19 sept. 2024

La palabra maldita

Zenaida Delgado, flamante cartista, defiende la posición de suprimir la palabra género en una ley que declara emergencia social ante la violencia contra las mujeres.

Lo curioso no radica tanto en que ella sea la presidenta de la Comisión de Equidad y Género del Senado, sino que la palabra género desaparezca en una normativa que justamente pretende concienciar… sobre la violencia de género.

La ridícula propuesta provino de la senadora latinista Lizarella Valiente, quien en su intervención hizo una trampita: Usó la definición de la “identidad de género” como si fuera la de “género”. La obsesión por borrar una palabra del idioma castellano parecería absurda. Pero forma parte de un movimiento instalado hace años, y que, según algunos expertos, está convirtiendo al Paraguay en un laboratorio de ideas antiderechos.

Con un Parlamento con un nivel intelectual tan bajo debe ser penoso para alguien con los conocimientos de la senadora Blanca Ovelar tener que discutir lo elemental. Explicó que el enfoque de género ya había sido incorporado a la educación paraguaya hace más de un cuarto de siglo y por qué es importante incluir la palabra género al hablar de violencia contra la pareja o intrafamiliar. Expresó, en español y guaraní, que la violencia contra las mujeres “es un tema ligado al género”. Pero no sirvió de mucho. Primó el rampante simplismo de Lizarella, quien eliminó el término porque tiene un significado “demasiado amplio” y puede incluir “orientaciones sexuales diversas”.

La igualdad no es “un enfoque cultural o ideológico” es un derecho humano. La igualdad de género es el derecho a no sufrir discriminaciones debido a normas sociales o comprensiones culturales relacionadas con la sexualidad, así como a no tener que enfrentar mayores vulnerabilidades por el hecho de ser mujer. Como es difícil oponerse a eso, los grupos antiderechos crearon una supuesta ideología de género que, en realidad, no quiere decir nada. Lo que existe como concepto académico y de políticas públicas es la perspectiva o enfoque de género.

Pero la “ideología de género” tiene la mágica capacidad de poner los pelos de punta y cohesionar a amplios sectores muy conservadores de la sociedad. Desde afuera, este “pánico moral” fue insuflado inicialmente por la jerarquía católica, como una reacción a los movimientos feministas, pero fue enseguida apropiado por actores protestantes con campañas de desinformación por toda la región. Hoy, pastores evangélicos como Miguel Ortigoza, solventado por Capitol Ministries, una ONG estadounidense cristiana, es uno de sus principales lobistas. Un artículo del The New York Times describe este matrimonio perfecto entre las dos vertientes cristianas: “La belleza política de la ideología de género es que ha dado a los clérigos una forma de replantear su postura religiosa en términos laicos: como derechos de los padres. En América Latina, el nuevo lema cristiano es: Con mis hijos no te metas”.

Internamente, ese caldo conservador fue magníficamente aprovechado por el cartismo en épocas electorales. Por eso, resucitaron lemas tan mohosos como “Dios, Patria y Familia”. Fue buscando votos que, ya en 2016, erradicaron la palabra “género” de una Ley de Protección Integral a las Mujeres y, al año siguiente, el Ministerio de Educación y Ciencias prohibió su aparición en todos sus materiales impresos o digitales. El año pasado el tema resurgió con fuerza, creando un conflicto no resuelto con la Unión Europea.

Prohibir palabras es un acto de barbarie con efectos en toda la sociedad. Cunde una autocensura por parte de los que temen ser acusados de promover la ideología de género. Hoy, todos los ministerios –¡incluido el de la Mujer!– se cuidan de utilizar la palabra maldita, ¡Guay del maestro que la use en clase! El propio papa Francisco pronuncia la palabra género sin complejos, pero en Paraguay es una herejía.

Si erradicamos el concepto de género pierde toda la sociedad, que se queda sin una herramienta para entender y transformar una realidad en la que muchas mujeres quedan relegadas en el ejercicio de los mismos derechos que los hombres.

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A continuación, una columna de opinión del hoy director de Última Hora, Arnaldo Alegre, publicada el lunes 2 de agosto de 2004, el día siguiente al incendio del Ycuá Bolaños en el que fallecieron 400 personas en el barrio Trinidad de Asunción.