En las redes sociales los internautas acostumbran comentar con tono irónico cuando un país vecino inaugura un nuevo tramo de una línea de metro o un nuevo y avanzado sistema de movilidad urbana, y lo comparan entre bromas con nuestro muy atrasado sistema.
También se recibe siempre con grandes elogios algún video viralizado en redes sociales, de algún ministro que en un país altamente desarrollado se traslada en bicicleta a su oficina. Los paraguayos parecen haberse resignado a mirar desde afuera al mundo avanzar hacia etapas de desarrollo y bienestar que en esta isla rodeada de tierra parecen casi imposibles de alcanzar.
El tratamiento y la polémica del tema bicisendas realmente nos llevan a confirmar que el país sigue aislado. El uso de la bicicleta para movilizarse a nivel urbano es promovido y alentado en las grandes ciudades como sistema de movilidad urbana, pues además de ser altamente recomendado como ejercicio físico importante para la salud de la población, es un medio de transporte que no contamina como sí lo hacen los vehículos con el CO2 del combustible.
En el Paraguay, sin embargo, la implementación de unos pocos kilómetros de carril exclusivo para el uso de los ciclistas ha sido interpretado como una afrenta para los comerciantes (algunos de ellos incluso ocupan las veredas que deberían ser para los peatones) y, como en el caso de la calle Palma, en la cual está prohibido el estacionamiento, los automovilistas la han convertido en un irregular e impune sitio para estacionar. Lo cual nos lleva además a tener que admitir que el aparcamiento en una calle donde se prohíbe hacerlo refleja el mal hábito de los conductores, y al mismo tiempo la problemática de la falta de suficientes espacios para el estacionamiento en la capital.
Ante estas situaciones, las autoridades municipales se excusan con el argumento de que el proyecto no partió de ellos como tampoco la implementación, y que los responsables se llamaron al silencio.
Esta respuesta refleja exactamente la situación en la que nos encontramos, pues significa que cualquier persona o institución puede potencialmente ejecutar obras en la vía que es pública, pero sobre las cuales la Municipalidad de Asunción no tiene control, no colabora pese a ser una buena propuesta ni cumple su función de mediador, como es el caso de las implementadas bicisendas.
Cuando arrecian las críticas, las autoridades municipales responden con la simpleza del ignorante y dicen que van a levantar el carril de las bicicletas. Lo que equivale a decir que el proyecto sería suspendido. En Asunción, los concejales pidieron eliminar la bicisenda sobre Palma; y en Fernando de la Mora resolvieron suspender temporalmente las obras de construcción hasta contar con un estudio más detallado del proyecto.
La polémica sobre las bicisendas nos enfrenta a nuestra realidad como país de las improvisaciones, pero esa es solamente la parte visible de una problemática mucho más compleja, ya que lo que necesitamos es la formulación de un nuevo sistema de movilidad urbana que sea, por un lado, una respuesta al caos que padecemos en el tránsito de nuestras ciudades. Se debe encarar de una vez por todas que el actual modelo del transporte público no solo es ineficiente sino además no es suficiente para un país que en otros aspectos sí ha ingresado al siglo XXI.
Por otro lado, las autoridades deben entender que la movilidad urbana es uno de los ejes cuando se habla del desarrollo de las ciudades, y la bicisenda es parte de esa nueva movilidad; y todo forma parte de hacer posible proyectos de ciudad en las que los ciudadanos gocen de bienestar y calidad de vida.