La reina emérita estará acompañada por el ministro español de la Presidencia, Félix Bolaños, como encargado de las relaciones del Ejecutivo de España con la Iglesia.
También acudirá a las honras fúnebres de Benedicto XVI una delegación española encabezada por la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá.
Al funeral en memoria de Joseph Ratzinger se sumará el arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella.
El funeral de Benedicto XVI no será de Estado al no tratarse de un pontífice “reinante” pero contará con la asistencia de las delegaciones oficiales de Italia y del país natal de Ratzinger, Alemania, además de que otras autoridades pueden asistir a las exequias a título personal.
El cuerpo del papa emérito será enterrado en la cripta de la basílica de San Pedro y la tumba elegida por él mismo ha sido la que acogió los restos de Juan Pablo II, vacía desde que el cuerpo de este papa fuera expuesto en la superficie del templo en 2011.
Benedicto XVI falleció el sábado a los 95 años y desde este lunes está siendo despedido por miles de fieles que visitan su capilla ardiente.
El papa emérito Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de diciembre a los 95 años, fue despedido este lunes por miles de fieles que desfilaron por la basílica de San Pedro en el primer día de su capilla ardiente, que concluirá el próximo día 5 con su funeral.
En total, unas 65.000 personas pasaron ante el cuerpo del papa alemán, según datos de la oficina de prensa de la Santa Sede, que confirmó un número de visitantes mucho más alto del inicialmente previsto por la delegación del Gobierno en Roma, que esperaba 35.000 durante todo el día.
Ratzinger, que en 2013 fue el primer pontífice en renunciar en los últimos seis siglos, yacía sobre un catafalco de tela dorada a los pies del Altar de la Confesión y del baldaquino de Bernini, sobre el lugar en el que según la tradición fue sepultado San Pedro.
La casulla papal, pero no el palio
Vestía los paramentos pontificios, la casulla roja (color del luto papal) sobre una túnica blanca, pero al no ser un papa “reinante”, por haber renunciado, no se le colocó el palio, la estola blanca que se lleva sobre los hombros y que representa su jurisdicción.
La cabeza de Benedicto XVI estaba tocada por una mitra blanca de bordes dorados, en sus manos llevaba un rosario y el anillo que llevó durante su tiempo de emérito (su Anillo del Pescador, que evoca el poder papal, fue destruido) y calzaba un par de austeros zapatos negros, no los rojos que representan la sangre mártir.
La capilla ardiente provocó una larga fila de personas que daba la vuelta a la plaza de San Pedro y que desfiló ante los restos del papa alemán, escoltado por dos miembros de la Guardia Suiza, provistos de alabardas.
Muchos eran fieles que inclinaban la cabeza ante el pontífice o se persignaban, mientras que otros tantos eran turistas o personas a los que este fallecimiento vaticano ha pillado en Roma.
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En el lugar estaba también la “familia vaticana” de Ratzinger, las personas que le asistieron en su retiro en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, entre estos su secretario personal, Georg Gänswein, que recibió el pésame de algunos de los fieles.
Velando el cadáver se pudo ver a algunas monjas y antiguos miembros de la Curia, como el cardenal y arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares, con un bastón, o los también purpurados Camillo Ruini, en silla de ruedas, y el alemán Walter Kasper.