Peña, un político procedente de las filas del liberalismo, que se sumó en el 2016 al Partido Colorado —también llamado Asociación Nacional Republicana (ANR)— jurará al cargo después de una contundente victoria del oficialismo en los comicios en los que, además del Ejecutivo, esa formación aseguró una importante representación en el Congreso y 15 de las 17 gobernaciones departamentales en liza.
El futuro presidente llegará arropado por un triunfo que quebró los pronósticos de las encuestas, que vaticinaban un empate técnico entre él y el liberal Efraín Alegre.
De hecho, Peña obtuvo 1.291.209 votos frente a los 830.302 de Alegre, quien estaba al frente de una heterogénea alianza opositora, y los 692.429 votos de Paraguayo Cubas, el aspirante sorpresa de la cita electoral.
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Además, Peña contará con una mayoría colorada en el Congreso tan amplia que no se recordaba desde los tiempos del presidente Raúl Cubas Grau (1998–1999), subraya la investigadora Katia Gorostiaga, si bien matiza que se trata de un bloque que carece de unidad granítica.
“El Partido Colorado está dividido”, manifiesta a EFE Gorostiaga, en alusión a la existencia de, al menos, tres sectores políticos diferentes en el seno del oficialismo. Uno es el que responde a la facción Fuerza Republicana, que lidera Mario Abdo Benítez, el presidente saliente. Otro se denomina Honor Colorado y está liderado por el todopoderoso ex mandatario Horacio Cartes (2013-2018), quien apoyó la candidatura de Peña. Además, también hay una bancada colorada independiente.
Peña, cuyo perfil responde más al de un tecnócrata que al de un líder político, “no va a tener la gobernabilidad que se esperaba”, vaticina esta analista.
Cartes y los colorados
Gorostiaga, doctora en Ciencias Sociales, considera que el “mayor desafío” que tiene el nuevo gobernante es su propio mentor político, Horacio Cartes, de quien fue ministro de Hacienda y que en octubre del 2016 lo llevó a las filas del coloradismo.
“Su padrino político, que tiene muchísimo poder y aún más dinero que poder, está enfrentando situaciones complicadas”, mencionó Gorostiaga, en alusión a las sanciones que Estados Unidos impuso a Cartes, actual líder del Partido Colorado.
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Apoyándose en acusaciones de corrupción, Washington canceló la visa del ex gobernante y le impuso sanciones financieras, por las cuales debió emprender un proceso de reestructuración del Grupo Cartes, que desde marzo pasado dejó de operar como marca.
Al respecto, el politólogo Esteban Caballero señala que el ciclo político que se inicia en Paraguay podrá ser definido, según el camino que escoja el futuro jefe de Estado, “como el ‘gobierno de Santiago Peña’ o como ‘el nuevo ciclo cartista’”.
“Mucho depende de la ineludible tirantez que se irá dando entre Horacio Cartes y el nuevo presidente”, señaló en la red social Twitter.
En una columna publicada el pasado 23 de julio en el diario Última Hora, Caballero advirtió incluso de que “la función de patronazgo” de los colorados puede convertirse en una “constante piedrita en el zapato” para Peña.
“Su desafío aquí es mantener vivo el proceso de negociación con las bases, los caudillos y los parlamentarios del Partido Colorado, para hacer avanzar su proyecto”, opinó.
Continuidad o cambio
El continuismo del Partido Colorado queda patente en el hecho de que los funcionarios públicos adscritos a esa formación —que representan cerca del 85% en distintas instituciones y alrededor del 70% en el poder judicial— permanecerán en sus puestos, apunta la historiadora Milda Rivarola.
“En ese sentido, sí siguen gobernando los colorados. Cambia el Ejecutivo, pero la lógica política de Gobierno no cambia”, recalca a EFE.
En todo caso, al gobernante saliente, Mario Abdo Benítez, “quizás se lo recuerde como el último gobierno colorado”, agrega. “Lo que se viene es un gobierno de tipo empresarial”, considera Rivarola.
Fuente: EFE.