El maestro Diego Sánchez Haase, compositor y director de la Orquesta Sinfónica del Congreso de la Nación (OSIC), explica detalles de estas creaciones musicales que en cada Semana Santa recobran fuerza en todo el mundo.
“Para mí los más emblemáticos son los de La Pasión de Cristo. Obviamente fue Johann Sebastian Bach quien lo llevó a su máximo desarrollo con sus dos Pasiones llegadas a nosotros: La según San Mateo y la según San Juan. Pero hasta compositores contemporáneos célebres, como la rusa Sofía Gubaidúlina, el chino Tan Dun, el alemán Wolfgang Rihm, el argentino Osvaldo Golijov, o el recientemente fallecido compositor polaco Krzysztof Penderecki, musicalizaron maravillosamente la historia de la Pasión de Cristo”, comenta el también pianista y clavecinista de nuestro país.
Igualmente, el compositor y director orquestal califica de “notables” el Oratorio de Pascua y el Oratorio de la Ascensión, de Bach, así como el Cristo en el Monte de los Olivos, único oratorio de Beethoven.
A estos se suman –agrega– el Oratorio El Mesías, de Haendel, que relata el Nacimiento, la Pasión y la Victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado, explica Sánchez Haase.
“Estas composiciones son inmortales. No creo que en el mundo haya pasado un solo año sin que en alguna parte se interprete La Pasión según San Mateo, de Bach, el Viernes Santo, o el Oratorio de Navidad en la Navidad. La música es un medio poderoso para manifestar la fe, recordar los acontecimientos de la vida de Cristo, reflexionar sobre ello, ser mejores personas y crecer humanamente. En tiempos difíciles como los que vivimos hoy, esta música es imprescindible”, afirma el director orquestal.
Para el también director de Casa Bicentenario de la Música es reconfortante y positivo volver a escuchar estos clásicos de la música universal, siempre que sea posible.
“Creo que cada vez que lo hacemos, la conexión con lo divino es más fuerte. La música ayuda muchísimo para esa conexión, y porque –como decía San Agustín– ‘el que canta, reza dos veces’”, apunta.
CARACTERÍSTICAS.
Las composiciones de este periodo litúrgico se encuadran generalmente dentro del género de Oratorio, que tiene un relato, frecuentemente basado en los Evangelios.
Por lo tanto tiene un evangelista que relata cantando los acontecimientos, a manera de recitativos, y a veces a este se unen el coro u otros solistas, por ejemplo Pilatos y el pueblo, en La Pasión.
El relato de la historia se va intercalando con textos reflexivos en forma de arias o de corales cantados por la comunidad, explica el director orquestal.
Al hablar de su preferencia, Sánchez Haase se inclina hacia las dos Pasiones de Bach: La de San Mateo, que es la más grande; y la de San Juan.
“El efecto dramático que logra Bach es increíble. Él no escribió una sola ópera, en un tiempo en que para triunfar como compositor había que escribir ópera; pero como dice Gardiner La Pasión según San Juan, de Bach, supera a todas las óperas de sus contemporáneos en el efecto dramático”, afirma.
conmovedor.
El músico describe la pieza indicando que “el primer coro es arrollador”. Luego, el llanto de Pedro, tras haberle negado tres veces, “es absolutamente conmovedor”, así como el momento en que el pueblo se burla de Cristo “saludándole” como Rey de los Judíos, al igual que el momento en que Jesús expira, cuando en la parte final la soprano canta un aria en la que dice: “Cuéntale al mundo y al cielo mi dolor: Mi Jesús ha muerto”.
Imponentes composiciones clásicas se inspiran en los momentos cruciales de la vida de Jesús relatados en los Evangelios. El director y compositor Diego Sánchez Haase se refiere al tema.