El narrador cubano Leonardo Padura afirmó que la literatura negra o policíaca en España y toda América Latina tiene una fuerte conciencia social y alcanza a mostrar la realidad de violencia y desigualdad que no es tan visible a primera vista.
“Es una intención de reflejar una sociedad en la que el crimen forma parte, la corrupción y la violencia forman parte de ella y en, prácticamente, toda América Latina el narcotráfico es un elemento que ha estado y está cambiando las sociedades de una manera bastante radical”, dijo el escritor.
Puso como ejemplo al brasileño Rubem Fonseca, un escritor que se ha dedicado a relatar la violencia tremenda que prevalece en la ciudad de Río de Janeiro “contada con una maestría extraordinaria.
“El cuento El enano, especialmente, es una de las piezas magistrales de la literatura policial”, consideró Padura durante la sexta jornada de la feria que culminará este 2 de diciembre.
Padura aseguró que la literatura no necesariamente debe ser una “crónica de la realidad”, pero por la libertad creativa que goza ha permitido explorar aspectos de una realidad social que ha ido creciendo en los países iberoamericanos.
“La literatura escribe lo que le da la gana, pero si patentiza una realidad que no tiene otro reflejo, pues es un mérito adicional que se puede atribuir a este tipo de literatura negra”, expresó el creador de Mario Conde, un ex teniente investigador que protagoniza algunos de sus libros.
En Cuba, tanto la novela policial como otras que se han escrito en los últimos 20 años, han sido la manera de contactar con una realidad “que es invisible por los medios oficiales, en un país donde la radio, la televisión y los medios públicos pertenecen al Estado y responden a los intereses”.
Puso como ejemplo su nueva novela La transparencia del tiempo, en la que Mario Conde se adentra en los barrios de emigrantes cubanos que llegan del oriente del país a La Habana y “viven en condiciones paupérrimas, algo que hace 20 años era inimaginable, pero hoy existe y es invisible”.
La narradora sueca Viveca Sten, autora del best seller En aguas tranquilas, afirmó que aunque en Suecia no hay una desigualdad social ni la violencia de otros países, como autora siempre busca el contraste entre lo bueno y lo malo para alimentar la estructura de una historia.
“Siempre tratamos de ir abajo de la superficie y tratar de ver las irregularidades y las cosas que son difíciles de ver y de ahí pueden salir historias interesantes”, aseguró.
El español David Lozano, autor de la trilogía de fantasía gótica La puerta oscura, consideró que el autor de novela negra “requiere ser observador atento de la realidad” y tener un compromiso con lo que le rodea.
“Está un componente de denuncia social. Hoy en día los autores de novela negra son personas comprometidas, porque cuando escribe está poniendo en evidencia algo que no funciona y normalmente los escritores de novela negra plantean sociedades complicadas y entornos hostiles”, declaró.
Esa constante observación de la realidad y el entorno es indispensable para que la historia resulte creíble para el lector, algo que le ha obligado a consultar médicos forenses, policías y abogados y hasta acudir a la escena de un crimen para recrear los ambientes lo más fielmente posible.
“Lo necesitamos para que la historia resulte creíble. Una novela negra fracasa si el lector no se la cree y cuando lee tiene que ver una realidad que reconoce. Tiene que haber una observación atenta que implica que el autor utilice los ingredientes sociales para alimentar la novela”, indicó.
La edición 32 de la FIL mexicana reúne a 800 autores y a 2.000 editoriales provenientes de 47 países que exhibirán más de 400.000 títulos durante nueve días.