05 may. 2025

Las Bienaventuranzas

Hoy meditamos el Evangelio según San Mateo 5, 1-12 Primera Bienaventuranza

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Segunda Bienaventuranza

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Tercera Bienaventuranza

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Cuarta Bienaventuranza

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Quinta Bienaventuranza

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Sexta Bienaventuranza

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Séptima Bienaventuranza

Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Octava Bienaventuranza

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Novena Bienaventuranza

Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.

Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las dificultades; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.

Los acontecimientos se produjeron tal y como los había Él anunciado. Nuestra fe, observadlo, no descansa sobre unas teorías, sino sobre unos hechos históricos. Y el hecho capital es la resurrección de Jesús. Sus apóstoles empezaron por apartar la realidad de tal prodigio. Vacilaron y dudaron. Finalmente, ante las repetidas apariciones del Salvador, a ellos mismos y a otros –en una ocasión estaban reunidos más de quinientos hermanos–, se rindieron a la evidencia. Y desde entonces proclamaron hasta su muerte aquello de lo cual habían sido testigos. “Nosotros lo hemos visto con nuestros ojos, tocado con nuestras manos; nosotros hemos vivido y comido con Él, después de su resurrección de entre los muertos”. En vano se usó de amenazas para que se callasen, pues replicaban: “nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.

Pero tanto Pablo como los demás apóstoles dedujeron las consecuencias del triunfo de Jesús sobre la muerte. Su resurrección es la prueba suprema de su divinidad y, por tanto, de la verdad de su doctrina; y además implica la certidumbre de nuestra propia resurrección. Así como las primicias son el testimonio de la futura cosecha, la victoria de los cristianos se haya contenida en la victoria de Jesús .

El evangelio de este domingo recoge uno de los pasajes más sorprendentes y nucleares de la predicación de Jesús: las bienaventuranzas que son con su lenguaje paradójico una enseñanza sobre la verdadera felicidad que todos los hombres buscan. San Josemaría las definía como “un poema del amor divino”.

De hecho como explica el papa Francisco: “las bienaventuranzas son el retrato de Jesús, su forma de vida; y son el camino de la verdadera felicidad, que también nosotros podemos recorrer con la gracia que nos da Jesús”[2]. … nos muestra al Maestro de pie en un llano, predicando con autoridad y majestad. Mezclados entre la muchedumbre, hoy podemos sentir como dirigidas a nosotros sus palabras.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es/article/las-bienaventuranzas-3/; https://opusdei.org/es-es/gospel/2022-02-13/)