Como ya escribí en esta misma columna, en una película biográfica de la reina Victoria, casi adolescente, alrededor de 1830, en sus primeros paseos de carruaje por fuera del palacio, la reina le pregunta en modo atribulado a Lord Melbourne, su primer ministro: Por qué hay tanta gente empobrecida y hambrienta en algunos lugares de Londres. El hombre de Estado, quien la adiestraba en la política, le responde en modo filosófico: No es bueno preguntar ese tipo de cosas, porque no es conveniente ir en contra del “orden natural”. Solo como ejemplo analógico, aparentemente, la Londres de la primera mitad del siglo diecinueve sería equivalente al paisaje “natural” 2024 en algunos barrios de Asunción, CDE, Fernando de la Mora, San Lorenzo y Luque, entre otros.
En sentido opuesto al consejo de William Lamb (Lord Melbourne), una institución multilateral sí se cuestionó sobre la pobreza en el Paraguay como algo natural. Pude bajar del portal del Banco Mundial - BM un estudio titulado Evaluación de Pobreza y Equidad en Paraguay del 20 de julio del 2024, reciente. Contiene un diagnóstico y algunas estrategias para potenciar el crecimiento inclusivo y la reducción de la pobreza. Tuvo poca repercusión. No obstante, lo que allí está escrito no tiene desperdicio.
En primer lugar, llama la atención de los expertos del BM: Cómo es posible que un país que redujo a la mitad su tasa de pobreza, del 51,4% en 2003 a alrededor del 25 % en 2022, haya bajado tanto la pobreza en los primeros diez años, y se haya frenado tanto en la última década. Veamos. La mayor parte del progreso se concentró en el periodo 2003-2013, la década ganada, Nicanor Duarte Frutos y Fernando Lugo-Federico Franco, cuando la pobreza se redujo a 23,4 puntos porcentuales. Bastante. Luego, entre 2013 y 2022, casi una década pérdida, periodo de Horacio Cartes y Mario Abdo Benítez, la pobreza solo disminuyó alrededor de 2 puntos porcentuales. Nada. Apenas 1 punto porcentual para cada uno, en promedio.
En segundo lugar, el documento en cuestión detalla cuatro factores claves que limitan la aceleración de la reducción de la pobreza en el Paraguay. Los mismos son bajos niveles de acumulación del capital humano; barreras para el acceso y creación de empleos de calidad; sistema fiscal ineficiente y de impacto moderado para reducir la pobreza; exposición a choques climáticos.
El capital humano en Paraguay tiene baja productividad. No produce lo suficiente para tener calidad de vida en su fase activa, y para ahorrar lo que va a necesitar para su fase pasiva, jubilación. Las brechas en la calidad de salud y educación conspiran contra la eficiencia del trabajador paraguayo. Aparecen temprano en la vida de la gente, dice el BM. El paraguayo no tiene buena salud y tiene poca escolaridad, apenas 9 años en promedio. Se necesitan 12 para salir de la caverna, y se crece un año de escolaridad a cada diez años. A esta velocidad nos faltan tres décadas. Una eternidad. Por eso la gente rinde poco.
Yo suelo decir que la mano de obra paraguaya no es precisamente barata, quizá gane poco, pero no produce mucho. Es mentira que el paraguayo promedio sea eficiente. Eso es propaganda engañosa. Por lo general, tiene poca comprensión lectora, no maneja las matemáticas y se aplaza mal en las pruebas del Pisa. A veces no gana tan poco, pero tiene una productividad no correlativa. Lo barato sale caro. El paraguayo medio vive muy mal y a veces ni sabe por qué tiene un óbito repentino. El Banco Mundial nos advierte en su documento de algo excepcional: Nos morimos cada vez más de enfermedades no transmisibles. El porcentaje de muertes por esta causa saltó del 61% en el 2000 al 75 % en el 2019. Esto significa hábitos y calidad de vida de mal en peor. Se vive mal, se trabaja mal y se come mal. Sedentarismo, desnutrición grave y moderada, presión alta y diabetes, solo para nombrar lo poco que entiendo. El Estado invierte casi nada en salud y educación, país peligroso para vivir, es una vergüenza. Espacios públicos cercenados. Ciudades sin agua y saneamiento, déficit habitacional, energía de mala calidad, salud pública macabra, lejos de ser universal, etc. Solo el 9,8% de los hogares tiene cobertura de cloaca. Es un país sin bienes públicos, pero, con grado de inversión. Qué tal.
