Producción: An Morínigo
Julio prende un cigarrillo, ofrece otro y convida su vaso de cerveza. Todo para él es comunitario, porque así vivió y así vive. “Yo pues creo que todos estamos inobjetablemente solos en esta era. Es la característica de nuestro tiempo. Lo único que podemos hacer es compartir lo que podamos cuando sea y con quien se pueda. Y eso nos cuesta tragedias y contrariedades a veces”, reflexiona.
- Esa soledad de la que hablás se siente como una atmósfera tangible, casi sofocante, en todo el libro. Sin embargo, el título nos remite a otra idea.
- No, solamente en algún nivel subtextual, quizá. Ninguna Soledad tiene algo que ver con la otra, excepto mi admiración hacia Soledad Barret.
- Ambas protagonistas son mujeres. Eso sí debe tener algo en común.
- Sí, claro. Es el hecho de que sea mujer, y aparte oriunda del campo, madre soltera, empujada por la necesidad a la enajenación de su propio cuerpo. Creo yo que ese es el símbolo más fuerte de la desesperación de nuestro tiempo.
Jaqueline
Julio sabe de lo que habla. A los 13 años, trabajaba atendiendo una pensión. A esa edad conoció de casualidad a una mujer que más tarde habría de convertirse en un personaje transversal en la novela: Jaqueline (alias Reina). Como muchas, Jaqueline era una trabajadora sexual. Y, también como muchas, había sido arrancada de su ambiente originario rural en la pubertad, bajo promesas falsas de estudio, y entregada a un grupo de militares, quienes impunemente abusaban de adolescentes, púberes y prepúberes durante la dictadura de Alfredo Stroessner. Jaqueline habría de sufrir el mismo destino por 15 días seguidos, lo que marcó su vida para siempre. “En una novela no se pueden forzar las cosas, no se debe hacer que los personajes digan lo que uno quiere solamente para dar a entender una idea”, detalla el autor.
- Reina es en ese sentido muy valiosa en el relato.
- Reina es fundamental. Los personajes canal son necesarios para construir un relato verosímil. Ella ayuda a graficar, solamente con su existencia, la opresión social tácita o explícita que existía cuando eso. En la novela, los padres de Jaqueline vivían permanentemente con el miedo a ser brutalizados. Su abuelo había sido desaparecido por el estronismo por formar parte de las Ligas Agrarias Cristianas, y una acusación no del todo esclarecida mantenía en vilo a su padre, lo que no le dejó más opción que enviar a su hija a la capital.
- El relato sobre la caída de la dictadura se hace a través de ella, pero la atmósfera general no parece cambiar en absoluto.
- Algunos fenómenos nuevos sí se dejaron ver: intelectuales o amigos discutiendo de política en los bares, en los cafés; reuniones a cualquier hora sin pedir permiso a nadie; barbas antes mal vistas, etcétera. Pero la matriz económica estronista —el contrabando, la triangulación de productos, el narcotráfico, acompañados de un desarraigo terrible en el campo— continuó y sigue hasta hoy, e incluso se profundizó.
- Vuela Soledad es ambiciosa. Se propone dibujar décadas de fuertes cambios a través de sus personajes. ¿Te parece que lograste ese objetivo?
- Siendo optimista, te diría que en un 40%. Para mí, esta novela tiene un valor iniciático. Si en el futuro retomo yo el trabajo de seguir construyendo relatos no fragmentados de la historia nacional, o si lo hace otro autor, da igual. Yo ya me daré por satisfecho.
Puede que el estronismo todavía tarde en irse del todo, que la literatura paraguaya tenga uno que otro problema para despegar y que las heridas del ayer y las nuevas aún no logren sanar, pero una cosa es segura: de que Soledad vuela, vuela, sin lugar a dudas.
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Vuela Soledad (2017): novela ficcionada que, a través de sus personajes, desarrolla una mirada profunda sobre la existencia de una población heterogénea, mayormente expulsada del área rural y marginada en las urbes (2017).