Hasta ahora todas las acciones tomadas desde el Gobierno están dando resultados alentadores, salvo algunas debilidades que pueden ser subsanadas, a favor de algunos sectores de la economía; solo que para responder a estos reclamos hace falta una cosa: Más dinero.
Pero lo que sí resulta indignante es la actitud de algunos ciudadanos que buscan sacar ventajas de una situación de emergencia sanitaria y, por qué no decirlo, alimentaria.
Desde el día en que se declaró la cuarentena, a principios de marzo, empezó la especulación con productos como tapabocas y alcohol en gel. Los miserables de siempre rápidamente remarcaron los precios, con la ligera excusa de que había escasez, mientras familias enteras de forma desesperada buscaban las mascarillas.
Resulta indignante el actuar de funcionarios públicos, que en pleno desarrollo de la pandemia acuerdan dudosas compras, de insumos y materiales, pagando precios por encima de los costos referenciales, lastimosamente, en connivencia con empresas proveedoras.
Resulta indignante ver por medios de comunicación que seudolíderes se quedan con los kits de alimentos que son enviados hasta las zonas más humildes para la provisión de las ollas populares.
Resulta indignante la actitud miserable de los que se apropian indebidamente de mascarillas o tapabocas agotando el stock en cuestión de días, y poniendo en riesgo todas las medidas oficiales para munir a los trabajadores de blanco de los elementos básicos para realizar sus tareas.
Es lamentable el proceder de los miserables que no siendo sujetos del subsidio estatal logran incluir sus nombres en los listados para acceder a un beneficio indebido y dejando fuera de la nómina a los que realmente urgen una ayuda estatal para cubrir su alimentación diaria.
Es penosa la actitud de algunos empleadores que solicitan la suspensión de contratos de trabajo, piden que el IPS pague a los empleados, pero de igual forma obligan a sus colaboradores que se presenten en sus puestos laborales para realizar tareas.
Resulta indignante la actitud de políticos que buscan hacer campaña proselitista con la entrega de víveres a los sectores más humildes, en tiempo en que la solidaridad debe ser entre todos los paraguayos y los que habitan esta tierra guaraní.
Resulta indignante las actitud miserable de los que hacen correr noticias falsas para alarmar aún más a una población. A estos también se suman los que hacen correr falsas promociones para acceder a cupos o bonos de compra, jugando con la necesidad de la gente.
Es miserable la actitud de influyentes personajes políticos que buscan desprestigiar el trabajo del Ministerio de Salud por el solo hecho de que la figura de un ministro ganó popularidad y respeto por su gestión en los últimos meses.
Es miserable la actitud de los que conspiran contra los mismos paraguayos que están haciendo lo posible para resguardar a la población de una pandemia que puede tener consecuencias impredecibles en el país.
Es miserable apostar a que fracase el plan de cuarentena encarado por el Gobierno para plantear interpelaciones y un posible juicio político, pues, de ocurrir esto, será el pueblo quien pague con su salud y su vida y no precisamente los gobernantes de turnos.
No es momento, no hay espacio para los miserables de siempre. Es tiempo de unir fuerzas, de acompañar, controlar, auditar las acciones del Gobierno, pero no se puede ser tan antipatriotas para poner el palo a la rueda en un estado de emergencia sanitaria.