07 ene. 2025

La página en blanco espera al presidente

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Como un estibador más, el presidente Santiago Peña carga panes de marihuana. Dos en el hombro izquierdo y un paquete en su mano derecha. El video inunda las redes sociales pretendiendo el mensaje de lucha sin cuartel contra las drogas. Pero no todo es lo que parece.

Era el 24 de diciembre, a horas de la Nochebuena. Jalil Rachid, titular de la Senad, era la estrella del operativo intentando recuperar el protagonismo con la megaincautación de la droga en Canindeyú. Con su presencia, Peña daba un espaldarazo al polémico funcionario y se entendió como un punto final a los rumores de destitución del hombre fuerte antidrogas tras ser el protagonista principal del papelón con la DEA.

El operativo antidrogas, al final, fue un operativo blanqueo. Se supo que Jalil, con la indiscutible venia presidencial, se apropió del éxito ajeno. Quienes hicieron la tarea de inteligencia, incautación y enfrentamiento con los narcos fue el CODI (Comando de Defensa Interna). Esto generó un lógico malestar en las FFAA y otras instituciones involucradas en la lucha contra el narcotráfico. Se le abrió otro frente a Peña que sigue sin dar en la tecla en este delicado lío de la Senad vs. la DEA.

Las esquirlas del escándalo diplomático siguió impactando y cerró el año con otra crisis. Esta vez, la astilla alcanzó al Ministerio de Comunicación y la Vocería del Gobierno. El episodio fue aquella desordenada conferencia de prensa donde se anunció el fin de la cooperación con el organismo antidrogas de EEUU. Paula Carro, la ex vocera presidencial, acusó al ministro Gustavo Villate de encabezar un operativo siniestro en su contra, prohibiendo su presencia en el lugar y reveló en una larga carta las internas del Gobierno, confirmando una vez más la ausencia de estrategia en materia de comunicación política.

Nueva consecuencia del doble comando que adolece este Gobierno.

Así cerraba el año Santiago Peña. Con escándalos en su propio equipo. Con fuego amigo, como todas las crisis de su gobierno.

AÑO NUEVO, VIEJOS TEMORES. El 2025 se abre con nubes negras para la democracia. El 2024 fue el año en que se confirmaron todas las sospechas del avance autoritario en el país, anunciadas como cartas del futuro en la campaña presidencial del cartismo, que logró imponer su visión gracias a la mayoría absoluta de ambas cámaras.

El Congreso ha sido el epicentro de la política. Allí el oficialismo da señales de su unidad y de sus diferencias, e incluso críticas a la gestión ministerial. Una de las más fuertes fue el pedido de renuncia del ministro del Interior, Enrique Riera, tras la muerte del diputado Lalo Gomes en un allanamiento policial. Una crisis provocada por un operativo que terminó con la vida de un político vinculado al narcotráfico. La narcopolítica fue la causa de la crisis oficialista. Revelador.

En todo sistema presidencial, el Ejecutivo debería tener el protagonismo principal, pero Peña no ha logrado en 16 meses de gestión sacarse de encima la etiqueta de ser un simple gerente en Palacio de Gobierno y que el poder real lo ejerce Horacio Cartes.

El Quincho ha reemplazado a Mburuvicha Róga como símbolo de poder.

Tanto que los temas en que el presidente ha manifestado públicamente estar en contra, en ninguna pudo imponer su visión. Como la violenta expulsión de Kattya González del Senado o la ley contra las organizaciones de la sociedad civil, un tema que puso al país muy cerca de dictaduras que tomaron la misma decisión.

CANCELACIÓN. El Congreso con mayoría hegemónica del cartismo, debido a la migración de ex disidentes colorados y el transfuguismo de liberales y payistas, impone su visión cancelando el debate. La mayoría de las leyes, especialmente aquellas planteadas por el Ejecutivo, se aprobó casi a libro cerrado. Algunas en menos de 15 minutos. No se tolera la mínima disidencia y ante la ausencia absoluta de capacidad e inteligencia para defender sus proyectos, optan por la aplanadora y el bozal. Nada señala que en este periodo habrá mayor tolerancia política, lo cual es grave para el necesario debate plural en el templo de la democracia. En este contexto se había dado la expulsión ilegítima e inconstitucional de la senadora González, cuyo caso ha resonado en el mundo, y que duerme hace un año en la Corte Suprema de Justicia, como símbolo de sometimiento al poder político arrollador del cartismo.

