Marcelino Valiente fue un reconocido poeta perseguido por el régimen de Alfredo Stroessner. Fue llevado en más de una oportunidad hasta el penal de Tacumbú, por su postura contraria a la dictadura.
En uno de esos pasos por la cárcel, el poeta conoció a María Felicia. La joven acostumbraba a pasar tiempo con los reclusos, a quienes les hablaba sobre Dios.
Una noche, por las calles del microcentro de Asunción, Chiquitunga se encuentra con el poeta, quien cansado de tantos vaivenes iba decidido a arrojase al río Paraguay para acabar con su vida.
De manera casual, María Felicia caminaba por la zona y se acercó a él. Al enterarse de la situación, la futura beata lo convenció de ir a conversar con un sacerdote, tras lo cual Marcelino desistió de su intención suicida.
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Con el pasar de los días, el poeta decidió expresar su admiración hacia aquella joven, a quien conoció en un momento muy complicado de su vida, y le dedicó algunas estrofas.
“Y doy gracias tantas al buen nazareno porque en mi camino te puso en el pleno minuto más triste de mi corazón; y fue en una noche que desatinado erraba sin rumbo solo y desolado por la calle oscura de nuestra Asunción. De tu santa boca, tus labios de seda ungida en fragancia suave de reseda, con gracia divina mi nombre brotó; y al volverme luego un tanto amoscado, hirieron mis ojos fulgores sagrados que Cristo a sus fieles solo destinó”, señala una de las estrofas atribuidas a Valiente.
“A la grata lumbre de una aurora eterna contemplé tu imagen desde mi prisión, tus trenzas sedeñas, caían muy negras, sobre el guardapolvo de almidón. Diminuta y ágil, noble, alegre y buena, cubierta en la gracia de un limpio candor y tu rostro blanco, natural y fresco, agua limpia y mansa de claridad”, describe otra de las poesías del hombre dirigidas a Chiquitunga.
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La hermana Claudia Ortiz, de la Comunidad Misionera de Jesús, relató –según lo publicado en el portal formacióncatólica.org– que los hijos del poeta atestiguaron la historia.
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María Felicia de Jesús Sacramentado será beatificada este sábado en Asunción. Con el correr de los días se acrecientan los testimonios que hablan de la vida ejemplar de la mujer, quien quedará a un paso de convertirse en la primer mujer santa del Paraguay.