La situación planteada cuestiona los discursos sobre el éxito del crecimiento. El aumento del PIB en 2021 fue del 5% y en algunos sectores de más del 10%. Este buen desempeño económico significó la recuperación completa con respecto a los niveles anteriores a la pandemia en algunos sectores mientras que otros continúan avanzando positivamente.
Una de las características del crecimiento económico en los últimos años ha sido su débil efecto multiplicador sobre el ingreso y la calidad del empleo. Este ha tenido impacto solo cuando ha sido extremadamente alto, por encima del 5,5%, condición que difícilmente pueda repetirse. Por esta razón, es necesario realizar cambios en la matriz productiva de manera que tasas de crecimiento menores continúen generando los empleos en la cantidad y cantidad necesarias para el bienestar de las personas y sus familias y el desarrollo nacional.
El modelo económico paraguayo está mostrando sus problemas. Siendo un país productor y exportador de alimentos, hoy se encuentra en la encrucijada de no poder mantener baja la inflación por el aumento de los precios de alimentos.
A esto se agrega una oferta energética con alto peso de energía no renovable mientras que la mayor demanda es de combustibles fósiles, con precios en aumento y que contribuyen a acentuar las presiones inflacionarias.
Para las familias en situación de pobreza, los alimentos y la movilidad constituyen la mayor parte del gasto familiar, por lo cual los precios de estos productos tienen un alto efecto en la canasta familiar. La producción y el acceso a alimentos constituyen factores determinantes de la lucha contra la pobreza, tanto porque la producción genera ingresos en la agricultura familiar, donde se concentra la pobreza rural, como porque el acceso a precios justos garantiza el mantenimiento de la capacidad adquisitiva de los ingresos laborales en las ciudades.
De la misma manera, los costos de movilidad tienen un alto peso en la canasta básica familiar, por lo que los precios de combustibles o del pasaje afectan sobremanera. Un buen sistema de transporte público reduce gastos, aumenta la productividad y mejora la calidad de vida.
Las políticas de reducción de la pobreza tienen tres ámbitos de acción. En primer lugar garantizar que el mercado laboral genere ingresos suficientes para que los hogares se posicionen por encima de la línea de pobreza. En segundo lugar las políticas redistributivas de salud, educación y protección social que permiten aumentar el capital humano. No hay posibilidad de que las personas dejen la pobreza sin al menos educación media, acceso a un sistema universal de salud y a mecanismos de protección que les permitan ser resilientes en momentos de alta vulnerabilidad. En tercer lugar, la inflación. El aumento de los precios, sobre todo en los bienes y servicios que consumen la mayoría de los hogares, es una condición necesaria.
Los factores estructurales que están detrás de la pobreza requieren abordajes integrales y que beneficien no solo a las poblaciones en situación de pobreza. Por eso, el Gobierno debe ser capaz de implementar políticas que enfrenten estos factores en el corto, mediano y largo plazo.