Justito en enero, al ministro churrito se le ocurre decir: “Estamos nadando en dólares”. Justito en enero, que para los trabajadores asalariados y los profesionales independientes es el mes más largo del año: Ndopaveeeeiiii y no se cobra nada, anochece recién a las 21.00 y amanece a las 5.00. Justito en enero, que es el mes más caliente del año y pocos son los que tienen el privilegio de nadar, aunque sea en aguas turbias, en este país donde lo que menos se cuida son los recursos hídricos, aparte de los bosques, las niñas, la salud pública, los adultos mayores, la seguridad en la vía pública, etcétera, etcétera, etcétera. Justito en enero en que lo más verde que muchos podemos llegar a ver es a la rana René en un meme contra las firmas truchas, donde –entre paréntesis–, según el criterio de los honestos del Paraguay, una sola falsa es suficiente para invalidar todas las carpetas. Claro que los colorados no piensan igual. Pero colorado es otro color; no es el verde de los dólares.
Como siempre cuando una se queda con el título de una crónica periodística –"Estamos nadando en dólares"– tiende a enojarse, maldecir, postear con la correspondiente diatriba y preguntarse: ¿En qué planeta vive este ser? Para evitar los disgustos, la suba de presión y el estrés innecesario, conviene leer por lo menos cuatro oraciones más. Así las cosas, había sido que la frase se completa con: “El tema es qué estamos haciendo con eso, el problema de Paraguay no es la plata, sino la distribución de los recursos”. Y ahí el marciano este, verde y fuera de órbita, empeora las cosas katu. Justamente él, que con sus títulos de Harvard, su pose de Chicago boy, su cercanía al Mr. President, su pinta de million dollar baby, no puede decir eso. Es él quien administra esos dineros. Es él quien de primeras y últimas decide la política monetaria, la política financiera y la política social. Es él quien dice: acá vamos a meter plata y acá vamos a sacar. Es él quien tiene que decidir aplicar, de una buena y santa vez, impuestos justos para todos. Es él quien tiene que tomar acciones para reducir el gasto público innecesario y proponer soluciones para los grandes problemas que ya resultan insoportables: agua potable, cloacas, energía eléctrica, trasporte público, etcétera, etcétera, etcétera. Eso solo por enumerar lo que nos afecta a los ciudadanos, de nuestras precarias ciudades, sin contar los insufribles dramas que aguantan los campesinos y los indígenas.
Para rematar, el ET que funge de ministro auguró: “Tenemos que tener una visión de a dónde queremos ir”. Jelouuuu. Tampoco es para tomarnos de tontos. El Gobierno sabe bien hacia dónde quiere ir. La reelección, la ridícula campaña de recolección de firmas, el tratamiento que se le dio al presupuesto 2017, los vetos y medios vetos, las discusiones sobre enmienda, reforma y demás bulebús con soda son la clara prueba de la parada final que propone la clase dirigente, así que no nos vengan con pavadas.
Mientras se deciden terminar el mandato con alguna idea interesante que beneficie a alguien más que a ellos mismos y a sus protegidos, me voy a dar un chapuzón en los dólares que tengo guardados en el colchón. Y el resto del pueblo que me envidie.