos. El otro motivo es que si vos los arreglás, los niños vendrán a buscarlos lo más pronto posible. Pero si reparás objetos de adultos, los van a retirar cuando los necesiten, van a dejar pasar el tiempo. Así, hay objetos que tenemos aquí por años. Con los juguetes no pasa lo mismo”.
El Hospital de los Juguetes nació gracias a una inocente sugerencia de Jessica, la hija mayor de Ricardo. Ella tenía tres años cuando su padre le arregló un juguete; ella le dijo: “Papi, vos lo que tenés que hacer es el Hospital de los Juguetes”. Ese fue el puntapié que inició todo. “Y como los papás no maduraron nunca, dijimos que era una buena idea”, agrega bromeando Ada Medina, la Dra. Juguete, esposa de Ricardo.
Hay dos tipos de juguetes que llegan allí: aquellos cuyos dueños pagarán por su reparación y volverán a llevárselos a casa, y otros que quedarán como donaciones que –también luego de ser arreglados– serán destinados a niños carenciados.
Idea social
Suena la chimenea del tren a vapor, al que en la medida que va completando una ronda, se le suma otro vagón. Ricardo se cerciora de que todo funcione bien antes de la entrega. Se trata de un juguete que recibió para reparar, un mes atrás. “La dueña es una abuela cuyos nietos son muy pequeños, y ellos quieren jugar solamente con eso. Había que arreglarlo a como dé lugar”, cuenta.
Así como esos pequeños que ansiosos aguardan su tren, Ricardo y su familia suponen que habrá muchos otros aguardando con ilusión un osito de peluche, una pelota, una ropa o algo que comer tal vez.
El Hospital de los Juguetes también tiene su brazo social, cuyo objetivo inicial consistía en llevar juguetes a grupos precarios de la capital y alrededores. Sin embargo, ese proyecto no prosperó, porque los niños rechazaban los usados y recién reparados.
Como Ada y Ricardo vieron que varias oenegés y fundaciones hacían obras similares en la capital, pensaron en otras opciones. Fue así como decidieron llevar juguetes a comunidades indígenas del país. Esta acción la realizan en tres fechas específicas: el Día del Niño, Navidad y Reyes, las ocasiones en que simbólica y tradicionalmente los niños reciben un regalo. En esos casos, el equipo médico del hospital –la familia de Ricardo– recolecta juguetes, ropas y víveres donados por la gente.
El director del hospital explica el procedimiento: “Aquí la gente entrega los juguetes como un donativo. Estos luego pasan por un proceso de reparación, limpieza y desinfección. Luego se empacan por separado en bolsas de arpillera, clasificándolos para nenes, nenas y bebés”.
“Al principio no podíamos hacerlo bien porque eran pocas las donaciones que se obtenían y era mucho lo que se necesitaba. Pero con el tiempo fue creciendo y comenzamos a visitar comunidades indígenas aledañas”, rememora.
Comunidades indígenas
El tren de juguete ya se entregó, así que habrá niños felices. Esta misma felicidad es la que Ricardo y toda su familia quieren ver reflejada en una sonrisa, una mirada alegre, un gesto de agradecimiento sincero. “La idea es pasarle la mano a alguien más. Buscamos llevar esperanza y alegría donde no son frecuentes”, expresa Ada.
El equipo médico del Hospital de los Juguetes decidió enfocarse en los indígenas porque son los más carenciados y los más desprotegidos, según Ricardo. “Tienen problemas con la electricidad, el agua, la salud. Por esa razón decidimos enfocarnos en ellos”, explica.
Antes de elegir qué comunidad visitar, Ada se encarga de realizar una serie de investigaciones, que le toman al menos un mes. Ella elige los lugares adonde ir a partir de reportes de oenegés o publicaciones de medios de prensa. Presta mayor atención a aquellas comunidades a las que no se suele llegar y necesitan asistencia.
