04 dic. 2024

La seguridad y el bienestar social

Desde el punto de vista de los grandes objetivos sociales, la seguridad y el bienestar social de la población deberían figurar en primerísimo lugar. Sin embargo, vivimos una época en que la búsqueda de dichos ideales son blanco de constantes ataques claramente sesgados desde el punto de vista ideológico y político. En la coyuntura actual y en referencia al caso argentino, sobre todo, se ha podido observar el resurgimiento de posturas neoliberales y libertarias de derecha que ponen en cuestión la existencia de una colectividad o una sociedad. Son las voces de aquellos que aducen que cualquier diseño de políticas y normas que tomen en cuenta los intereses generales de la sociedad contienen el germen de un colectivismo que anula las libertades individuales y el funcionamiento del mercado.

El gran pensador neoliberal Friedrich Hayek, en su obra Camino de Servidumbre argumentaba que el surgimiento de los estados de bienestar europeos conducirían a una anulación de las libertades individuales y a un eventual copamiento por parte del Estado de todas las decisiones que afectaban la vida de los individuos. Sin embargo, la historia no le dio la razón. El estado de bienestar europeo tuvo su momento de gloria, sobre todo, entre 1945 y 1973. Luego, sí, entró en crisis y las recetas del neoliberalismo de Margaret Thatcher y Ronald Reagan tuvieron su impacto al corregir ciertos “excesos”. Sin embargo, no se ha disuelto el estado de bienestar. Este sigue vigente y, muy importante, nunca acabó con las libertades individuales, la democracia, el pluralismo, la propiedad privada, el mercado, etcétera. Estaban muy equivocados aquellos que pensaron establecer equivalencias entre el totalitarismo stalinista y el estado de bienestar. Creo que nadie puede negar la atroz colectivización forzada de la propiedad de la tierra y la masacre de los pequeños agricultores (los kulaks, muchos de Ucrania). Sin embargo, ese tipo de razonamiento “colectivo” dista mucho de lo que se entiende por política social en las democracias liberales. Existe una enorme desinformación actualmente respecto de esas diferencias.

En este marco histórico e ideológico cabe introducir una reflexión sobre el bienestar y la seguridad social en Paraguay, que hoy por hoy se encuentra en una etapa muy crítica. Se ha hecho una consideración “oficial” sobre la necesidad de desarrollar un “sistema de protección social” . Nos referimos al marco conceptual y la propuesta elaborada bajo el nombre de “Vamos”. Ahí se propone integrar en un conjunto el pilar contributivo de la protección social (fundamentalmente IPS y Caja Fiscal), el pilar no contributivo (los programas sociales como Tekopora y la pensión alimentaria para adultos mayores), y la utilización de los servicios sociales básicos, fundamentalmente salud y educación. Este proyecto, propuesto en el gobierno de Mario Abdo Benítez todavía no tiene derrotero claro en el gobierno de Santiago Peña. Sin embargo, es la base para iniciar el desarrollo de una política de Estado, consensuada, que oriente el accionar en el corto, mediano y largo plazo. Lastimosamente, la fe en que esto se haga o la credibilidad de las promesas de hacerlo obviamente están en un punto bajo, como es el caso de toda noción de preocupación por lo público en Paraguay. Este es el país de la “confianza cero”.

La crisis generada por la aprobación de la ley de la Superintendencia nos demuestra que las chances que existen para encaminar una conversación estructurada, que apunte a instalar el mejor sistema de protección social posible (tomando en cuenta todas las realidades del país), es un desiderátum noble, pero distante. En la discusión sobre los fondos de pensión estábamos hablando del bienestar y la seguridad social de aproximadamente un cuarto de la fuerza de trabajo del país. Falta mucho terreno por recorrer, si concebimos que entre los paraguayos y paraguayas hay niños, mujeres que se dedican al trabajo doméstico, enfermos, ancianos, pobres extremos que pasan hambre. Todo esto no se resuelve con un trabajo precario que no llega al salario mínimo. Eso ayuda, sin duda, pero tenemos que ir más allá, y, sobre todo, debemos entender, que a pesar de lo que dicen los neoliberales y libertarios de derecha, la sociedad existe, la colectividad somos todos y el objetivo más importante es nuestro bienestar.

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A continuación, una columna de opinión del hoy director de Última Hora, Arnaldo Alegre, publicada el lunes 2 de agosto de 2004, el día siguiente al incendio del Ycuá Bolaños en el que fallecieron 400 personas en el barrio Trinidad de Asunción.