Aún quedan siete años para que el asteroide pueda llegar a golpear la Tierra y los expertos no quieren mandar un mensaje catastrofista, pero, dado su tamaño y la posibilidad de impacto, que actualmente se cifra en el 2,4% (ha aumentado 0.2% el sábado), sí es necesaria una vigilancia activa.
Descubierto el 27 de diciembre pasado por el programa ATLAS (Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides) desde Chile, por el momento se estima que tiene un diámetro entre 40 y 90 metros, y la hipotética colisión se calcula para el 22 de diciembre de 2032, según datos de la Agencia Espacial Europea (ESA).
DOS GRUPOS DE REACCIÓN. Por su tamaño y con una probabilidad de impacto superior al 1% en un momento dado dentro de los próximos 50 años, 2024 YR4 cumple los criterios que han hecho que se activen dos grupos de reacción avalados por la ONU: La Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales (Smpag).
Ambos han emitido notificaciones en las que se informa de que “como expertos y por nuestros protocolos, tenemos que poner una atención especial a este asteroide particular”, explicó el coordinador del servicio de información de la Oficina de Defensa Planetaria de la ESA, Juan Luis Cano.
probabilidades. Desde que se realizaron los primeros cálculos la posibilidad de impacto ha ido variando (de 1% a 2,4%) y la ESA indica en su web que “es importante recordar que la probabilidad de impacto de un asteroide suele aumentar al principio antes de descender rápidamente a cero tras observaciones adicionales”.
Las variaciones se deben a que “estamos mejorando los parámetros que definen la órbita y, por tanto, reduciendo la incerteza en el paso futuro del asteroide”, dice el investigador del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC) –ambos en España–, Josep Maria Trigo.
MARGEN PARA ACTUAR. Para el astrofísico, “lo importante es que se ha detectado con siete años de margen y con tiempo para estudiarlo y actuar, si fuese necesario”.
Smpag (presidido por la ESA y formado por agencias espaciales) e IAWN (presidida por la NASA en la que además de las agencias están los observatorios de objetos cercanos a la Tierra y los centros de investigación relacionados con asteroides) fueron creados hace una década, aunque sus protocolos de aviso se aplican desde 2018 y esta es la primera vez que se activan, recuerda Cano.
Ambos tenían ya prevista esta semana una reunión con la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Ultraterrestre (Unoosa), en Viena, en cuya agenda se incluyó informar sobre este asteroide. Smpag aseguró que “se seguirá vigilando activamente la evolución”.
Ahora, el asteroide es seguido desde Tierra por centros como el Instituto de Astrofísica de Canarias, pero desde abril ya no será posible y se podrá volver a ver aproximadamente desde abril de 2028, precisa Cano.
Observación. Actualmente, se aleja de la Tierra casi en línea recta, lo que dificulta determinar con precisión su órbita estudiando cómo se curva su trayectoria a lo largo del tiempo, según la ESA.
Una vez fuera del alcance de los telescopios terrestres, el encargado de medir su recorrido será el espacial James Webb.
De momento queda mucho por saber de 2024 YR4 y el impacto es improbable, pero de producirse, IAWN identificó como pasillo de riesgo el océano Pacífico oriental, el norte de Sudamérica, el océano Atlántico, África, el Mar Arábigo y el sur de Asia. La misión DART ya demostró en 2022, con el impacto de una sonda contra el pequeño asteroide Dimorphos, que la tecnología del impactador cinético era viable para potencialmente defender la Tierra de la amenaza de un objeto procedente del espacio.