El estudio, que publica la revista Human Genetics, abre nuevas perspectivas para comprender la interacción entre la genética, el ambiente y la cultura que dan forma al tracto vocal, el sistema formado por cavidades y órganos como la lengua, la laringe o los labios que determina el habla y el lenguaje.
La investigación ha sido dirigida por el investigador de la Facultad de Filología y Comunicación de la Universidad española de Barcelona (UB) Dan Dediu y la catedrática de la Universidad Libre de Ámsterdam, Dorret Boomsma, que destacaron que, pese a su importancia para hablar, respirar y comer, existe poco conocimiento sobre la genética del tracto vocal humano.
El estudio, en el que han participado genetistas, neurocientíficos y lingüistas, se ha hecho a partir de los datos recogidos en cinco estudios de gemelos por el Registro de Gemelos de los Países Bajos, que incluía gemelos monocigóticos, que son casi genéticamente idénticos, y gemelos dicigóticos, que comparten de media el 50% del genoma.
La investigadora Emily Jennings clarificó que “el análisis en los dos tipos de gemelos permite conocer la importancia de la genética y del entorno para explicar las diferencias entre personas en la anatomía del tracto vocal”.
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Para medir los aspectos del tracto vocal que no son visibles de forma externa, los científicos analizaron imágenes de resonancias magnéticas en 3D, que captan las características anatómicas de las estructuras blandas y rígidas de todos los órganos que conforman la forma de hablar.
Durante seis meses marcaron las imágenes para identificar estructuras anatómicas definidas y describir curvas y superficies y obtuvieron medidas como distancias, ángulos, curvaturas o proporciones, que les permitían captar las dimensiones y forma de las estructuras del sistema vocal.
Los resultados han aportado nuevas pruebas sobre las contribuciones de los factores genéticos y ambientales, que han sorprendido a los propios investigadores.
“La posición de la laringe parece que está bajo una fuerte influencia genética, mientras que las arcadas dentales o la bóveda palaciega tienen una baja heredabilidad”, resumieron los investigadores.
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Según estudios anteriores, los tratamientos dentales, el tipo de dieta e incluso la costumbre de chuparse el dedo durante la infancia tienen un efecto notable en la estructura del tracto vocal.
Sin embargo, “existen otras estructuras óseas, como la cavidad nasal y la mandíbula, que parecen ser bastante resistentes a estas influencias ambientales”, puntualizaron los investigadores.
Estos resultados demuestran que la genética importa, pero que no lo controla todo, y que hay que buscar los mecanismos a través de los cuales interactúan la biología, el entorno y la cultura.
La metodología y los programas desarrollados durante el estudio están disponibles de forma gratuita para cualquier investigador interesado, de modo que “cualquier grupo puede aplicar exactamente la misma metodología a sus muestras, lo que permite reproducir y ampliar nuestro estudio”, señaló Dediu.
“Además –añadió el investigador–, este protocolo podría ayudar en el futuro a identificar, diagnosticar y seguir patologías que afectan al tracto vocal”.