10 ene. 2025

Lara Bareiro, el gran músico desperdiciado

Después de los días de sangre de la guerra civil de 1947, el jinete del apocalipsis de la intolerancia cabalgó sobre la desolada patria. <br>Mientras los ta?ýra de Bernardino Caballero se afianzaban en el poder, perseguían sin cuartel a los derrotados y a cualquiera que fuese sospechoso de no comulgar con la barbarie desbocada, el músico Carlos Lara Bareiro estudiaba violín, armonía, contrapunto, fuga, dirección orquestal y composición en la Escuela Nacional de Música de la Universidad del Brasil, en Río de Janeiro. Itamaraty le había otorgado una beca de ocho años para dominar los secretos del compás más inocente hasta la excelsa maravilla de una sinfonía.<br>El sueño de Lara Bareiro era que el Paraguay ?como otras naciones? tuviera una sinfónica nacional. Ya desde finales de la década de 1930 le rondaba la cabeza esa idea. Y la expresaba no solo en la Asociación de Músicos del Paraguay (AMP), de la que fue presidente durante tres periodos, sino en cuanto espacio estuviese a su alcance.<br>Cargado de conocimientos teóricos y prácticos que en el Paraguay, en 1951, nadie tenía, regresó a su aldea. Quería compartir su arte y su ciencia, sobre todo con los jóvenes.<br> En contacto con maestros de primer nivel, compañeros talentosos y un ambiente abierto a lo universal, volvía con una mentalidad diferente. <br> Si bien la turbulencia local se había calmado, el panorama no era muy distinto al que había en el tiempo inmediatamente posterior a la lucha fratricida. El fuego de la violencia continuaba encendido. <br>En esa atmósfera cargada es que el maestro insistía en su monotema: crear la sinfónica del Paraguay. O, al menos, de la Municipalidad de Asunción. La AMP lo seguía apoyando de manera incondicional. La cosa era encontrar en el Gobierno de Federico Chaves un canal adecuado para cristalizar el deseo.<br> Recorriendo oficinas públicas y conversando con los hombres públicos de la época, encontró muchas puertas abiertas, pero el resultado final fue negativo. Para ello, la influencia del que por entonces era jefe de Policía ?también músico?, Epifanio Méndez Fleitas, fue decisiva. En su autobiografía, Lara Bareiro detalla minuciosamente lo ocurrido.<br> Cuando se dio cuenta de que pedía naranjas al guayabo, conformó la Orquesta de la AMP. Bajo su dirección, recorrió buena parte del país. <br> Lara Bareiro no solo no era colorado ?en cuyo caso su iniciativa hubiera sido mirada con otros ojos?, sino que pertenecía al Partido Comunista. Era, además, del Movimiento de la Paz Mundial, integrado por grandes personalidades de la izquierda o con ideas progresistas. La “guerra fría” norteamericana y la política local se volvieron calientes para él. Por eso, su confinamiento en Fuerte Olimpo primero y su destierro después, en 1955, fueron ?desde la “lógica” en marcha? naturales.<br>En 1957, con la creación de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA), se concretó su sueño. Él, sin embargo, moriría el 21 de setiembre de 1987, en Buenos Aires, sin poder regresar nunca a su patria.<br>El Paraguay ?a través del ejercicio militante de la intolerancia de los responsables de su expulsión? se privó de los beneficios que la extraordinaria formación de Carlos Lara Bareiro pudo haberle traído. <br>Sus cenizas tienen que recordarnos ?una vez más? que hay que luchar para que situaciones de esa naturaleza nunca se repitan.<br> <br>