01 may. 2025

La pluma de Dickens

En una foto de 1859, se ve a Charles Dickens escribiendo con una pluma de ganso. ¿Cómo hacía para escribir con eso? Cuesta imaginar una editorial, un periódico, trabajando con plumas y tinteros.

Los escritos se entregaban a los cajistas, quienes los reproducían ordenando las letras. Cada letra era una pieza de plomo que se metía en una tabla con ranuras, que al completarse y entintarse formaban las líneas de la página impresa.

La impresión era un proceso mucho más difícil y lento, pero se escribía mejor.

El siglo XIX fue el gran siglo de la novela.

No han desaparecido los grandes novelistas; pero, tomando en cuenta las posibilidades históricas, la proporción entre la buena y la mala literatura se ha volcado hacia la mala a causa de la comercialización.

Por eso Dickens, con Balzac y otros escritores decimonónicos, despierta la atención de muchos escritores contemporáneos, que reivindican los derechos del creador individual frente a las imposiciones de las industrias culturales. Culturales o no, esas industrias han llevado a confundir los límites entre la diversión banal y el arte.

Como reacción, se vuelve a la escritura del siglo XIX, que no impacta ni atrapa como un best seller moderno.

En rigor, la literatura del siglo XIX era más popular de lo que suponemos.

Muchas novelas de Dickens y otros maestros se publicaron en entregas en los periódicos y llegaron al gran público.

Hoy se supone que la buena literatura es aburrida y constituye el privilegio de una élite; el pueblo debe conformarse con la mala.

En realidad, la cultura no es una cuestión de clase, sino lo que permite superar las diferencias de clase. Permitió a Eligio Ayala, hijo natural de una mujer pobre, convertirse en un estadista destacado.

Recordar a Dickens no significa justificar su época; una época de injusticia social y expansionismo colonial.

Bélgica, una potencia colonial menor, mató entre dos y cuatro millones de personas en el Congo; Inglaterra, la potencia mayor, tuvo varios millones más en su haber.

En varios países europeos y americanos, los derechos políticos estaban limitados por el dinero legalmente.

Se recuerda a Dickens porque sus libros expresan los problemas de su época: la triste vida de los suburbios (Oliver Twist), el trabajo infantil (Tiempos difíciles), la especulación mercantil (Cuento de Navidad).

Esos problemas son también los nuestros, como señaló un autor inglés poco después de la reciente insurrección urbana en Londres.

Los niños de la calle, los avaros, como el del Cuento de Navidad, no son meras figuras literarias.

Por eso el autor inglés merece esta recordación mundial de su bicentenario.