Luego, claro, qué empleos de calidad se le puede dar a alguien que no está capacitado, mal equipado, enfermo. Hay pocas empresas en el Paraguay que ofrecen empleos de calidad, que pagan bien, cumplen con el IPS y entrenan al capital humano. Más del sesenta y tres por ciento del mercado laboral es informal. El primitivismo productivo, esencialmente agropecuario, es el que menos paga, y tiene la mayor incidencia de empobrecidos entre sus trabajadores, según estudios de la UIP.
Al mismo tiempo, el Estado, con su política fiscal, es ineficiente para sacar a la gente de la pobreza. Por tres razones. El BM dice que el Estado paraguayo recauda poco porque se evade mucho, es regresivo en sus impuestos y es malgastador. Lo expresa en forma elegante. Los multilaterales, cuando te dan con un palo, apelan a la existencia de oportunidades para mejorar. Reprobación diplomática. La elevada evasión se debe a la falta de control y al alto grado de corrupción. La regresividad impositiva es un Robin Hood inverso, le cobra más a los que tienen menos y le cobra menos a los que tienen más. Es un acuerdo con quienes financian las campañas. Modelo inicuo. Y como si todo esto fuera poco, malgasta lo poco que recauda, que es apenas el once por ciento sobre el producto, como mucho, de presión tributaria. Según documentos del BID, de años anteriores, alrededor del cuatro por ciento del PIB se roba o malgasta en el Paraguay. Más de 1.600 millones de dólares por año. Con eso no existe Estado. No sirve para casi nada. La gente lo sabe porque lo siente. Este es un Estado que no te asegura ni agua potable.
Por último, no menos importante, por ahora, lo incontrolable: La alta exposición a los riesgos climáticos. El cambio climático ya está entre nosotros. Suelo definir, como mucha agua en poco tiempo y mucha agua en poco tiempo. Aunque alguna gente se haga el ñembotavy. Textualmente, el BM dice “Los riesgos climáticos, como inundaciones y calor extremo, representan serias amenazas para la reducción de la pobreza. Aproximadamente el 25% de la población enfrenta una doble exposición a inundaciones pluviales y fluviales, mientras que casi el 40% está expuesto a calor extremo. Esta alta exposición implica que una parte sustancial de la población podría caer en la pobreza debido a eventos de inundación. En zonas urbanas, la proporción de personas en situación de pobreza expuestas al riesgo de inundaciones es 1,2 veces mayor que la de los no pobres, evidenciando la vulnerabilidad desproporcionada de las comunidades de bajos ingresos a los efectos del cambio climático”.
El Banco Mundial nos recuerda por qué la pobreza ya no disminuye en el Paraguay. Se detuvo. Los dos últimos gobiernos son la evidencia empírica. El capital humano está abandonado, a nadie le importa la gente de carne y hueso; el sector privado no crea empleos de calidad; el sector público tiene políticas públicas que no sirven para nada y la naturaleza también ya es una amenaza a la disminución de la pobreza.
Conclusión filosófica: La riqueza de un país no está dada por la magnitud de su territorio, la cantidad de su población ni por el valor en dólares de su producto interno bruto. La riqueza está dada por la profundidad de sus raíces morales. Somos un país de miserables. La gente le sigue votando a sus propios verdugos: Los gerentes de la pobreza. Saludos cordiales.