En la cultura popular, hay innumerables chistes sobre ellas. Una psicóloga familiar nos ayudó a explicar sus actitudes y dio algunos consejos sobre el papel que les toca jugar
La cultura popular dice que son entrometidas, manipuladoras, indeseables, se las llama “brujas” y son objeto de innumerables chistes, como aquél que dice que el diablo creó a las suegras porque no podía estar en todas partes.
Más allá del mito y de las bromas, también hay otras personas que las consideran como una “segunda madre” y las hacen mediadoras en los conflictos de pareja e incluso les dan la responsabilidad de intervenir en la crianza de sus hijos.
Sin embargo, ni un extremo ni otro parecen ser los adecuados. “Hay que establecer límites y las decisiones de su participación deben ser consensuadas dentro de la pareja”, advierte la psicóloga Mary Cruz de Urioste, especialista en temas de familia de Estados Unidos.
Según una investigación llevada a cabo en los Estados Unidos, casi el 60 por ciento de todos los matrimonios tiene algún tipo de problemas con las suegras, normalmente entre la nuera y la madre de su marido, de acuerdo a lo que publica el sitio plenitud.com. Y, de alguna manera, aquel estereotipo de suegra bruja y regañadora, parece ser una parte normal de la vida.
En base a consejos y descripciones de la figura de la suegra se elaboró un breve manual para identificar los problemas y solucionar los conflictos que surgen de la relación entre nueras y yernos con las suegras.
Competencia de Género
Algunos piensan que la suegra del yerno es la más conflictiva y otros que la suegra de la nuera. No hay verdaderos estudios sobre este tema. Cuando los conflictos son más frecuentes entre la nuera y la suegra se debe a una competencia de género. Ambas luchan por ser “mejor mujer” y atender ‘mejor’ a esta figura que las dos quieren.
Miedo de perder al hijo
Una de las cosas que está clara es que hay una disputa de poder. Estas relaciones de poder pueden darse por el miedo de la madre a perder al hijo o a la hija; relaciones de poder y dominación, cuando la familia no se ha independizado económica o emocionalmente, crean una gran dependencia y esto otorga un poder a los padres del cónyuge.
Pautas culturales
La mujer es la transmisora de la cultura y entonces cada familia posee pautas culturales y relaciones distintas. La suegra cree que el modelo que porta es el mejor modelo y cuando estos patrones se enfrentan con los que trae el cónyuge de la hija o el hijo, se genera un conflicto.
Dependencia emocional
Hay hijos que aunque vivan lejos o no estén viviendo bajo el mismo techo de los progenitores y tal vez sean independientes económicamente, siguen emocionalmente vinculados a sus padres y la opinión, en especial de la madre, sigue siendo más poderosa que la que se genera en su nuevo núcleo familiar.
Límites
Hay que fijar límites claros y flexibilizar las relaciones. Es decir, definir hasta dónde voy a permitir que mi suegra o suegros decidan sobre mi vida. No se debe entrar en competencias absurdas para ver quién educa o quién cocina mejor. Esto lleva a conflictos de escaladas simétricas que provocan roces. Y ocurre cuando el esposo entra en competencia con el hogar de la mujer o al revés.
Lo positivo
La suegra puede convertirse en figura muy positiva. Ella puede apoyar en el cuidado y la crianza de los nietos. Sobre todo porque tiene la sabiduría de la experiencia, y cuando se establecen muy buenas relaciones con la pareja del hijo o de la hija puede ser la portadora de información importantísima y convertirse en una fuente de apoyo no sólo instrumental, sino también emocional.
Mediadoras
Los problemas se deben manejar y resolver en pareja. Puede que circunstancialmente funcione tener a la suegra como aliada, pero cuando surjan nuevos problemas ella creerá tener derecho a inmiscuirse. Esto debilita la relación de la pareja. Lo importante es que los padres no interfieran o ponerse de acuerdo sobre los espacios que se van a compartir.
Los nietos
La suegra no debe descalificar la educación de los padres y ahí hay que establecer límites. En cuanto tengamos esos límites claros, las relaciones pueden ser mucho más positivas.
¿Por qué la suegra y no el suegro?
Porque en general en nuestra cultura los suegros se involucran menos en la crianza, en la alimentación y todos esos aspectos de la vida cotidiana. Tenemos una figura paterna más periférica, por lo tanto asume un papel menos comprometido. En realidad, la mensajera de las relaciones es la mujer y eso hace que la figura de la suegra se vea más conflictiva. Ahora éstas son construcciones sociales que hacemos.
Los roles
No hay que tener a la suegra por encima de la pareja, pero tampoco hacer alusiones despectivas que impliquen la idea de que no se la considera parte de la vida del matrimonio. Es decir, menospreciarla.
Las críticas
Dentro de la pareja hay que evitar las críticas mutuas de las familias de origen. Por ejemplo, sentencias como: “o tu madre o yo”, o “vamos a tal lugar, si no nunca más voy a la casa de tu madre”. Esas situaciones límite no ayudan en la confrontación de la pareja. Lo mejor es llegar a acuerdos.
Noviazgo
En la etapa del noviazgo queremos quedar muy bien con nuestra futura suegra. Entonces, en este proceso nos involucramos mucho con ella, pero cuando ya queremos formar nuestro hogar se nos hace difícil lograr mayor dependencia. Éste es un proceso de transición difícil a veces. Es importante llevarse muy bien con la familia de origen, pero es más importante marcar las distancias para que el nuevo hogar pueda tener independencia.
Conocer a la suegra
Indudablemente, conocer a la familia de tu pareja es terminar de conocer a tu compañera o compañero. Sin duda alguna, las personas reproducimos costumbres, tradiciones y valores que han sido heredados de la familia, y cuando uno conoce la familia del cónyuge termina de comprender algunas actitudes de la otra persona. Ahora, que sean distintas a las de uno no quiere decir que sean ni mejores ni peores. Lo difícil está en qué medida voy aceptar eso distinto a mí como algo compatible conmigo; por eso, es muy importante conocer a su hogar de origen, porque te ayuda a entender y prevenir.
¿La segunda madre?
La suegra no es la segunda madre. Algunas familias quieren que se las llame mamá o papá. Ésta es otra intromisión, porque los roles están establecidos. Tenemos los padres reales, afectivos, y a la suegra se la puede respetar muchísimo por el sólo hecho de ser la madre de mi esposo o esposa, pero ese vínculo maternal que ella pueda tener conmigo no se da de la noche a la mañana. Es algo que se construye durante la vida.
Lealtades
Uno de los conflictos más graves es el de las lealtades: a quién le debo ser más leal, ¿a mi esposo o a mi madre?
Y entonces cuando los juegos de lealtades derivan en una encrucijada surgen los conflictos, porque no sé a quién le debo más lealtad. Lo más importante es que las decisiones se manejen en el núcleo del hogar y que no sea la suegra la que defina las pautas de relación y la dependencia emocional y económica.
Madurez emocional
La suegra inteligente es la que permite los espacios, la que cede territorio, la que aconseja oportunamente, pero sin imponer sus opiniones, porque tiene la experiencia de una mujer adulta y de haber sido nuera. Tampoco debe sentirse vulnerable a perder los afectos, porque muchas suegras que han dedicado su vida a criar a sus hijos se quedan “sin pega” cuando éstos parten del hogar y quieren continuar su labor entrometiéndose en el matrimonio del hijo. Es importante la madurez emocional de la suegra.
Fuente: tiempos.com y plenitud.com