Otro tema que marcó el año y ha levantado las alertas sobre la profundización del autoritarismo fue el ataque a la sociedad civil. Ante la ausencia de una oposición política robusta, el ala dura del cartismo lanzó una campaña contra las organizaciones civiles por su permanente cuestionamiento a la corrupción, la debilidad institucional y la narcopolítica. No fue el ánimo de la transparencia lo que motivó la ley anti- ONG sino la muerte política y social de liderazgos civiles, como lo reveló el propio senador Gustavo Leite, principal impulsor del plan.

OPOSICIÓN. La arrolladora supremacía del cartismo se da en un contexto de una oposición desarticulada. Las fuerzas no coloradas están divididas por la cuña oficialista que ha logrado penetrar y torcer voluntades a fuerza de billetera. Con los privilegios que otorga el presupuesto público rompieron el eje de los partidos corrompiendo a varios de sus legisladores.

El PLRA, primer partido de oposición, no logra salir de su internismo profundo y oscuro. No da señales de reorganización.

Cruzada Nacional, la gran sorpresa de las elecciones, ha perdido la mayoría de sus legisladores que cruzaron directamente al cartismo sin el mínimo pudor. Payo Cubas incluso anunció el cierre temporal de su partido por deudas, a raíz de la falta de pago del subsidio y aporte estatal, que ha calificado como un boicot.

Los partidos de izquierda tampoco logran levantar cabeza ya que su representación parlamentaria se ha reducido al mínimo.

Si la oposición, en forma separada o conjunta, no logra instalar ideas y despertar sueños de los excluidos del sistema actual, a los ciudadanos que sufren el pésimo sistema salud, la mediocre educación, la humillación diaria del transporte público, el desempleo, la informalidad. Mientras no sean capaces de ceder poniendo a la gente en primer lugar en vez de sus mezquinos intereses , el destino que los espera es la desaparición.

MOVIDA COLORADA. Como un destino inevitable, un curso natural de su historia, la ANR cierra el año con el fin de la paz partidaria. El acaparamiento del poder con la soberbia que caracteriza al cartismo generó la revitalización de la disidencia. La senadora independiente Lilian Samaniego fue la primera en plantar bandera y anunció, en medio de una disputa con el médico y mano derecha de Cartes, Tony Barrios, que recorrerá el país para dar vida al partido silenciado, según su definición.

El ex precandidato Arnoldo Wiens, con el apoyo del ex presidente Mario Abdo Benítez, anunció oficialmente el inicio de su campaña de cara al 2028.

DESAFÍOS. Peña tiene todo el viento a su favor para llevar adelante al país. Tiene la hegemonía cartista en todos los poderes del Estado, la domesticación de los poderes fácticos, una oposición debilitada y una sociedad civil golpeada.

A pesar de que en su gestión se ha dado el esperado grado de inversión, las grandes empresas, aquellas que modifican el PIB, no llegan al país por una simple y vieja razón: La corrupción y la impunidad con su consecuente debilidad institucional. Una herencia de décadas del poder colorado.

Hace poco se desmanteló una red criminal que estafaba a inversores, una colonia menonita. Un alto funcionario de la Cámara de Diputados estaba implicado en el intento de estafa de casi 2 millones de dólares. No se atrevería a semejante arrojo si no tuviera padrinos poderosos en la estructura del Estado.

Lo peor, no hay señales de mejorar el Poder Judicial, donde el cartismo tiene la llave de la puerta de entrada (Consejo de la Magistratura) y la llave de la puerta de salida (Jurado de Magistrados). La Justicia, la responsable de las escandalosas impunidades, no da señales de cambio ni de independencia.

Peña y su grupo político tienen cuasi el poder absoluto. ¿Lo usará para mejorar las condiciones económicas y sociales de un país enfermo de corrupción e impunidad, o solo lo utilizará para avanzar más hacia la extrema derecha denegando aún más el pluralismo político y castigando la participación ciudadana, mientras ellos están cada vez mejor?

El 2025 ya se inició con negros nubarrones para la democracia.

Un nuevo año es siempre una página en blanco. Veremos cómo Peña decide llenar las páginas, si con la lapicera de presidente o la de un sometido gerente.

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