“Hablo primero con los líderes para hacer un previo censo. Así sabemos la cantidad de nenas, nenes, bebés, hombres y mujeres que viven en la comunidad, de modo a preparar la cantidad adecuada de juguetes, ropa y víveres. Nos encontramos con aldeas que tienen su propio dialecto, pero la mayoría también habla guaraní, como segunda lengua. Tal vez es la necesidad la que los obliga a buscar alguna manera de comunicarse”, manifiesta Ada.
La mayoría de las veces, las visitas son acompañadas por profesionales del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS), quienes se encargan de brindar servicios de atención sanitaria. Este equipo generalmente está conformado por más de 15 personas: 10 médicos, tres odontólogos y tres oftalmólogos. Para que ningún indígena quede desatendido, la familia de Ricardo y los profesionales acordaron que solo los niños que acepten ser atendidos por los médicos recibirán su regalo. De esa manera se sienten incentivados y no se esconden de las consultas, como solía ocurrir.
Para trasladarse y llegar a territorios de muy difícil acceso, cuentan con el apoyo de las Fuerzas Armadas y de la Marina.
Esperanza y alegría
Ricardo Brugada, hace 15 años que se dedica a llevar regalos a comunidades indígenas. Al principio ayudado por su esposa, Ada. Actualmente hasta sus hijos están involucrados. Ellos son Jessica (23), Ricardo (20) y Brandan (6). En el último viaje ya los acompañó también su pequeño nieto. “Somos una familia que se organiza y que comienza a aprender el sistema de trabajo”, enfatiza Dr. Juguete.
La visita más reciente fue hace dos semanas, por Navidad. Los juguetes llegaron a la comunidad de Ybyty Miri, ubicada en Colonia Independencia. El equipo viajó atravesando serranías con la ilusión de llevar esperanza y alegría. Esta ha sido una más de entre tantas otras experiencias.
Para sorpresa de la familia Brugada Medina, fueron bien recibidos, hasta con un acto de bienvenida. Ada resalta que en muchos años, es la primera vez que fueron agasajados. Sin embargo, la mayor satisfacción es recibir a cambio la alegría de los niños. “Le llevás una camarita de dos por dos y ellos son felices. El agradecimiento y la felicidad son genuinos”, sostiene.
Hoy, 6 de enero, el Hospital de los Juguetes cumple 20 años. Dos décadas de mucha magia y fantasía. Ada y Ricardo creen en lo que hacen y nada los detiene. Dicen que siguen su lema de cabecera: “Tú lo crees, tú lo creas, nada es imposible”.
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¿Casualidad?
El Hospital de los Juguetes fue premiado dos veces por la cadena internacional de noticias CNN y una vez por Walt Disney, en la programación denominada Héroes por el planeta. Curiosamente, dos años después de esta última premiación, la compañía Disney creó una serie en formato de animación que se llama Dra. Juguetes. Según Ricardo Brugada, puede tratarse de una casualidad. Aunque duda de ello, pues el formato tiene las mismas características del trabajo que realiza hace dos décadas.
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El primero
Este Hospital de los Juguetes sería el primero en el mundo en su estilo, según las informaciones que maneja su director, Ricardo Brugada. Existe uno en Francia y otro en Buenos Aires, que se crearon después. En Argentina tiene una temática diferente, ya que la Dra. Juguete realiza reparaciones en memoria de su hija fallecida, pero de manera gratuita, no vive de eso. Hoy en día existen varios otros hospitales en el mundo. Este trabajo es muy emotivo, especialmente cuando el Dr. Juguete recibe cartas de niños de diferentes partes del mundo.
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Donaciones todo el año
Los juguetes, para reparaciones o no, se reciben todo el año en el Hospital. Se pueden donar en el local ubicado sobre Eusebio Lillo c/ Coronel Cabrera, de Asunción, o en la sucursal de Fernando de la Mora, sobre Coronel Cazal c/ Capitán Ríos. Los horarios de atención son de 9.00 a 19.00. Más informes, al (0985) 216-405.