Marisol Ramírez
@Lic.MarisolRamírez
La historia de amor entre los bailarines de danza paraguaya Héctor Ayala y Paola Avalos inició gracias a la pasión que ambos comparten: Bailar.
“Nos conocimos en el Ballet Folklórico Municipal de Asunción donde somos compañeros hace más de 10 años”, comentó a ÚH Paola Ávalos, pareja de Héctor Ayala, con quien tiene una hija, Amaia Yeruti (2).
La relación de pareja inició mucho tiempo después de conocerse. “Al principio fuimos solo amigos y más adelante pareja, de esto hace seis años,” recordó.
Paola considera que el hecho de compartir una pasión como es la danza, une más a la pareja, “al menos en nuestro caso, ya que compartimos los mismos horarios, nos acompañamos.”
Además, resaltó el hecho de que ser amigos primero les ayudó a un mejor conocimiento mutuo, y sobre todo, señala como muy beneficioso a la hora de formar pareja, “el hecho de compartir gustos”.
La vida del bailarín, en general, implica dedicación y mucha disciplina. En ese sentido, la pareja se organiza para cumplir el rol de padres y tener espacios como familia. “Es difícil porque a veces, los ensayos o las presentaciones, coinciden con reuniones familiares, cumpleaños, etc., pero cumplimos dentro de nuestras posibilidades”, cuenta.
Acerca de la crianza de Amaia Yeruti detalló que a veces es difícil, ya que como comparten horarios, “a veces puede ser un problema, ya que es pequeña, y hay que conseguir que la cuiden mientras no estamos”.
En su caso, Paola, volvió a bailar recién cuando Amaia cumplió 4 meses, y la llevaba con ella, ya que lactaba leche materna exclusiva, “había veces en las que solo me tocaba actuar a mí, entonces él le cuidaba mientras yo bailaba y otras, que nos tocaba bailar a ambos, entonces le llevábamos a mi mamá para que la cuide mientras bailabamos,” describió.
Ahora que Amaia cumplió 2 años, ya es más fácil dejarla algunas horas con su abuela Elena, “porque hay lugares dónde no le podemos llevar, ya sea por el lugar, los horarios, etc.” También, a veces, se queda al cuidado de su hermana mayor Danna Lucía, la otra hija de Paola.
EL EMBARAZO
La etapa del embarazo tuvo sus altas y bajas, momentos difíciles y otros más llevaderos, así como los primeros meses después del parto, ya que para una bailarina, la danza es el eje de su vida.
“Me tocó bailar hasta los 5 meses de embarazo, luego ya tuve que guardar reposo por ser un embarazo de alto riesgo”, señaló Paola.
En tanto lo más difícil durante las presentaciones: “Fueron los malestares, las náuseas especialmente que me acompañaron hasta casi el final del embarazo”.
Cuando les tocaba bailar en almuerzos, cenas o en las fiestas de San Juan, “era todo un desafío”.
Al volver a los ensayos, presentaciones, costó un poco para Paola, “volver a la rutina costó. Después de estar tantos meses sin bailar, y sí, a mí particularmente me frustró el tema de no poder participar de viajes, por ejemplo. Es más difícil dejarle y más si son varios días.”
PASIÓN COMPARTIDA
“Es un regalo ver cómo el amor florece en el ámbito de la danza“, dijo a ÚH la maestra Irma Ávila, directora Ballet Folclórico Municipal de Asunción. “Conocí a parejas de bailes a nivel internacional a lo largo de mi carrera artística, y es una bendición encontrar el amor justo en lo que a uno le apasiona”.
En la actualidad, la maestra conoce varias parejas que se formaron gracias al amor compartido por el arte, en este caso, la danza paraguaya.
“Felicito a Héctor y Pao por encontrar el amor en el corazón del folclore. Que su relación siga floreciendo y que su pasión por el baile siga siendo una fuente de inspiración para otros”.