El estudio, publicado este martes en la revista Radiology, recuerda que tras una estancia larga más de la mitad de los miembros de la tripulación de la Estación Espacial Internacional (ISS) registraron cambios en la visión provocados por la hinchazón del nervio óptico, hemorragias en la retina y variaciones estructurales oculares.
Los científicos creen que estos cambios pueden estar originados por la elevada presión intracraneal a la que los astronautas están sometidos en el espacio, algo que no ocurre en la Tierra, donde el campo gravitatorio crea un gradiente hidrostático, es decir, un equilibrio de fuerzas que reparte la presión de los fluidos por el cuerpo, de la cabeza a los pies.
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“Cuando se está en microgravedad, el fluido, como la sangre, ya no se acumula en las extremidades inferiores sino que se redistribuye hacia la cabeza”, explica Larry A. Kramer, investigador del la Universidad de Texas, Houston, y autor principal del estudio.
Para Kramer, ese trasvase del fluido a la cabeza podría ser la causa de los cambios de la vista y del compartimento intracraneal.
Para averiguarlo, él y su equipo realizaron una resonancia magnética cerebral a once astronautas -diez hombres y una mujer- en tres ocasiones: antes de viajar a la ISS, un día después de regresar, y al año siguiente.
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Las imágenes mostraron que la exposición a la microgravedad durante periodos largos de tiempo había expandido el volumen del cerebro y del líquido cefalorraquídeo (el que fluye por y alrededor de los espacios del cerebro y la médula espinal ) de los astronautas y que esos cambios permanecían un año después de la misión espacial, lo que sugiere una alteración permanente, según el estudio.
La resonancia magnética también mostró alteraciones en la glándula pituitaria, una estructura del tamaño de un guisante en la base del cráneo a menudo llamada “glándula maestra” porque gobierna la función de muchas otras glándulas del cuerpo.
Las imágenes mostraban una deformación de la glándula acorde con la elevada presión intracraneal que sufren los astronautas en los vuelos espaciales.
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También observaron que, tras el vuelo, los ventrículos laterales de los astronautas -los espacios del cerebro que contienen el líquido cefalorraquídeo- habían aumentado de manera similar a la de las personas que pasan largos periodos de descanso en cama con la cabeza ligeramente inclinada.
Asimismo, hubo un aumento de la velocidad del flujo del líquido cefalorraquídeo en el acueducto cerebral (un canal estrecho que conecta los ventrículos del cerebro), similar al de las personas con los ventrículos del cerebro normalmente agrandados y que tienen dificultades para caminar y problemas de control de la vejiga y demencia, entre otros síntomas. No obstante, al día de hoy, ningún astronauta ha padecido estos síntomas.
Los científicos están buscando métodos para contrarrestar los efectos de la microgravedad, unas investigaciones que podrían beneficiar no solo a los astronautas sino a todos aquellos con patologías que causan agrandamiento de los ventrículos del cerebro u otras dolencias relacionadas.