Kim Jong Un y Donald Trump cerraron abruptamente su segunda cumbre en Hanói, sin llegar a ningún acuerdo sobre la desnuclearización en Corea del Norte.
EL MURO DE LAS SANCIONES. Las sanciones impuestas sobre el régimen norcoreano y las áreas a desmantelar en el centro de investigación nuclear de Yongbyon, epicentro del programa atómico norcoreano, constituyen el muro con el que ambas partes se han topado en Hanói y que finalmente ha impedido la firma de una declaración conjunta. Pionyang dejó claro que de momento solo está abierto a desmantelar una parte de Yong-byon y que además solo lo hará a cambio de que se levante toda la pila de sanciones estadounidenses y de la ONU que se amontonan sobre el régimen desde 2006, según EEUU, pero según Corea del Norte, querían solo el levantamiento parcial.
TRUMP Y KIM SE RELAJAN. Trump, habitualmente espontáneo, mostró en su primera foto con Kim una rigidez de la que no hubo rastro en Hanói. La metamorfosis del líder norcoreano fue aún más notoria, muy lejos de su apariencia nerviosa de hace 8 meses o del carácter solemne que suele exhibir en las apariciones públicas en su país.
¿HABRÁ TERCERA CUMBRE? Trump no dio ninguna garantía de que vaya a reunirse de nuevo con Kim, aunque insistió en que la despedida fue amistosa. “Yo esperaría que (la tercera cumbre) sea pronto, pero también podría no producirse en mucho tiempo”, reconoció.
LA PAZ ESPERARÁ. La firma de la paz definitiva entre las dos Coreas era uno de los objetivos más esperados. Esta histórica reivindicación de Pionyang se antojaba complicada, ya que debía ser una iniciativa multilateral que incluyera a Seúl y a China.
120 HORAS DE TREN EN VANO. El fiasco de Hanói le va a suponer a Kim un viaje de unas 120 horas de tren en vano, ya que seguramente retornará tal como vino, a bordo de un tren blindado que, como poco, tardaría en retornar desde Vietnam a Pionyang unas 47 horas, siempre que pueda mantener una velocidad constante de unos 90 kilómetros por hora.