La crisis de creatividad en la industria del cine no es ninguna novedad. Sin embargo, desde hace algunos años, en un escenario en el que apareció el streaming y con el reciente golpe económico provocado por la pandemia, esta situación se agravó y obligó a las productoras, más que nunca, a evitar apostar por lo desconocido y orientarse por lo seguro, al desenterrar exitosas cintas y personajes del pasado, lo que resulta en películas, que a pesar de nuevas, tienen la nostalgia como un ingrediente elemental.
La pandemia tuvo sus efectos en la industria cinematográfica, durante y después del encierro. Las salas de cine permanecieron por muchos meses completamente cerradas, con una reapertura progresiva que al principio no generó confianza en el público, que, por su parte, optó por entretenerse con el streaming, en la comodidad del hogar. En parte, esta práctica fue estimulada por las propias productoras, como el caso de HBO Max, de Warner, que promovió el Day and Date, el estreno de sus películas en simultáneo en salas y en la plataforma.
Otra situación que potenció el streaming fue la abreviación del tiempo que se esperaba para que una cinta recién estrenada llegase a las plataformas, algo que antes tardaba años, últimamente varía de 45 a 90 días. Con estos cambios, el público empezó a considerar la inversión de transporte y consumo que requiere ir a las salas con la posibilidad de esperar y un tiempo después apreciar la película desde el hogar.
En este escenario, la predilección por las salas quedó enganchada a las películas-eventos, término que se refiere a aquellas producciones que son preferibles “verlas en el cine” por tratarse de una alta experiencia de fotografía, sonido, efectos especiales o por el gran atractivo que provoca la historia que plantea o los personajes que la protagonizan. Esta “categoría” incluye producciones que se utilizan de la nostalgia para apelar a un público ya establecido, a la par de presentar una historia con potencial de cautivar a nuevos seguidores.
NOSTALGIA
Un claro ejemplo es la última cinta Spider-Man: No Way Home, que cerró la trilogía protagonizada por Tom Holland y reunió a algunos de los villanos de las sagas antecesoras, además de traer nuevamente a escena a los anteriores intérpretes del héroe, tanto Tobey Maguire como Andrew Garfield. El resultado fue un éxito que ubicó a la película como la primera estrenada en pandemia en haber superado la barrera del billón de dólares en recaudación. En total, la producción de Marvel recaudó más de un billón novecientos mil dólares y pasó a ocupar el puesto del sexto filme más taquillero de la historia.
De igual manera se presenta Top Gun: Maverick, la continuación de la cinta protagonizada por Tom Cruise, en 1986. En esta ocasión, el actor reaparece como un instructor de los nuevos pilotos. La película también superó el billón de dólares en recaudación y se evalúa la producción de una continuación.
REENCUENTRO
Otro caso es la reactivación de Los cazafantasmas, que presentó el año pasado Ghostbusters: Afterlife, que relata una historia en tiempos actuales, protagonizada por los nietos de uno de los cuatro miembros originales, Egon Spengler, interpretado por el fallecido actor Harold Ramis, quien es homenajeado en la cinta con una versión fantasma. El mismo protagoniza un emotivo encuentro con sus tres antiguos compañeros.
Otro encuentro de generaciones se vio en la última entrega de la franquicia Jurassic World, en la que los protagonistas acudieron a los principales personajes de la saga Jurassic Park, de los 90, para resolver un nuevo conflicto con los dinosaurios.
Esta fórmula igualmente fue aplicada por DC, que promueve el encuentro de dos generaciones de Batman en la –varias veces postergada– cinta The Flash. Michael Keaton, que vivió el héroe en 1989 y 1992, y Ben Affleck, que lo interpretó en 2016 y 2017. El estreno está previsto para el 2023.
Desde hace un tiempo, el cine decidió jugarse por lo seguro, al apelar a la nostalgia del público como ingrediente esencial de producciones que igualmente buscan cautivar a nuevos admiradores.