Fernando Masi comenta los pormenores del debate de la reforma tributaria y hace una fuerte defensa de la necesidad de mejorar el sistema impositivo para lograr una mayor recaudación. También hace hincapié en la necesidad de mejorar la calidad de los gastos.
–¿Usted fue invitado a formar parte de la Comisión de Reforma Tributaria?
–Así es, y la propuesta presentada por Hacienda pretendía combatir con más fuerza la evasión, trabajar por la equidad tributaria y mantener la competitividad país. Se informaba, al mismo tiempo, que con esta reforma se aumentaría la presión tributaria en un 2% para el 2022.
–¿Sin aumentar las tasas impositivas?
–Pero reduciendo la evasión, y aumentando la participación de los impuestos directos en el total recaudado para promover la equidad tributaria. Hoy los impuestos directos solamente recaudan el 23% del total. La mayor evasión tributaria está en la agricultura empresarial a través del Iragro. En el caso del IRP, no contribuye nada porque su tasa máxima es solo del 10%. Y porque todo se deduce. Es una suerte de evasión legal.
–Pero mantener tasas bajas, ¿preserva la competitividad país?
–Chile es un país muy competitivo en la región y su tasa máxima del IRP es 35%. El promedio de tasas máximas del IRP en América Latina es del 26%. Además, Paraguay es el único país en América Latina que permite deducir todos los gastos del IRP. También es el único país que permite deducir las inversiones al contribuyente del IRP. Nuestro IRP es un chiste.
–¿Se arguye que el IRP fue creado para la formalización y no para recaudar?
–Aparte de ser un argumento sin sustento, los estudios demuestran que el aumento de recaudación del IVA en los últimos años se explica por el crecimiento económico y por las retenciones impositivas y no por la implementación del IRP. Ningún impuesto se crea sin el objetivo de recaudar, y el IRP prácticamente no recauda. Un estudio de la SET en años recientes devela que el 52% de los contribuyentes de más altos ingresos no pagan este impuesto.
–Los gremios empresariales afirman que primero se debe mejorar el gasto público y luego pensar en una reforma impositiva.
–Las dos cosas se deben hacer al mismo tiempo. Como dice el poeta… ”caminante no hay camino, se hace camino al andar…”. No conozco ningún país desarrollado o en desarrollo que primero haya mejorado los gastos y luego haya hecho la reforma impositiva. Además, las ineficiencias y la corrupción en el gasto público no son problemas exclusivos de Paraguay, existen en todos los países, en diversos grados.
–Pero en el Paraguay hay casos escandalosos como las contrataciones y sueldos del personal del Congreso, por ejemplo.
–Sí, son escandalosos, pero también es bueno recordar que los gastos del Congreso representan el 1% del presupuesto del Estado. Hay que seguir denunciando y luchando contra este tipo de abusos, pero sin dejar de tener en cuenta que los gastos totales del Estado apenas son equivalentes al 14% del PIB. ¿Qué puede hacer un Gobierno para cumplir sus funciones en salud, educación e infraestructura solo con esos recursos? No son para nada suficientes, aún en el hipotético caso que eliminemos todas las ineficiencias y la corrupción, de una vez. Además, el incremento anual del gasto público se ha venido reduciendo desde el 2012 cuando llegó a un 30%. Para el 2017 el aumento fue solo del 5%.
–¿O sea que solo recaudamos el 14% del PIB?
–No, esos gastos se cubren en un 9,5% con ingresos tributarios y el resto con el dinero de las hidroeléctricas y las donaciones. Con un 9,5% de presión tributaria el Estado no existe, me decía un ex presidente de Colombia, en una conversación corta de hace varios años. El promedio de presión tributaria en América Latina es de alrededor del 20%.
–¿Por qué el Ejecutivo decidió llegar a un acuerdo del 100% con los empresarios para enviar el proyecto de ley de reforma al Congreso?
–Creo que es un error. En la última reunión de la Comisión que participé, los representantes empresariales trataron de convencer a las autoridades de Hacienda que solo se incluyan modificaciones en la ley equivalentes a un tercio de todo el proyecto original. Que se deje de lado todo lo relativo a equiparar las tasas del IVA, de subir el Selectivo al Consumo y de olvidarse de reformas al IRP. Con eso creo que ni aumentamos la presión tributaria al 1%.
–¿Es decir que entonces ya no se trataría de un proyecto de ley de reforma, sino de hacer ciertos ajustes…?
–Lo que aquí se debe entender es que el Estado no es una mesa de accionistas donde los que más contribuyen al Fisco tienen una mayoría calificada de votos para decidir o vetar las acciones del Estado. El Estado debe resguardar la estabilidad macro, promover una distribución no tan desigual de los ingresos y corregir las fallas del mercado. Responde al bien común, no a intereses corporativos, sean ellos empresariales, sindicales o de naturaleza similar.
–¿Cómo ve entonces el proyecto final de reforma a enviarse al Congreso?
–La propuesta original de Hacienda es la mínima que se puede hacer para aumentar nuestras recaudaciones y hacer frente a los compromisos del Estado. Si la misma es recortada o solo de contenido parcial, no vale la pena presentarla. Organismos internacionales como el Banco Mundial, el FMI y el BID han recomendado el aumento de la presión tributaria en el Paraguay para evitar retrasos en su desarrollo. Y todos ellos han apuntado al IRP como el principal impuesto a ser reformado.
–¿Cuánto debe aumentar la presión tributaria?
–Debe acercarse al promedio latinoamericano. El Paraguay tiene la presión tributaria más baja de la región y ocupa uno de los lugares más bajos en el ránking de competitividad-país de acuerdo al Foro Económico Mundial. Lo que definitivamente se tiene que entender en Paraguay es que si queremos construir una sociedad capitalista, no podemos rehuir a los impuestos y menos sostener un sistema tributario inequitativo. Sin un Estado fuerte que asegure el bienestar de la población y provea las condiciones para una real economía de mercado, el desarrollo seguirá lejano.