29 abr. 2025

La Virgen de los llantos

Marta García – @marthegarza

Cuando estamos agobiados y desesperanzados, un abrazo de mamá y un “todo va a estar bien” nos renuevan las fuerzas para seguir enfrentando la realidad. Este es el consuelo que cientos de miles de paraguayos buscan cada fin de año, al ascender en su peregrinación junto a la Virgen de los Milagros de Caacupé.

Las misas celebradas en la Villa Serrana a lo largo de la primera quincena de cada diciembre siguen siendo uno de los pocos espacios donde se reflexiona masivamente sobre los problemas sociales del país. La pobreza, la exclusión, la desigualdad y la corrupción son temas recurrentes en las distintas homilías y se abordan incluso en presencia de las autoridades nacionales.

Este año, hubo una espontánea manifestación que rompió con la habitual modalidad discursiva de las celebraciones religiosas católicas: el llanto de Éver Torres. Luego de que monseñor Francisco Pistilli interrumpiera la eucaristía para intentar consolarlo, el feligrés llamó la atención de medios de comunicación locales y relató con destacable precisión el abandono que sigue sufriendo la población rural.

Se presentó como un campesino proveniente de Choré, Departamento de San Pedro, y entre sus reclamos demandó al presidente Mario Abdo Benítez una mejor distribución de la riqueza, a través de políticas públicas que dejen de priorizar incrementos salariales y vayan más allá de la ciudad de Asunción.

El rostro afligido y demandante de Éver es el fiel retrato de una zona del país que soporta un índice de pobreza de 36,7%, nivel que si bien descendió en 2018 desde el 43,6% en que se encontraba en el 2017, permanece casi tres veces por encima del que se observa en la capital, según datos de la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos (DGEEC). La pobreza extrema, por su parte, golpea al 9,8% de la población de San Pedro y la incidencia creció desde el 8,1% en que estaba en el 2017, para ubicarse muy por encima del promedio nacional de 4,8%.

Es cierto que la pobreza extrema en el segundo departamento del país retrocedió de manera significativa desde el 37,2% que representaba veinte años atrás, y la pobreza se encuentra a la mitad del 75,6% que se registraba en 1999, pero el sostenido crecimiento económico de los últimos años no fue suficiente para que San Pedro abandonara su sitial de territorio olvidado y desplazado, en comparación con otros territorios.

Mientras el sector empresarial celebra que el 2019 por fin está terminando y mira con ilusión a un 2020 que promete ser el año del rebote económico, el sollozo de Éver nos recuerda que familias enteras pasarán nuevamente la Navidad con una mesa vacía y con escasas probabilidades de mejorar sus condiciones de vida con el repunte de la actividad económica.

Así como nuestras madres nos consuelan en los momentos difíciles, pero sabemos que los problemas los solucionaremos solo mediante nuestro esfuerzo, el protagonismo que las denuncias sociales adquieren cada 8 de diciembre no debe apagarse con el cierre de las celebraciones marianas, sino convertirse en prioridades de la conducción política del país. El “milagro” que piden Éver y todo el pueblo creyente de la Virgen de Caacupé es un país más justo y equitativo, por el que todos debemos luchar.