Un aire de gran expectativa se percibía entre el numeroso público que se aprestaba a ingresar en la noche de este jueves 14 al hall del Teatro Municipal Ignacio A. Pane, escenario esta vez del concierto titulado “Tributo Sinfónico a Gustavo Cerati + Soda Stereo by OSCA”. Una propuesta sinfónica con toques de pop y rock que satisfizo desde el inicio a los seguidores de la exitosa banda argentina y del carismático argentino fallecido en 2014.
Jóvenes y adultos, adolescentes y mayores de 40 se mezclaron de manera natural en el principal coliseo artístico de la capital, en un homenaje preparado por el Sindicato de Músicos de la Sinfónica y Cámara de Asunción (Simusica), recordando tres décadas de la última presentación en Paraguay de la mítica banda de los años 80.
Una interesante selección de éxitos de Soda y de la carrera solista de quien fuera su carismático líder y vocalista formaron parte del atractivo concierto, en el que se destacaron tanto la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA), como el cantante, Óscar Fernández, quien se lució con voz afinada, limpia y versátil, además de una sencillez que le conectó con el público. La agrupación orquestal en esta ocasión contó con el apoyo de la Banda Tributo a Soda Stereo y de la Orquesta Municipal de Ypacarai.
“Cuando pase el temblor” encendió la mecha en medio de las butacas. La “explosión” y el bullicio llegaría con “Persiana Americana” y “En la ciudad de la furia”, a las que se sumó el potente “Música Ligera”, con el que intentarían sin éxito cerrar el show. La gente quería más.
En el recorrido del show también sonaron “Trátame suavemente”, “Crimen”, “Adiós”, entre otras creaciones del compositor argentino.
La OSCA se mostró sólida y prolija, llevándose de muy buena manera con los instrumentos eléctricos, sus distorsiones y riffs, los que en más de una ocasión enfervorizaron a los presentes.
El guitarrista de rock Rolando Insfrán dio muestras de una sorprendente virtuosidad; los moderados y ligeros arreglos sinfónicos, respetando las disonancias de Cerati, fueron bien acompañados por los directores invitados, José Miguel Echeverría y Miguel Ángel Sosa.
Los aplausos de pie, el canto de toda la sala acompañando los clásicos de Soda, las emociones reflejadas en los rostros, y el “saltito rítmico” entre las butacas del gran teatro formaron parte de un espectáculo de gran calidad, reconocido y agradecido por los presentes, quienes respondían con el popular “¡ootra, otra!” a cada intento de despedida de los artistas.
Esa noche, el Municipal “se colmó” de Gustavo Cerati por un momento, de su canto, su melancolía, su deseo de ser feliz, su soledad. Aquella noche la gente lo recordó y volvió a admirar, y por su inquieta alma alguien habrá elevado una oración, quizás en forma de aplauso o de alguna lágrima. Pues, él lo dijo en la canción “Adiós”, “hay vacíos que no se pueden llenar”.