La decisión sobre la candidatura “Fronteras del Imperio Romano-Limes del Danubio”, que abarca territorios de Alemania, Austria, Eslovaquia y Hungría, fue tomada en la cuadragésima tercera reunión del Comité del Patrimonio Mundial que se celebra hasta el día 10 en la capital de Azerbaiyán.
La parte húngara solicitó devolver la propuesta a los Estados parte puesto que Budapest decidió no participar en este proyecto, alegando que es un derecho de los Estados parte tomar una decisión de este tipo.
Por ello, el representante de Hungría señaló que la valoración positiva realizada anteriormente por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) ya no era válida y que su país cooperaría con los restantes para que el nuevo proyecto fuese viable.
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Si bien se trataba de una nueva candidatura para ser incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, en la práctica se suponía que completase las fronteras del Imperio Romano que ya fueron declaradas Patrimonio: el Muro de Adriano (Reino Unido) en 1987, el Limes (límites) de Alta Germania Retia (Alemania) en 2005 y el Muro de Antonino (Reino Unido) en 2008.
El “limes romanus”, erigido a partir del siglo I, tenía una longitud de 5.000 kilómetros y atravesaba toda Europa desde la costa atlántica septentrional de Gran Bretaña hasta el mar Negro. Desde aquí su trazado se orientaba hacia el mar Rojo para pasar luego por África del Norte hasta alcanzar de nuevo la costa del Atlántico, según la Unesco.
La parte que estaba propuesta para incluir como Patrimonio Mundial comprendía aquellas regiones de las fronteras del Imperio Romano que formaban los límites norte y este de las provincias romanas de Raetia, Noricum y Pannonia, en lo que actualmente se conoce como Alemania, Austria, Eslovaquia y Hungría. Durante más de 400 años a partir del siglo I constituyó la frontera del Imperio Romano en el corazón de Europa contra los bárbaros.
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La propuesta frustrada estaba compuesta por 175 estructuras, incluidas seis fortalezas legionarias, la columna vertebral del sistema de defensa de aquel entonces. Cada una de las fortalezas acogía a entre 5.500 y 6.000 ciudadanos.
Entre las fortalezas legionarias había fuertes, fortificaciones y torres de vigilancia a lo largo de la orilla sur del río Danubio. Las instalaciones militares se erigían a entre 10 y 30 kilómetros de distancia una de la otra y estaban vinculadas por una carretera militar y abastecidas por una flota que patrullaba el río.
En torno a las fortalezas y algunos fuertes se erigían considerables ciudades para servir a los soldados y para difundir la cultura romana.
Aunque servían principalmente para la defensa, en tiempos de paz las fronteras también controlaban el comercio y el acceso a través del río: en oeste estaban los germánicos y en el este los sármatas iraníes, con los que el Imperio Romano tenía tratados diplomáticos.
Las fronteras del Danubio desaparecieron en el siglo V, pero durante la Edad Media muchos edificios romanos fueron reutilizados y sirvieron como núcleo para el desarrollo de pueblos y ciudades.