Auckland encabeza el estudio anual del semanario The Economist sobre las ciudades donde la vida es agradable sobre un total de 140, según la edición 2021 publicada este miércoles, seguida de Osaka en Japón, Adelaide en Australia, Tokio y Wellington en Nueva Zelanda. “Auckland subió a lo más alto de la clasificación gracias a su exitoso enfoque para contener la pandemia de Covid-19, que ha permitido que la sociedad permanezca abierta y la ciudad tenga mejores resultados en términos de educación, cultura y medio ambiente”, afirma el comunicado de prensa que acompaña al estudio.
Por el contrario, las ciudades europeas tuvieron un resultado especialmente mediocre en la edición de este año. Viena, considerada la ciudad más agradable entre 2018 y 2020, cayó al puesto 12, mientras que Hamburgo, en Alemania, descendió 34 hasta el 47.
El estudio menciona el estrés en los recursos hospitalarios que ha aumentado en la mayoría de las ciudades alemanas y francesas y las restricciones a los movimientos y a las reuniones que han limitado la oferta cultural.
La subida más notoria la registró Honolulu, en Hawái, Estados Unidos (14º de la clasificación, +46 puestos) gracias a los grandes avances en la forma de contener la pandemia y de desplegar el programa de vacunación.
Damasco sigue siendo la ciudad donde resulta más difícil vivir, debido a la guerra civil. Caracas ocupa el puesto 131.
Impacto en niños. La pandemia también tuvo un efecto sin precedentes y profundo en los derechos, alimentando el racismo y causando sufrimiento en muchos niños, afirma un informe publicado este jueves por la Agencia de los Derechos Fundamentales (FRA) de la Unión Europea.
La situación exacerbó los desafíos y desigualdades existentes en todos los ámbitos, afectando en particular a los grupos vulnerables, indica el capítulo sobre el Covid del informe 2021 sobre los derechos fundamentales.
Muchos de los 27 Estados miembros de la UE decretaron estados de emergencia otorgando a los gobiernos poderes extraordinarios de toma de decisiones que limitaron los derechos humanos en su conjunto, sostiene el informe de la Agencia de los Derechos Fundamentales (FRA, siglas en inglés), con sede en Viena.
Entre las categorías de primera línea destacan los ancianos, los niños, los gitanos, los refugiados, los migrantes o los discapacitados.
Las mujeres también se vieron afectadas de forma desproporcionada, ya sea en el empleo, la conciliación o su salud debido a su alta representación en los sectores denominados esenciales. “La pandemia avivó la discriminación, los delitos de odio y la incitación al odio contra las minorías, especialmente contra las personas de origen inmigrante y la población gitana”, subraya el informe.
Lo niños sufrieron durante la pandemia, especialmente quienes viven en entornos económica o socialmente desfavorecidos. La educación a distancia resultó complicada sin acceso a internet ni ordenadores.
En Rumania, por ejemplo, donde las escuelas estuvieron cerradas durante una gran parte del año, el 25% de ellas no tenía acceso a cursos en línea, según la ONG Save the Children, citada en el informe.
“El abuso infantil también ha aumentado durante el confinamiento y la cuarentena”, al igual que el número de casos de abuso sexual en línea, agrega el informe en base a datos de la agencia policial Europol.
En términos más generales, la violencia doméstica aumentó durante el período.
En la República Checa y Alemania, por ejemplo, el número de llamadas a las líneas de asistencia aumentó en 50% y 20%, respectivamente, entre marzo y junio de 2020. “El Covid-19 puso a prueba la firmeza de los sistemas de protección de los derechos fundamentales en toda la UE”, afirmó Michael O’Flaherty, director de FRA. Los gobiernos deben establecer estructuras sostenibles para luchar contra las desigualdades, el racismo y la exclusión”, agregó.
MENOS PLÁSTICOS. La producción mundial de plástico retrocedió en 2020 0,3% debido a la pandemia del coronavirus, un fenómeno que solo se ha registrado tres veces desde la Segunda Guerra Mundial. En total, el planeta produjo 367 millones de toneladas de plástico en 2020, frente a los 368 millones de toneladas en 2019, dijo Eric Quenet, director de la asociación europea de productores de plástico PlasticsEurope. El mundo registró dos retrocesos en su producción de plástico desde el fin de la Segunda Guerra Mundial: En 1973, con la crisis petrolera, y en 2008, con la crisis de las subprimes.